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Vayakhel “He hizo que se reuniera…”

Éxodo 35: 1 al 38:20
Éxodo 35:3 “No encenderéis fuego en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo.”
En el comienzo de la porción sobre la cual reflexionamos existe un mandamiento poco observado. Sí, aunque podamos pensar que todo el mundo desearía hacer la voluntad del Altísimo, un mandamiento sencillo como este de no encender fuego en Shabbat es poco cuidado.
Uno de los motivos es que frente a este mandamiento existen varias dudas y algunas precisiones.
Queremos tratar esta cuestión pues ello nos dará comprensión de algunas diferencias que existen dentro de los distintos grupos religiosos que dicen tener a la Toráh como su fuente.
La primera cuestión que se plantea es la sencilla pregunta acerca de qué es en sí encender fuego.
¿Iniciarlo? ¿Tomarlo de un fuego preexistente? ¿Qué ocurre con formas alternativas de fuego?
Todas estas cuestiones han sido estudiadas, discutidas y vueltas a discutir con amplitud.
Por lo general en el mundo cristiano se desconocen las diferencias que entre los distintos grupos religiosos del judaísmo existen. A veces con matices tan sutiles que no podríamos imaginarnos cómo piensan distinto.
Por ejemplo, dentro del judaísmo rabínico si bien no está permitido iniciar un fuego en Shabbat. Lo cual sería por ejemplo raspar la cabeza de un fósforo o cerillo contra su caja y quemar leños. Sí en su mayoría se acepta tomar fuego de una llama preexistente al Shabbat.
En este sentido por ejemplo existe la práctica de tener siempre encendida lo que en algunos países se conoce como la llama “piloto” de equipos de gas (calefones, termotanques, estufas). De este modo el fuego ya “estaba” encendido y lo que se hace es reubicarlo o transportarlo.
Pero por otra parte existe por ejemplo el llamado judaísmo caraíta. Este importante grupo religioso entiende que la acción mencionada conllevaría encender fuego por lo cual tampoco estaría permitida.
Sé que estas discusiones sorprenden a quien proviene del cristianismo. Pero debe entender que en el judaísmo desde siempre ha existido un gran celo por perfeccionar el cumplimiento de los mandamientos.
No escribo que sea correcto, pues en gran parte ello ha ocasionado la inmensa halajá (ley judía) rabínica que ha embotado las mentes de cientos de personas. ¿Por qué escribo esto? Porque el sinnúmero de preceptos sobre preceptos que han sido escritos sobre el tema ha conducido a que millones de judíos en el mundo hayan creído que es imposible cumplir la Toráh. Confundiendo la Toráh misma con las prescripciones de los rabinos.
Verán, la imagen que gran parte del mundo tiene acerca de lo que debe ser el cumplimiento de la Toráh es copiar lo que los judíos hacen. En esto han caído muchos bienintencionados.
Cristianos que han visto la necesidad de acercarse a las raíces hebreas de su Fe han mirado hacia los lados y se han preguntado ¿Cómo puedo acercarme a lo que realmente hicieron los primeros creyentes? En este afán bienintencionado se acercaron a lo que creyeron más bíblico. Pero en su desconocimiento terminaron abrazando los postulados de una religión, el judaísmo rabínico.
Mas nosotros, que hemos sido llamados a ser parte del Israel Restaurado por el sacrificio de Yeshúa podemos tomar en cuenta las discusiones que nuestros hermanos judíos han tenido y las conclusiones a las que han llegado. Pero lo haremos a partir de la libertad que Mashíaj nos da renovando el Espíritu de nuestro entendimiento.
El mandamiento si bien es sencillo, no encender fuego, debe verse desde dos puntos de vista. En primer lugar la acción concreta contenida en él. Por otro el trasfondo espiritual que siempre contiene un mandamiento.
En cuanto a la acción contenida en él es como dije sencillo: no encender fuego. No debemos enloquecernos en enfrascarnos en sutilezas. En Shabbat en nuestras casas no encendamos fuego. Pero asimismo si nos encontramos en un lugar que temporalmente es nuestra casa. Por ejemplo un lugar alquilado, no encendamos fuego.
Ahora bien, algo que cuesta entender a personas con mente que tiene facilidad a cerrarse, es que todos los mandamientos ceden ante la protección de la vida. Es lícito quebrantar casi todos los mandamientos para sostener la vida. En un ámbito geográfico donde, si no encendemos fuego en Shabbat nuestra vida y salud peligra, es correcto encender fuego.
¿Qué mandamientos jamás deben quebrantarse?
•  Idolatría
•  no asesinar
•  No cometer adulterio
• Negar a Yeshúa como Nuestro Señor y Salvador. Y en nuestro caso especialmente no negar su divinidad.
O sea si para proteger nuestras vidas nos tuviésemos que transformar en idólatras es preferible morir. Si para proteger nuestras vidas se nos manda asesinar es preferible morir. ¡Alerta!, que no escribí “matar” sino “asesinar”. Pues ningún precepto nos manda dejarnos matar en las situaciones de la vida en la cual es lícito defendernos.
Asimismo debemos morir si la condición para preservar la vida es cometer adulterio.
Los tres primeros son comunes a cualquier creyente en la Toráh. Pero, nosotros que hemos creído en Yeshúa tenemos asimismo la obligación de, llegado el caso, ofrendar nuestra vida antes que negar a Nuestro Elohim.
Con ello vemos que de ser necesario debemos encender el fuego.
En cuanto al trasfondo espiritual debemos ver con que se relaciona al fuego.
El libro de Proverbios nos da una semblanza muy útil, cap. 26: 20 al 21:
“Sin leña se apaga el fuego, Y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
El carbón para brasas, y la leña para el fuego; Y el hombre rencilloso para encender contienda.”
Como son pasajes relacionados la interpretación nos permite unir los conceptos en ellos establecidos y analizarlos.
Veamos cómo interpretarlos, unamos las partes comunes de cada versículo:
• Sin leña se paga el fuego
• El carbón para las brasas y la leña para el fuego
Aquí tenemos tres elementos relacionados, carbón, leña, fuego. Los cuales por supuesto interactúan, pues de la leña se obtiene el carbón de leña el cual sirve para encender fuego. Asimismo las brasas son un residuo de la combustión de la leña que aún no se ha consumido por completo y que si se le agrega más leña avivará el fuego.
• Donde no hay chismoso cesa la contienda
• El hombre rencilloso para encender contienda.
Aquí también tenemos tres elementos relacionados, el chisme, la contienda, la rencilla. Elementos que por supuesto interactúan. Entendemos que con el chisme aparece la rencilla. Pues la rencilla es el rencor que se establece entre las personas y por caso ha sido provocado por el chisme. Y lo más probable es que ese rencor nacido estalle en una contienda.
De la simple comparación de lo que hemos analizado podemos observar al fuego como la contienda. Por supuesto que el carbón, como la rencilla atizada a la cual podemos agregar la leña del chisme. O el modo de comparación que entendamos más apto.
Entonces cómo relacionamos estos puntos.
Lo hacemos bajo la sencillez de entender que el Shabbat es el día especial, escogido para reposo del alma, especial como aquel de encuentro con el Altísimo. Día escogido que no debe ser empañado con contiendas. Por ello es necesario que estemos atentos a que en ese día no nos veamos mezclados en polémicas ni contiendas. Día especial en el cual no debemos dar lugar a chismes, ni siquiera debemos dar lugar a escuchar al chismoso o su comercio de maldad. Día sublime en el cual ningún fuego de rivalidad entre las criaturas de YHWH debe existir.
De esa forma acercarnos en Paz al trono del Creador.
Pero todas estas advertencias tienen una relación con nuestro interior, pues la Toráh no está lejos para que nos cueste acercarnos. Sino que cambia nuestras vidas desde adentro. Por lo cual en Shabbat es necesario también que sepamos desterrar al rencilloso de nuestro interior.
Todos sabemos que en nuestras mentes mucha vida hay. En sinnúmero de ocasiones nos encontramos hablando y hasta discutiendo en nuestro interior. Dando lugar a que se encienda el fuego.
En Shabbat nuestra mente debe también calmarse y acceder al reposo. Tal como la leña se prepara para alimentar el fuego, es un día en el cual no debemos dar lugar a que los pensamientos se acumulen, a que nuestra mente trabaje llenándose de conflictos. Es un día en el cual el hombre rencilloso de nuestro interior debe sepultarse en la inmensa Paz de ingresar en el reposo prometido.
Ricardo.

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