Ir al contenido

VaYehí “Y vivió

Table of Contents

Génesis 47:28 al 50:26
La riqueza profética de estos pasajes nos conduce a seguir relacionándolos con lo que del Mesías hemos aprendido.
En los primeros 26 versículos  de la porción tenemos como actores principales a Jacov y a José, agregando luego a Efraím y Manasés. Podríamos dividir esto es dos partes, siendo la primera el juramento que José hace a su Padre (47: 28 al 31) y la segunda la bendición de Jacov a sus nietos adoptados como hijos propios (48:1 al 22).
Tenemos en Jacov a un hombre que tuvo el privilegio de escuchar en más de una ocasión al Creador. Basta recordar que antes de descender a Egipto, estando en Beersheva, el patriarca recibió la directiva divina cimentada con promesas, Génesis 46:3-4
“no temas de descender a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.”
Ahora siente que se ha cumplido el tiempo en el cual su hijo cerrará sus ojos. Pero es necesario que arregle sus cuentas antes de entregar el espíritu. Estas cuentas consisten en procurar lo necesario para reencontrarse con sus seres amados.
Obsérvese que YHWH le hace una promesa que humanamente pareciera de difícil cumplimiento, “yo te haré volver”. ¿Cómo es que YHWH haría esto si es que llegó al final y está morando en tierra extraña? Porque la promesa supera las barreras físicas de la vida y la muerte. La promesa tiene un cumplimiento literal en el acto de José de llevar el cuerpo de su padre a la cueva de Macpelá. Pero también tiene un cumplimiento a revelarse con la vuelta del Mesías.
Verá qué emocionante es poder comprender el texto.
La frase de Génesis 46:4 “…Yo descenderé contigo a Egipto, y yo también te haré volver…”, no tiene en nuestro idioma la profundidad que puede apreciarse en los originales. Veamos las palabras empleadas en ellos.
La palabra que ha sido traducida como “volver” es el hebreo עָלָה (Strong 5927) aliyáh. Lo cual significa más precisamente ascender. En la Septuaginta griega esta fue traducido como  ἀναβαίνω (Strong 305) anabáino; esta es una palabra compuesta de ἀνά (Strong 303) aná que significa “hacia arriba”  y βάσις (Strong 939) básis que significa “caminar”. Por ello es que en castellano en lugar de traducir ascender se tradujo “te haré volver”; sin embargo Casiodoro de Reina en su traducción del 1569 colocó una llamada al margen donde vemos que se preocupó por dejar claro que el hebreo original decía “subir, subiendo”.
¿Y por qué estas cosas son importantes? Lo veremos enseguida cuando leamos el siguiente pasaje de Job:
“A la profundidad del Seol descenderán, Y juntamente descansarán en el polvo.”
La palabra griega que los escritores de la Septuaginta emplearon para descender es Καταβαίνω (Strong 2597) katabáino, otra palabra compuesta de κατά (Strong 2596) que significa “abajo” y βάσις (Strong 939) que vimos anteriormente. O sea la acción descripta en Job (descender) es la opuesta a la que aparece en Génesis 46:4 (ascender).
Obviamente YHWH es Omnisciente y sabía por tanto que Jacov moriría en Egipto. ¿Por qué entonces le dijo que de allí lo haría ascender?
Es sencillo entender entonces que a lo que YHWH se estaba refiriendo es que cuando llegase el tiempo final, haría que Jacov resucitase de los muertos haciéndolo ascender del Seol.
¿Hay algo más que pueda reafirmar esto que he desarrollado?
Pues sí, el propio versículo citado de Génesis 46:4, donde dice “yo también te haré volver”, la frase en griego es un poco más completa.
En griego: εγώ αναβιβάσω σε εις τέλος; lo cual transliterado es “Egó anabibáso se eis télos”.
Analizándola nos queda:
Egó anabibáso se: te haré ascender
Eis télos: desde o hasta el fin
¿Cómo se vería entonces la traducción bajo esta idea? “Yo también te haré ascender desde o hasta el fin”.
¿Tendremos textos en el llamado nuevo testamento donde se emplee la frase εις τέλος?
Mateo 10:22 “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
Mateo 24:13 “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”
Como puede verse en el versículo de Génesis 47:30
“Mas cuando duerma con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de ellos.”
El pedido de Jacov a su hijo José, tiene en mira la promesa que Dios mismo le ha hecho de levantarlo del sepulcro en la resurrección del Final. Su resurrección no se producirá en tierra extraña, sino junto a sus padres.

La misma que esperan aquellos que han dormido con el Señor y que transformará los cuerpos mortales en gloriosos de aquellos que no hayan gustado la muerte.

Parte 2 #

Muchos son los datos, explicaciones y conocimientos que pueden adquirirse de los pasajes de la porción. Pero como el tiempo es corto y es necesario mostrar al Mesías en la Toráh, veremos los textos a la luz de esa meta.

Comencemos por el siguiente, Génesis 48: 8-9
“Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?
Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que YHWH me ha dado aquí. Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.”
Como vengo escribiendo en José una sombra de Yeshúa tenemos, por ello esto también tiene que ver con algo que ocurrirá en los tiempos del fin.
Para poder entender el pasaje debemos observar lo que otros versículos nos dicen. Pero quiero hacer una pequeña observación. Y es que si bien la lectura es fundamental, el aprendizaje es importante, y el progresar en las Escrituras es vital para el desarrollo del creyente. Esto no debe hacerse en desmedro de lo aprendido. Quiero decir que no debe avanzarse más si ello va a ser en perjuicio de los pilares básicos. De nada sirve acumular conocimientos si esto va  a quitar el lugar a los anteriores.
La cuestión es esta. Los seres humanos pueden transformarse en acumuladores de conocimientos. Y esto ocurrirá hasta tanto no se haya llenado su capacidad. Imaginemos una planta colocada en un recipiente, puede absorber una cantidad limitada de agua. ¿Cuándo puede absorber más? Cuando haya crecido en tamaño y en fortaleza. De otro modo la cantidad de agua terminará ahogándola.
De nada sirve adentrarse en profundos conocimientos cuando se olvida lo básico. Es por ello que ahora abundan los grandes conocedores de las profundidades del hebreo y la cábala que se han olvidado de los principios enseñados por Yeshúa. El amor al prójimo, las buenas obras, la caridad, el hacer el bien en cada oportunidad que se tenga, el guardar los mandamientos, no hablar de los demás, no desprestigiar, etcétera.
Es que el verdadero crecimiento radica en que las Escrituras vayan calando hondo en la persona y lo cambien estructuralmente. Esto es cambien su forma de pensar, de ver el mundo, de sentir. Cuando estos cambios se producen el nuevo hombre se va formando, dejando lugar a las cosas pasadas. Y así, sí puede seguir nutriéndose y alimentándose. Y necesitando cada vez más. El árbol de roble comienza con una semilla y necesita menos de una cucharada de agua para sobrevivir, pero a medida que crece la cantidad de agua y nutrientes es cada vez mayor. Así debe ser el creyente. Cada palabra recibida debe arraigarse en su interior, debe generar cambios y crecimiento. Y producto de ello es que cada vez necesitara nutrirse más y mejor.
Por ello, porque debemos avanzar sin perder el trecho ganado que sea el propio evangelio el que nos dé el entendimiento del versículo escogido. Si bien es conveniente leer todos los versículos implicados en la conversación de Yeshúa con sus apóstoles, veamos este versículo en particular de Juan.
Juan 14:5 “Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”
Yeshúa ha anunciado que partirá para estar con el Padre y su seguidor no termina de comprender cómo dirigirse hacia Él. Por ello la respuesta que nos es conocida:
Juan 14:6 “Yeshúa  le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Hay un camino, una ruta establecida al Padre, es su Hijo Amado y no hay otra. La única manera de poder llegar al Padre a quien nadie ha visto es a través del Hijo. Incluso no debemos olvidar que al  haber pecado “están destituidos de la gloria de YHWH” (Romanos 3:23). La palabra que ha sido traducida como destituido es el griego ὑστερέω (Strong 5302) jisteréo. Lo que significa haberse quedado corto, estar en necesidad, no alcanzar. Por ello ser destituido de la gloria de YHWH implica que por haber pecado todos los hombres se han quedado sin la posibilidad de percibir, de ser capaces de ver, de poder acceder a la gloria de YHWH. Y por ese motivo el Padre nos desconoce.
Génesis 48:8 “Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?”
Sólo el Hijo Amado es quién puede darnos a conocer al Padre. La carencia de la que escribí más arriba es suplida por Yeshúa.
“Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que YHWH me ha dado aquí.”
¿Aquí dónde, en la tierra de Israel?
No, cuando José dice aquí se está refiriendo a los hijos que le han nacido en el destierro en Egipto. Es Yeshúa mismo quien está diciendo “Padre estos son los descendientes de la Casa del Norte, de la Casa de Israel que se habían perdido entre las naciones, cuyo pecado los había alejado de ti.”
Ahora sí, presentados al Padre por el intermediario Yeshúa, el Hijo Amado es posible lo que sigue:
Génesis 48:9 “Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.”

Acercados bajo la cobertura del Hijo Amado ahora es posible recibir la Bendición.

Parte 3 #

“Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.” Génesis 48:17

Este es un pasaje conocido por los lectores de la Biblia. En él tenemos al menos 4 personas que participan del relato. Israel, su hijo José y sus dos nietos, Efraím y Manasés. Por un lado el patriarca y enfrentados a él los dos hijos de José, Efraím siendo el menor, a la izquierda de Israel y Manasés, el primogénito, colocado a la derecha de Israel.
Esta ubicación según vemos en Génesis 48:13, fue predispuesta intencionalmente por José para que la bendición de la mano derecha la recibiese el primogénito:
“Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.”
No obstante, el patriarca voluntariamente cruza sus brazos para bendecir con su mano derecha a Efraím y viceversa a su hermano. Toda la situación nos conduce a una multitud de preguntas, algunas de las cuales buscaremos responder. Otras quizás quedarán para que las responda el Mashíaj en su segunda venida.
Hay mucha tela para cortar y no sólo surge el material de ésta porción,  sino que debemos también bucear en anteriores para comprender todos los puntos.
Para tener una aproximación al porqué del cruce de las manos, en primer lugar debemos comenzar con los nombres de los hijos de José. El primogénito, Manasés. Veamos qué se nos dice de su nombre, Génesis 41:51:
“Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre.”
Su primogénito se llamó entonces מְנַשֶּׁה Menashé (Strong 4519) lo cual significa “haciendo olvidar”, que a su vez proviene del hebreo nasháh  נָשָׁה (Strong 5382 olvidar).
Debemos preguntarnos ahora ¿Por qué José le pone a su primer hijo un nombre cuyo principal  mensaje es olvidar la casa de su padre Jacov?
Aunque no nos hayamos dado cuenta, esta pregunta está muy relacionada con otra que deberíamos hacernos ¿Por qué José no procuró reencontrarse con su padre Israel y su hermano Benjamín?
Es cierto que fue vendido como siervo a los 17 años. Pero no debemos omitir  que apenas empezó a servir a Potifar, YHWH bendijo esa casa egipcia y a su amo. De forma tal que, conforme Génesis 39:6, Potifar tomó la siguiente actitud:
“Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía.”
Potifar lo puso a cargo de todos sus bienes, con toda la libertad que una persona en su posición debía tener. No olvidemos que Potifar era quizás la persona más importante en Egipto luego del Faraón. Ser el mayordomo de esa casa ubicaba a José en una posición altísima. ¿Por qué entonces no procuró contactarse con su padre, avisarle que estaba bien, invitarlo a Egipto, o que su hermanito  Benjamín pudiera saber de su paradero?
La respuesta a este interrogante la tenemos en la misma Toráh, lo cual nos enseña que hay mucha información contenida en ella y que algunas veces se nos pasa desapercibida.
Reflexionemos entonces en lo que ocurrió antes de la venta de José a los mercaderes. Un poco de paciencia y entenderemos todas las cosas.
¿Cuáles son los últimos episodios antes de la venta de José?
Tenemos los sueños de José, el primero donde ve a sus hermanos como espigas, siendo la reacción de los hermanos la siguiente:
Génesis 37:8 “Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás  sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras.”
Luego tiene otro sueño, el cual también involucra a su padre y a su madre, y que provoca en Israel la siguiente reacción:
Génesis 37:10 “Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?”
Entonces, José tiene dos sueños, los cuales cuenta a su padre y hermanos y provoca que le aborrezcan y le tengan envidia y además una respuesta negativa por parte de su padre.
Después de estos sueños, sabemos que Jacov envió a José a buscar informes del trabajo de sus hermanos, ¿Y a dónde fue enviado José?:
Génesis 37:14 “…Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem.”
Ese no era cualquier lugar, Jacov envía a su hijo José a las cercanías de la ciudad que había sentido la furia de Simeón y Leví cuando fue violada su hermana Dina. Un lugar de pocos amigos para los hijos de Jacov.
Luego de ahí debe movilizarse al lugar donde ciertamente están sus hermanos. Allí es arrojado en el pozo y luego vendido a los comerciantes de esclavos.
Nos confundimos en ocasiones porque pensamos que José conoce todo lo que nosotros conocemos. Que sabe la historia tal cual nosotros la conocemos. Pero no es así, José no leyó su historia en la Toráh, José la vivió.
¿Qué pensamos que sintió José?
Sus hermanos se enojan, lo aborrecen, le tienen envidia, su padre se enoja por el segundo sueño. Lo envía a un lugar donde está lleno de enemigos, sus hermanos se violentan con él y lo venden como esclavos a Egipto. ¿Qué puede sentir humanamente José hacia su familia y su padre incluido? Que obviamente ha sido rechazado por su padre, quien ha permitido su mal y está en connivencia con sus otros hijos para que sufra ese mal.  No tiene motivos para pensar otra cosa. José cree que su padre sabe todo lo que le ha pasado y ha sido parte de ese plan. Por ello algún Midrash le hace decir a los mercaderes cuando supuestamente José pide misericordia:
“…Y ellos respondieron diciendo: ¿No eres tú el esclavo, y dónde está tu padre? Y si tú tuvieras un padre no hubieras sido vendido dos veces por tan poco dinero…”
Cuando José llega a Egipto, y es vendido poco puede quedar en él para querer reencontrarse.
Sabemos que luego de caer en desgracia por la mentira de la mujer de Potifar y estar en la cárcel es nuevamente bendecido recibiendo la comisión de ser el segundo en Egipto.  Han pasado varios años y ahora él tiene esposa y dos hijos. Al primero como establecimos le pone Manasés, lo cual significa lo que ya explicamos. Tiene el nombre el sentido de olvidar el mal trago sufrido.
Luego por supuesto tiene a su segundo hijo, Efraím, Génesis 41:52:
“Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: YHWH me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción.”
Efraím,  אֶפְרַ֫יִם  Efraym (Strong 669) lo cual significa fecundo, fructífero, doblemente bendecido.
Bajo este nombre José ha visto su futuro asentado en la tierra de Egipto e incluso proféticamente ve que se cumplirán las promesas dadas por YHWH.
Entonces ahora tenemos un mejor cuadro de situación para explicarnos mejor por qué el cambio, el cruce de manos. Pero debemos ahondar un poco más en lo que experimenta José.
Comparemos estos versículos:
Génesis 42:13 “Y ellos respondieron: Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un varón en la tierra de Canaán; y he aquí el menor está hoy con nuestro padre, y otro no parece.”
Génesis 44:20 “Y nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano, y un hermano joven, pequeño aún, que le nació en su vejez; y un hermano suyo murió, y él solo quedó de los hijos de su madre; y su padre lo ama.”
Génesis 44:27 al 29 “Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer;  y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto. Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.”
¿Por qué escogí estos versículos para transcribirlos?
Porque ellos nos dan la información acerca del conocimiento de José sobre la situación de su familia.
Hasta el momento en que José recibe la visita de sus hermanos para comprar alimentos, sabemos que no había recibido noticias de su familia. ¿Qué información recibe por parte de sus hermanos en la primera visita?
Según Génesis 42:13, se entera que su hermano menor vive al igual que su padre. O sea su impresión de los hechos que lo llevaron a la esclavitud permanece intacta.
Hasta  Génesis 44 José permanece en su pensamiento, es por ello que procura que su hermano Benjamín permanezca con él, lo cual está claro por el versículo 17:
“José respondió: Nunca yo tal haga. El varón en cuyo poder fue hallada la copa, él será mi siervo; vosotros id en paz a vuestro padre.”
En estas frases pareciéramos escuchar: ustedes váyanse con su padre que consintió en mi venta y dejen conmigo a mi hermano, que yo le aseguraré el bienestar.
Pero todo empieza a cambiar cuando Judá toma la palabra pues en Génesis 44:20 que trascribí ya se empieza a hablar de la idea de la posible muerte de José en la mente de su padre Jacov. Lo cual se hace patente en los versículos siguientes de Génesis 44: 27 al 29:
“Entonces tu siervo mi padre nos dijo: Vosotros sabéis que dos hijos me dio a luz mi mujer;  y el uno salió de mi presencia, y pienso de cierto que fue despedazado, y hasta ahora no lo he visto.
Y si tomáis también a éste de delante de mí, y le acontece algún desastre, haréis descender mis canas con dolor al Seol.”
¿Comprendemos lo que leemos?
 He aquí un padre con su alma desgarrada por la pérdida de un hijo y la posible pérdida de otro.
Es aquí donde José se entera que lo que ha pensado durante años acerca de la connivencia de su padre con el pecado de sus hermanos es falso. Él, que creyó que su padre había sido partícipe de la venta de su persona, ahora se entera que hace años que Israel lo está llorando. Que ha visto desgarrado su ser por su desaparición.
Comprendamos ahora cómo el alma de José también se desgarra al conocer esa verdad de la cual ha sido privado durante años. Todo su ser se conmueve y es lo que la Toráh nos muestra el decir en Génesis 45:1-2:
“No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos.
Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón.”
Las respuestas ahora surgirán con sencillez. La bendición de la mano derecha, la promesa de Israel ¿Sobre quién deberá asentarse? Sobre “olvidar la casa de mi padre” o “sobre la promesa de multiplicidad, de fecundidad”. Sobre Manasés o sobre Efraím.
Quienes  siguen los estudios que hemos brindado verán que la nación de Israel a la muerte de Salomón se dividió en dos reinos. La Casa de Israel (también conocida como Casa de José o Casa de Efraím) al Norte, y la Casa de Judá al Sur. También saben que el reino del norte fue desperdigado por todo el mundo con la invasión de los asirios. Desparramando “efraimitas” a lo largo de todo el globo, los cuales  ha sido llamado “las ovejas perdidas de la Casa de Israel” o los efraimitas perdidos entre las naciones gentiles. Aquellos que vino a rescatar Yeshúa.
Veamos la bendición que Israel asienta sobre Efraím, Génesis 48:18-19:
“Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.
Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia formará multitud de naciones.”
De este último versículo quiero extraer una frase importantísima, que es “multitud de naciones” en hebreo  הַגּוֹיִֽם׃  מְלֹֽא־  melo ha goyim (Strong 1471 y 4393). Esta frase también puede traducirse como “plenitud de gentiles”. ¿Recuerda el lector haber leído o escuchado esta frase?
Veamos Romanos 11:25:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles;…”
Este pasaje que hemos trascripto de la carta a los romanos es la explicación de Pablo acerca de por qué se ha colocado un velo sobre nuestros hermanos judíos, la Casa de Judá. El mismo ha sido colocado para que, desconociendo por ahora al Mashíaj Yeshúa gran parte de los judíos, puedan ingresar de nuevo al Pacto la plenitud de los gentiles, los “melo hagoyim”, la multitud de naciones de la que Jacov-Israel profetizó.  Esa multitud de gentiles, que ha nacido con sangre israelita pero mezclada entre las naciones.
Este es un punto que pocas veces se recuerda. Efraím, el hijo de José nació de mezclar la sangre de José con la sangre de Asenat la egipcia. De igual forma, la plenitud de descendientes de José a través de Efraím se hacen acreedores a la promesa que habían recibido Abraham, Isaac y Jacov-Israel. Aun cuando su sangre se encuentre mezclada entre las naciones.
La Casa de Efraím (Casa de José, Casa de Israel o Casa del Norte) no requiere de una supuesta pureza racial. Sus miembros entre las naciones pueden compartir su ADN con eslavos, portugueses, chilenos, cubanos, mayas, incas, dominicanos o asiáticos. Por ello es que es nuestra misión predicar el evangelio a toda criatura y Ruaj HaKodesh hará el resto..
 

Parte 4 #

La conexión de Siquem
Hay un versículo poco comentado de la porción final del Génesis.
Me refiero a Génesis 48:22
“Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.”
Como seguidores de Yeshúa, nuestro deber se encuentra en desentrañar, la conexión que el versículo puede contener con Nuestro Salvador.
Ya leímos anteriormente, acerca de la compra de aquella posesión en Génesis 33. También sabemos por Josué, caps. 17 y 20 que esa tierra fue poseída por los descendientes de José.
Se trata de la posesión comprada a Hamor. Es el lugar donde Jacob levantó el altar llamado “El-Elohe-Israel”.
Esta posesión tiene algunos detalles importantes, por ejemplo el precio de compra. Según Génesis 33: 19, fue comprada pagando bemeah kesitah (במאה קשיטה), lo cual se traduce como 100 piezas de plata. Pero resulta que la palabra que se traduce como “pieza de plata” (kesitah), también hace referencia a corderos. Algunos piensan que se trata de una imagen que traerían esas monedas. Otros piensan que se trata en realidad de que Jacob dio 100 corderos por el terreno. Lo cual es muy posible que sea verdad, pues en la versión griega de la Escritura, el pago del terreno se expresa así “εκατόν αμνών” (ekatón amnón), lo que significa 100 corderos.
Creo que esta es la traducción correcta, pues además del texto griego, se encuentra refrendada por el tárgum Onkelos, en el cual se lee:
“Y compró la posesión del campo donde había tendido su tienda, de mano de los hijos de Hamor, padre de Shekem, por cien corderos.”
Luego de la compra de la propiedad Jacob hace lo siguiente:
Levanta un altar, que antes mencioné, llamándolo “El-Elohe-Israel”. Lo que puede traducirse como “El Elohim fuerte (es) el Elohim de Israel”.
El Targum Onkelos dice “Y levantó allí un altar, y ofreció servicio sobre él delante de YHWH, el Elohim de Israel.”.
En ocasiones perdemos de vista el sentido literal de las palabras y nos perdemos en las metáforas. Pensando que todo lo que se escribe, tiene solamente sentido metafórico. Pero el tárgum Onkelos es muy concreto en el lenguaje. Dice literalmente que ofreció servicio “delante de YHWH”. Sí, con sencillez, Jacob ofreció este sacrificio en la misma presencia de La Palabra. El  Hijo de YHWH se encontraba allí recibiendo lo que Jacob ofreció.
De por sí estas cosas son sorprendentes, pero hay algo aún más interesante.
Lo encontramos en el capítulo 4 del evangelio llamado de Juan, versículo 5. Veamos el siguiente evento del Mesías:
“Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José.”
Ese lugar es el mismo del cual estamos hablando.
O sea, Yeshúa, en su peregrinar llegó  a este lugar donde tiempo antes se lo había adorado.
¿Qué ocurrió en aquel lugar?
En esa tierra de samaritanos, pueblo de sangre israelita mezclada con extranjeros, Yeshúa fue escuchado y aceptado. Allí se quedó, según el versículo 43, durante dos días.
Si pensamos esta cuestión en términos espirituales alegóricos, es evidente que los dos días, representan los dos mil años en que el Mesías ha permanecido con nosotros entre las naciones. Con la Casa de Israel en las naciones.
Ahora recordemos lo que escribí al principio de esta reflexión.
¿Qué hay de lo que nos dice Jacob acerca de que conservó esa tierra arrebatándosela a los amorreos?
Entiendo que literalmente se trata de una batalla física que debió pelear. Recordemos el versículo de Génesis 48:22
“Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.”
Ahora veamos cómo este versículo es recibido en el tárgum Onkelos, la escritura aramea conocida en tiempos de Yeshúa:
“…la cual tomé de la banda de los Amoraah con mi oración y con mi desprecio…”
En la propiedad comprada por cien corderos, tenemos la conexión de Yeshúa. Recibiendo la alabanza de Jacob en el altar construido presentándose como La Palabra y la aceptación de los samaritanos de Yeshúa, quién es La Palabra hecha carne, unos 1800 años después.
En los amorreos, tenemos la representación de todos aquellos seres inmundos de las tinieblas, que pretenden destruir a los creyentes.
La lucha contra los amorreos no es con fuerzas humanas. Como se leyó en el profeta Zacarías 4:6
“No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho YHWH de los ejércitos.”
Efesios 6:12 “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.”
Hoy al igual que hace cuatro mil años, al igual que hace dos mil años, atesoremos el terreno que hemos recibido de nuestro Padre Jacob y defendamos nuestras almas con la Fuerza de la Oración y Su Espíritu.
 

Powered by BetterDocs