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Porción “Sentencias, ordenanzas” (Mishpatim)

Éxodo 21:1 al 24:18
La porción de esta semana comienza con la siguiente declaración:
21:1 “Estas son las leyes que les propondrás.”
Antes de poder adentrarnos en la porción es necesario definir algunas cosas que por conocidas, en ocasiones no se aclaran lo suficiente. Si bien en nuestro medio la palabra ley hace alusión a cualquier tipo de disposición emitida desde la autoridad, sabemos bien que todas las leyes no son iguales. Algunas apuntan a la relación entre el Estado y las personas, como por ejemplo el deber de enrolarse en el Ejército. Otras como el matrimonio o el reconocimiento de los hijos apuntan a mantener los cimientos de la sociedad. Otras como las comerciales establecen las relaciones correctas entre los protagonistas del intercambio de bienes. Y dentro de estas clases de leyes están las penales que, partiendo en general de una agrupación llamada código, establecen penas que en algunos casos pueden determinar la muerte de una persona.
Todas estas divisiones de las leyes hacen que puedan aprenderse y observarse y tener en claro lo que se espera de nosotros. Por ello es tan importante para la sociedad tener leyes y cumplirlas, pues de esa forma cada quien sabe lo que se espera de él y lo que él debe esperar de los demás. Asimismo las leyes son una estructura sólida sobre la cual la sociedad puede apoyarse. Esto último es muy importante porque toda sociedad ha tenido una estructura jurídica, un conjunto de leyes, que la ha cimentado, que ha servido para mantenerla. No importando si estas leyes fueron producto del pensamiento exclusivo de un monarca o surgieron de un parlamento. Por ello ha sido ley tanto la disposición de un rey que ordenaba que sus súbditos le den tributo como las leyes de comercio internacional actuales.
¿Por qué es importante escribir estas cosas en un estudio teológico?
Porque el universo también tiene un legislador y también tiene sus leyes. Y así como escribí más arriba que las leyes son la estructura en la cual una sociedad puede apoyarse, el universo también tiene una estructura en la cual se sostiene. Y así como las leyes indican la forma en la cual los seres humanos deben conducirse para actuar en forma correcta y no chocar con otros seres humanos, el Legislador Universal ha dado un cuerpo de disposiciones, de leyes que indican cómo el Universo que creó debe desenvolverse. Por ello su “cuerpo legal” es la estructura misma del universo, es el armazón del edificio que constituye todo lo creado. Lo cual obviamente sigue vigente pues el mismo universo sigue presente. No ha cambiado y en consecuencia su estructura, su organización, su edificio, es el mismo. En tanto el “cielo y la tierra” (el universo en su conjunto) existan de esta forma, el conjunto de sus disposiciones se mantendrán vigentes.
En la Instrucción de YHWH las leyes pueden reducirse a dos grandes grupos. Las que hacen a la relación del Hombre con YHWH y las que hacen a la relación entre los seres humanos. Esto es lo que enseñó el Maestro en Marcos 12:29 al 31 indicando que toda la Ley descansa sobre esos dos pilares:
• “Oye, Israel; YHWH nuestro Elohim, el YHWH uno es. Y amarás a YHWH tu Elohim con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.”
• “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.”
De hecho al observar los llamados diez mandamientos puede verse que esta división está presente teniendo una cantidad de mandamientos destinados a la relación del hombre con YHWH y otros destinados a la relación entre semejantes.
Otra de las cuestiones importantes que no deben dejarse de lado tiene que ver con la consecuencia del incumplimiento de las leyes. Así como la sociedad presenta una serie de penalidades o castigos frente al incumplimiento de las suya, de igual manera el Creador ha establecido una serie de penalidades para aquellos que incumplan sus disposiciones.
Es por esto que entre la ley y la pena por su incumplimiento existe una relación. Pues no es lo mismo robar una oveja en el campo que maldecir a los padres. A mayor gravedad en la disposición infringida es evidente que corresponde mayor gravedad en la pena. De igual modo el tipo de pena nos indica la gravedad de lo que se ha hecho.
En la Instrucción (Toráh) nos encontramos ahora con un grupo de disposiciones divinas que hacen a la relación de las personas en sociedad, los llamados mishpatim מִּשְׁפָּטִ֔ים. Pues donde en castellano se ha traducido “Y estas son las leyes…”, ello corresponde al hebreo ואלה המשפטים lo cual transliterado es “Ve-eleh hamishpatim…”. Mishpatim es el plural de la palabra מִשְׁפָט (Strong 4941) mishpat que en el caso particular se refiere a ordenanza, sentencia.

Lo importante de la observación de estas ordenanzas es que hacen al mantenimiento de la vida en sociedad, conduciendo a la paz social y evitando asimismo desviaciones sociales que perjudicarían a todo el cuerpo de la Congregación de Israel. La lectura de las mismas, su estudio y asimilación para los tiempos actuales constituye un vallado frente a la degradación de la sociedad, frente a la fractura social que provoca el pecado. 

Una de las cuestiones que es necesario definir es el concepto bíblico de ley. Sé que hay constantes discusiones en las redes sociales acerca de ello. La mayoría de estas discusiones se generan a partir de personas que han ingresado hace poco tiempo en las llamadas raíces de la Fe y que pretenden modificar el pensamiento de sus antiguos compañeros de militancia. Y vemos casi hasta el hartazgo la repetición de cuestionamientos tales como “ya no estoy bajo la ley” o “Yeshúa ya cumplió la ley por nosotros” y mesiánicos que les responden en un ir y venir que poca edificación deja.
Entonces para no caer en estos excesos polémicos, lo mejor es manejarnos en exclusividad por lo que los textos bíblicos nos transmiten y permitir que Ruaj HaKodesh, Espíritu Santo nos conduzca a toda verdad.
Para comenzar deseo despejar algunos nubarrones que se generan en la ignorancia de los términos. Pues cuando dos personas no están de acuerdo en el lenguaje común, nunca llegan a entenderse. Como he explicado en “Bebiendo junto al pozo de Jacob” el proceso de comunicación requiere que emisor y receptor utilicen el mismo código, el mismo lenguaje para poder entenderse. Pues está claro que si hablo en inglés y mi interlocutor lo hace en húngaro muy poco podremos entender de lo que queremos decirnos. Por ello si yo digo “Ley” y para mí tiene un significado y para la otra persona tiene otro, entonces por más que discutamos durante horas nunca llegaremos a concretar una verdad o un punto de acuerdo. Es más si no tenemos en claro lo que cada uno desea expresar, el posible acuerdo que tengamos de seguro estará basado en el error.
En general cuando un conocedor verdadero de las raíces hebreas de la Fe usa la palabra Ley (aunque pocas veces lo haga) se está refiriendo a la Toráh. Lo cual en castellano en una forma más correcta sería Instrucción. La confusión surge de la traducción de la palabra hebrea Toráh תּוֹרָה. Esta puede definirse como instrucción, dirección o ley, empleando la definición adecuada conforme al contexto en el cual se usa. Cuando los sabios de la Septuaginta tradujeron esta palabra al griego lo hicieron empleando el vocablo nómos (νόμος). Este también dependerá del contexto, pudiendo significar tanto ley como instrucción.
Pero debemos preguntarnos ahora lo siguiente, cuándo quienes somos parte de la restauración de las ovejas perdidas de la Casa de Israel usamos la expresión Toráh ¿A qué nos referimos? En general estamos hablando de los primeros cinco libros de la versión griega de las Escrituras, el llamado Pentateuco, o el rollo que también contiene los escritos de Moisés en hebreo. Eso es la llamada Instrucción. No una ley particular como podría ser la referente a no mezclar semillas. Sino a todo el contenido de los mencionados textos.
Alguien podrá decir “sí lo entiendo, pero para mí la ley es…”, y le diría perfecto, para usted es tal cosa, pero para las Escrituras, para Yeshúa, para los apóstoles, para los seguidores, para los discípulos y para los primeros creyentes, Toráh significa lo que yo le acabo de decir. Y de esa forma la entendían Pedro, Pablo, Lucas, Timoteo, Juan y todos los demás.
¿Y por qué resulta adecuada la palabra Instrucción para traducir la palabra Toráh? Porque en los cinco libros hay más que leyes. Hay historias que nos enseñan cómo debemos desempeñarnos, hay situaciones que no deben repetirse, hay aspectos del universo que son explicados y de todos ellos se aprende. Tenemos la vida de nuestros patriarcas, las cuales tomamos como modelo, a veces incluso de lo que no debe hacerse. Tenemos las actitudes de nuestro pueblo y la experiencia que de ella obtenemos. Y además sí, tenemos mandamientos, leyes, estatutos, etcétera. Por ello así como es incorrecto traducir Toráh exclusivamente como ley, es también incorrecto deducir que en cada lugar donde se encuentra la palabra “ley” en castellano debía estar escrito Toráh.
Entonces ahora tenemos una base clara de la cual partir. Toráh es sinónimo de Instrucción en castellano. Y cuando los que nos movemos en las raíces de la Fe hablamos de “la Toráh” nos estamos refiriendo al rollo escrito en hebreo casi en su totalidad  por Moisés y terminado por Josué. Lo que también es presentado por los cinco libros del llamado Pentateuco.
Dentro de la Instrucción están los llamados mandamientos, la palabra en hebreo para mandamiento es מִצְוָה mitzvá. Pero los mandamientos no son todos iguales, podemos observar tres tipos de mandamientos:
• Los llamados testimonios: esto en hebreo es la palabra עֵדָה  edot. ¿Por qué “testimonios”? Porque esto son señales que distinguen al Pueblo de Israel del resto, siendo un ejemplo de ello el cordón azul indicado en Números 15:38
• Las llamadas  ordenanzas o estatutos: esto en hebreo es חֹק juk, siendo estos mandamientos que se observan por obediencia sin tener una explicación aparente. Un ejemplo de ello es el mandamiento de la vaca roja que se encuentra en Números 19
• Los llamados ordenanzas o sentencias: esto en hebreo es מִּשְׁפָּטִ֑ים mishpatim que dan nombre a esta porción.
Como puede apreciarse nuestra preciosa Toráh es algo más que “mandamientos”. Quien se acerca a su lectura y estudio tiene a las manos las herramientas adecuadas para una mayor comprensión del llamado nuevo testamento. Pues este se encuentra dentro de la riqueza cultural, religiosa y social del Pueblo de Israel.

En la próxima reflexión veremos cómo esto se ve reflejado en las páginas que nos hablan del peregrinar de Yeshúa en la Tierra de Israel.

parte 3       #

   

Las disposiciones contenidas en esta porción de las Escrituras constituyen especialmente un grupo de mandamientos destinados a regir varios aspectos de la vida social. Los “mishpatim” son las directivas de YHWH que regulan las conductas que en sociedad deben observarse. Pero es necesario explicar algunas cosas más para poder entender todo el panorama.

Toda ley, mandamiento, ordenanza, lo que hace es regular una conducta. Decir qué debe hacerse y qué no debe hacerse. Y consecuentemente con ello la pena que corresponde frente a la inobservancia. Como escribí anteriormente el tipo de pena, sea multa, sea destierro, sea muerte, es indicativo de la seriedad de la conducta observada, su impacto en la sociedad y su gravedad a los ojos de YHWH. Por ello cuando una conducta tiene un mismo tipo de pena, de esa forma se nos muestra que ambas son iguales de graves. O sea cuán grave ve YHWH lo que se ha hecho. Un ejemplo ilustrará lo que deseo mostrar. Veamos dos mishpatim de esta porción:
21:12 “El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.”
21:17 “Igualmente el que maldijere a su padre o a su madre, morirá.”
Como puede verse a los ojos de YHWH, el Legislador, es tan grave asesinar a una persona como maldecir al padre o la madre.
Lo siguiente que deseo dejar sentado es lo que filosóficamente se ha llamado “el espíritu de la ley”, no  ya referido exclusivamente a las disposiciones divinas, sino a cualquier disposición legal. El “espíritu” de la ley es el sentido interior de la misma, es la idea con la cual ha sido pensada. Toda disposición tiene un contenido literal, el cual surge del propio texto. Pero además tiene un sentido interior que la nutre y que permite que pueda derivarse, que pueda aplicarse a situaciones no contempladas en el texto frío.
Veamos algunos ejemplos que ilustrarán mejor esto.
21:28 “Si un buey acorneare a hombre o a mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida su carne; mas el dueño del buey será absuelto. 21:29 Pero si el buey fuere acorneador desde tiempo atrás, y a su dueño se le hubiere notificado, y no lo hubiere guardado, y matare a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño.”
Pensemos por un instante que vivimos en una alcaldía de Santiago de Chile y que leemos ese mandamiento. En el sentido literal del texto alguien podría decir “bueno, a mí no me toca este mandamiento, pues ni en mi barrio hay bueyes, ni en toda la ciudad”. Pero el sentido contenido en el mandamiento es otro. Pues en este se encuentra presente el deber de cuidado que una persona debe tener sobre los animales a su cargo. En Argentina en estos días hay una gran anarquía en el respeto a las leyes, de los valores sociales y del respeto y cuidado al prójimo. Producto de ello una de las “modas” irresponsables es la adquisición de perros de razas peligrosas, los cuales por ejemplo se encuentran prohibidos en otros países serios. Esta tendencia ha conducido a la muerte de muchos niños y adultos en las fauces de estos feroces animales. En tiempos bíblicos a los dueños de esos perros que se sabe peligrosos les habría correspondido la pena de muerte. Pues el sentido, el espíritu de la ley, no apunta sólo al buey, sino a cualquier animal peligroso que debe ser cuidado en extremo para que no dañe.
Veamos otro ejemplo que será muy ilustrativo.
21:33 “Y si alguno abriere un pozo, o cavare cisterna, y no la cubriere, y cayere allí buey o asno, 21:34 el dueño de la cisterna pagará el daño, resarciendo a su dueño, y lo que fue muerto será suyo.”
Nuevamente nos encontramos en la situación de que alguien que vive en Cleveland en EEUU se diga “ok, pero en mi ciudad no cavamos cisternas pues el agua nos viene a través de una red municipal”. Nuevamente se ha confundido el espíritu, el sentido de la ley. Pues debe aplicarse a  cualquier situación en la cual una obra emprendida pudiese causar un peligro cierto a la vida y salud de las personas. Pensemos por un instante en tantos niños que han caído en pozos, muchos de ellos perdiendo la vida. O personas que sufren accidentes transitando cerca de obras que no se encuentran bien señalizadas. Todo ello hace al deber de cuidado que debe tenerse al emprender cualquier trabajo que ponga en riesgo a otros.
Este sentido de las disposiciones de YHWH es el entendimiento que Yeshúa nos da al renovar el espíritu de nuestra mente. Es lo que nos enseña por ejemplo en Mateo 5:28
“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
Esta idea contenida en el mandamiento es lo que debe observarse. Eso sí, es preciso hacer aquí un llamado de atención, pues un exceso se puede cometer. ¿Cuál es? El hacer decir al mandamiento algo que no decía. Extender sus implicancias y consecuencias más allá de la idea contenida, generando nuevos mandamientos, nuevas disposiciones que no estaban en la mente del Creador. ¿Por qué hago esta observación? Porque algo similar es lo que hicieron los rabinos al llenar sus arcas con disposiciones legales que nunca fueron pensadas por YHWH. Ese es el límite que no debe cruzarse. Pues a partir de esa creación de innumerables disposiciones es que los rabinos alargaron sus filacterias y pusieron cargas en las espaldas del Pueblo que YHWH no les dio. Una advertencia especial deseo dar a los nuevos que están investigando las raíces de la Fe, cuídense de aquellos que digan o escriban frases como “seguimos esto porque un Tribunal (rabínico o de sabios o de maestros) autorizado así lo dispuso”. Porque quienes dicen frases similares en general lo escucharon cuando comenzaron en las “raíces judías” y luego pasaron a repetirlo sin percatarse de la seriedad de lo que decían. Pues es la base sobre la cual los rabinos han justificado toda la caterva de takanot y halajot con la cual infectan las mentes de aquellos que desean seguir la Instrucción de YHWH. Todo eso no es más que agregado, no es más que la llamada “tradición de los ancianos”, todo aquello que Pablo llamó con una palabra sencilla σκύβαλον skíbalon, desechos de perro, lo cual la Reina Valera traduce como basura.

En las próximas reflexiones veremos otras relaciones de la porción mishpatim con el llamado Nuevo Testamento

 

 parte 4 #

 

Ya hemos visto en las reflexiones anteriores varios aspectos que nos muestran cómo las disposiciones deben entenderse e interpretarse. Ahora es preciso que conozcamos uno de los puntos principales en cualquier legislación: los principios generales.

¿Pero qué son?
Los principios de cualquier legislación son las bases sobre las cuales las leyes, disposiciones, estatutos, etcétera, se formulan, se asientan. Así por ejemplo un cuerpo legal que tiene a la libertad como uno de los principios, dará en sus leyes las garantías para que esa libertad sea respetada. Por ejemplo con lo que en todo el mundo se conoce como el Habeas Corpus, lo cual es un remedio legal que busca garantizar la libertad individual de una persona perseguida por la justicia. O bien el principio de la buena fe que debe regir la formación de los contratos comerciales.
Nuestra preciosa Toráh no es ajena a la existencia de principios, ¡Cómo podría serlo si todo el cuerpo jurídico de occidente está basado en los principios bíblicos! Aunque en los tiempos actuales se esté distorsionando.
Pero el inconveniente con el que nos encontramos es que los principios bíblicos de la Instrucción no han sido adecuadamente enseñados. Hoy veremos uno de ellos fundamental para todo el quehacer social, para la correcta composición de las dificultades y disputas sociales. Veamos los versículos respectivos.
21:23 al 25 “Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.”
Cualquiera que indague en internet se encontrará con la llamada “Ley del Talión”, lo que proviene del término lex talionis en latín. Y asimismo siempre encontrará una referencia al “texto bíblico del ojo por ojo”. Pero debo decir que esto es incorrecto pues la idea contenida en la premisa romana no es similar al principio bíblico. Sé que esto sorprenderá a muchos lectores que se han educado bajo es idea y de que el cristianismo vino a atemperar, a moderar la rigidez del texto del antiguo testamento. Pero esto es falso y veremos a continuación por qué.
Nunca, pero nunca, entiéndase jamás, existió en la legislación de Israel la idea de que si alguien provocaba la pérdida de un ojo en una persona, se le debía hacer perder el suyo. Nunca, jamás existió en la idea legal de Israel la noción de que si alguien provocaba la pérdida del brazo de una persona, debía amputársele a su vez el brazo. Eso es peor que ridículo. Es una mentira creada para dar una impresión equivocada del principio retributivo y compensatorio contenido en los mandamientos. Estimo que fue hecho para dar una idea errónea de la justicia presente en la Instrucción y provocar rechazo en las personas con poco conocimiento bíblico.
Entonces con justo criterio alguien me dirá “pero ahí dice ojo por ojo, diente por diente…” y yo le responderé “estimado hermano ¿acaso nunca le enseñaron que los textos bíblicos tienen una interpretación, poseen cierta hermenéutica que debe emplearse antes de creer que se ha comprendido todo?”. Pensemos por un instante lo ridícula que sería una ley que conduzca a ver como algo positivo el llenar la sociedad de mutilados, el incrementar discapacitados. Entonces ¿Cuál es la explicación? Pues bien, ya en otras ocasiones he escrito que los Targumim son comentarios a las Escrituras hechos en idioma arameo. ¿Cómo expresa el llamado Targum Jonatán esto que hemos leído? Veamos
“El valor de un ojo por ojo, el valor de un diente por un diente, el valor de una mano por una mano, el valor de un pie por un pie, todo equivalente al dolor de ardor por ardor y de herir por hiriendo, y de golpe por golpe.”
Creo que el texto es lo suficientemente claro y sencillo para entenderse. El principio contenido en el texto bíblico es el de la justicia compensatoria. El mismo que en la actualidad rige las relaciones en los países civilizados. En esto se estima el valor de la pérdida sufrida y se busca compensarlo en forma económica. Está claro que puede resultar frío entender que es correcto compensar con un monto en dinero una lesión sufrida, pero resulta lo más adecuado para que la sociedad no caiga en la barbarie de mutilarse unos a otros. Imagínense lo que sería si frente a las lesiones provocadas por un accidente de tránsito la resolución judicial fuese que la persona responsable debería ser a su vez atropellada. Así como le suena descabellado a usted al leerlo hubiese sonado descabellado a cualquiera que siguiese la Instrucción en el Pueblo de Israel.
Entonces para explicarlo con sencillez, no existe la ley del talión tal cual se la han explicado, al menos en el ámbito de la Toráh, de la Instrucción de Israel. Sino que el principio era el de la justicia compensatoria, la cual generaba un resarcimiento económico en la medida de lo posible, buscando reparar el daño o lesión recibida.

En la próxima reflexión seguiremos adelante tomando en nuestras manos la tarea de explicar el texto de Mateo 5 versículo 38 en adelante.

parte 5 #

Con objeto de mostrar la recepción en el nuevo testamento de lo que estamos tratando, es preciso dirigirnos a los textos en los idiomas originales. Y como los evangelios, cartas y apocalipsis han sido recibidos en griego lo que debe hacerse es ver qué palabra emplearon los sabios de la Septuaginta en ese idioma.

La frase que ya hemos visto de Éxodo 21:1 “Estas son las leyes que les propondrás.” En griego es “καὶ ταῦτα τὰ δικαιώματα ἃ παραθήσεις ἐνώπιον αὐτῶν”, lo cual transliterado sería: kai táuta tá dikaiómata já parazéseis enópion autón.
τὰ δικαιώματα: tá dikaiómata es lo que se ha traducido como “las leyes”, lo cual establecimos que sería más correcto las sentencias u ordenanzas.
El siguiente paso en la metodología de estudio y análisis que hemos enseñado en “Bebiendo junto al pozo de Jacob” consiste en ver la aparición de esta palabra en el nuevo testamento. Luego es preciso que analicemos el contexto en el cual se emplea pues las palabras pueden tener distintos significados conforme al mismo.
Aquí deseo hacer una aclaración que me resulta sana y necesaria. Traducir un idioma es una tarea compleja que tiene varias instancias. Leer un diccionario en línea no es traducir. Para hacerlo es necesario conocer no solamente la estructura propia de un idioma, su gramática, construcción, etcétera, sino también el aspecto contextual en el cual por ejemplo una frase se emite.
Un idioma como el griego tiene incluso más dificultades que se agregan por sus particularidades. Una de estas la constituye las declinaciones que hacen que por ejemplo δικαιώματα (dikaiómata), δικαίωμα (dikáioma), δικαιώμασιν (dikaiómasin), sean todas la misma palabra pero usada con una función distinta en la oración que constituye en definitiva cada versículo. Por ello no alcanza sólo con “encontrar” la palabra en un diccionario, sino analizar, efectuando un mapa conceptual, si esa palabra tiene el mismo sentido que la fuente desde la cual se está buscando. Así por ejemplo corresponde ver si en el nuevo testamento la palabra encontrada que tiene su paralelo en el antiguo testamento, ha sido empleada con igual criterio.
Antes de mostrar la aparición de esta palabra en el nuevo testamento quiero traer a colación una frase que quizás haya escuchado: “es imposible para nosotros cumplir los mandamientos”. Pues bien en una de las reflexiones a esta porción expliqué que hay distintos tipos de mandamientos, entre los cuales se encuentran las “sentencias u ordenanzas” lo que en hebreo transliterado es mishpatim. Veamos Lucas 1:5-6
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet. Ambos eran justos delante de YHWH, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.”
Detengamos en el versículo 6: “…andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas…”
Lo cual en griego es “πορευόμενοι ἐν πάσαις ταῖς ἐντολαῖς καὶ δικαιώμασιν τοῦ κυρίου ἄμεμπτοι”  y transliterado para mayor comodidad del lector: poreuómenoi en pásis tais entoláis kai dikaiómasin tu kiríu amemptoi”
Como puede apreciarse qué nos dice Lucas con respecto a Zacarías y Elisabeth, que ambos habían cumplido y observado las disposiciones llamadas mishpatim, las cuales algunos dicen que es “imposible” cumplir. O sea se puede vivirse sin asesinar al prójimo, sin maldecir a los padres, sin cometer fraude, cavando un pozo y tapándolo cuando el trabajo o la utilidad han terminado, teniendo los cuidados necesarios si se tiene un animal peligroso, etcétera. Entonces ¿Qué es lo imposible? Creer que nunca se va a pecar en la vida. Pero el pecado, el error, no invalida la búsqueda del cumplimiento del mandamiento, la posibilidad cierta y real de pecar no invalida que se “camine en los mandamientos”. ¿Acaso nunca pecaron Zacarías y Elisabeth? ¿Acaso nunca transgredieron alguno de los mandamientos? Por supuesto que lo hicieron, por ello es que Pablo nos dice en Romanos 3:23 “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de YHWH,…”. Y sin embargo Lucas, quien era más sabio que usted y yo dice que eran “irreprensibles” en cuanto a las ordenanzas y mandamientos.
Entonces ¿Dónde está la llave que permite abrir el entendimiento a esta cuestión? En que según Romanos 6:23 “…la paga del pecado es muerte,…” Y así como Zacarías y Elisabeth por haber pecado, todos seríamos merecedores de la muerte. Sin embargo en el mismo versículo de Romanos se nos dice “…la dádiva de YHWH es vida eterna en  Yeshúa Señor nuestro.” Esta dádiva es lo que teológicamente se ha llamado “carisma” del griego χάρισμα lo cual es un don gratuito, algo que se obtiene sin nada a cambio.
La orden de YHWH es simple y directa: guardar los mandamientos. Pero teniendo siempre presente las palabras de 1ra de Juan 2:1
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Yeshúa el justo.”
Ricardo.

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