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🟢 El misterio de la iniquidad

 

A raíz de una consulta recibida surgió la necesidad de brindar algunos elementos que, aun cuando su uso es sencillo, nos servirán aquellas veces en que nos internamos en los preciosos caminos de las Escrituras.
Lo que ocurrió es que un hermano de una de las Congregaciones en Argentina consultó acerca de los siguientes pasajes, los cuales pertenecen a la llamada Carta a los Hebreos en la versión Reina-Valera de la Biblia. Veamos Hebreos 8:13
“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”
Pensando por un instante el trasfondo de la pregunta, es obvio que lo que se desprende de esto es un típico interrogante que surge en la mente de cualquier persona formada en el protestantismo. Especialmente evangélico. Pues lo que se piensa enseguida es que el versículo en cuestión hace referencia a lo siguiente:
Nuevo pacto: sería el pacto realizado por Yeshúa en la llamada última cena, caracterizado por una nueva etapa denominada el tiempo de la Gracia.
Viejo Pacto: sería el pacto celebrado por Israel en Sinaí teniendo a Moisés como mediador y que contendría lo que se llamaría el tiempo de la Ley.
No juzgamos esta forma de pensamiento. Es más, es comprensible que cualquier cristiano pensase así. Lo cual no quiere decir que esté en lo correcto. Muy por el contrario esta forma de pensar es el resultado de siglos de actuar lo que Pablo llamó el misterio de la iniquidad en la segunda carta a Tesalónica. Lo que en griego se denominó μυστήριον … τῆς ἀνομίας.
Las tres palabras griegas transliteradas son “misterio”, la palabra “τῆς” que es un artículo para la declinación griega en genitivo y la palabra “anomias”.
O sea en el trasfondo de la pregunta se encuentra el llamado misterio de la anomia. Pero ¿Qué es la “anomia”?
Esta última palabra es más que interesante pues nos habla de la negación de la nomos. La partícula “a” implica negación, como en la palabra “atonal”, lo cual quiere decir “sin tonalidad”. El prefijo “a” (α la letra alfa griega) significa sin.
O sea “a” (negación, o sea “sin”) y “nomos” (Instrucción, lo que en hebreo llamamos Toráh). O sea Pablo nos dice en la carta a los Tesalonicenses que ya en aquel momento entraba en acción la negación de la Toráh. Tema este que desarrollaremos con amplitud en otro trabajo.
Estudiando la cuestión en primer lugar ¿Dónde está insertado el versículo?
La llamada Carta a los Hebreos.
¿Esto qué nos dice?
Aquí  debemos observar algo. En ningún lugar de la carta dice que se dirige a una comunidad de judíos. Pero su contenido, imbuido de un profundo conocimiento del Tanaj (Toráh, Históricos, Profetas), nos indica claramente que no fue dirigida a una comunidad nueva de gentiles.
Por lo cual entonces lo que tenemos escrito en ella deberá analizarse a la luz del conocimiento que se tenga de la Toráh y “antiguo testamento” en general.
Algo más que debemos tomar en cuenta es lo siguiente. Cuando dejamos los rudimentos dogmáticos del pensamiento cristiano, lo hicimos porque entendimos que un porcentaje muy alto de lo que antes teníamos por verdadera doctrina estaba equivocado. Si esto es así, entonces al momento de analizar este versículo contenido en la carta a los hebreos, debemos despojarnos de cualquier prejuicio aprendido en el cristianismo. Debemos depurar nuestra mente para poder entender con claridad las cosas.
¿Por qué debemos depurar nuestra mente?
Porque ahora nuestro pensamiento debe ser puro como el agua y si a un vaso de agua, como dice una de nuestras hermanas, le agregamos una gota de veneno, ni locos tomaríamos el agua, pues toda ella estaría envenenada.
Entonces cualquier cosa que se le hubiese ocurrido antes acerca de lo que el versículo de Hebreos 8:13 quiere decir, deséchela.
Bien, ya sabemos entonces que la carta fue dirigida a personas con conocimiento hebreo de las escrituras. Si bien no sabemos quién escribió esta carta u homilía, sabemos que fue escrita desde Italia o con conocimiento de creyentes en Italia, lo cual vemos en el versículo 13:24.
¿Cuál es la importancia de este dato?
Que los creyentes de Italia, discípulos de Pablo, eran fieles observantes de la Toráh.
¿Cómo afirmamos esto?
Pues veamos Hechos 21:24
“Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando la ley.”
En los versículos del contexto de esta cita del libro de los Hechos se reafirma la voluntad de Pablo y sus discípulos en guardar la Toráh. Y por supuesto sabemos que la comunidad de creyentes en Roma, abrevó de los conocimientos y la guía que Pablo les dio. Aun cuando el catolicismo romano se esfuerce por insertar a Pedro como el estandarte de la iglesia en Italia.
Entonces hasta aquí tenemos los primeros datos: la carta u homilía fue escrita por observantes de la Instrucción de YHWH y para observantes de la Instrucción de YHWH. Con lo cual no es correcta la interpretación cristiana que dice que el contenido de Hebreos 8:13 es el nuevo pacto  que daría inicio al tiempo de la gracia reemplazando al viejo pacto de la Ley. Ello es una interpretación absurda, sin fundamentos, y que sólo puede originarse a partir de la obra del misterio de la iniquidad.
Pues bien, ya sabemos qué no es. Avancemos para saber qué es.
Aquí  es donde debemos aplicar el análisis de contexto.
No debemos obtener conclusiones de un texto de más de 6000 palabras a partir de sólo 24, que son las que contiene el versículo. No llega al 0,5 por ciento del texto.
Entonces como primera medida corresponde la lectura integral de toda la carta.
Como ya hemos hecho esto en muchas ocasiones, estamos en condiciones de decir al lector que recomendamos, al menos esta vez, la lectura de los dos capítulos que enmarcan el versículo citado.
O sea si la duda surge a partir de Hebreos 8:13, corresponde leer todo el capítulo 7 y todo el capítulo 9.
Aquí debemos incorporar otro dato a nuestro análisis. El que se refiere a la división en capítulos y versículos.
En otras oportunidades hemos explicado que en los textos originales ni la división en capítulos ni en versículos existían. Hay una práctica que recomiendo y que las herramientas de la informática permiten. Obteniendo en alguna página de internet el texto de la carta a los hebreos, copie los tres capítulos (7, 8,9) luego páselos por ejemplo al programa Word y borre las divisiones en capítulos, acomodando el texto para que quede como un texto continuo, sin interrupciones. De esa forma tendrá lo que escribió el autor de la carta a los hebreos sin la imagen equivocada de parcialidad que la división en capítulos puede dar. Borre también los títulos, pues estos son agregados por los editoriales tratando de dar énfasis a sus ideas. Por ejemplo en la versión Reina-Valera antes del versículo 9:23 existe el siguiente título: “El sacrificio de Cristo quita el pecado”. Ese título puesto por quien sabe qué mano guiada por quién sabe qué espíritu, no es parte del original. Está agregado y la única función que tiene es efectuar una división arbitraria cortando la idea que se venía desarrollando en el texto.
Llevando este método a cualquier interrogante que tenga sobre algún pasaje en particular del nuevo testamento, verá que muchas de las respuestas se encuentran a la mano y que no se advierten por estar encasillado nuestro pensamiento en una división arbitraria.
Sigamos adelante. No perdamos de vista la cuestión originaria que era responder a un interrogante acerca de Hebreos 8:13.
Hemos establecido que la carta u homilía fue dirigida a conocedores de la Toráh y hecha por conocedores de la Toráh.
Entonces como también conocedores de la Toráh que somos nosotros, pongámonos en la piel de aquellos que la recibieron. ¿Qué sabían ellos y qué sabemos nosotros con respecto al sacerdocio?
Sabían y sabemos que la idea original era que el sacerdocio fuese ejercido por los primogénitos. Pero que luego de la caída del becerro de oro. El sacerdocio fue dado a Aharón, sus hijos y descendientes y que el resto de las funciones fueron comisionadas a los descendientes de la Tribu de Leví. Sabemos también que el conjunto de tareas sacerdotales son una sombra de las tareas sacerdotales celestiales. Dentro de este marco sabemos también que la función de Kohen Gadol, Sumo Sacerdote, es una sombra de la función del Sumo Sacerdote en los Cielos.
Por supuesto que todo israelita, al haber escuchado cada semana desde su niñez el relato de la Toráh, también conoce la existencia de Melquisedec y su función sacerdotal al recibir los diezmos de parte de Abraham.
Hay que ser claros y sinceros en esto. El creyente cristiano en general desconoce todo esto. Pero el israelita no. Así como desde muy pequeños nuestros niños conocen todas estas historias. Los creyentes que recibieron la carta a los hebreos sabían estas cosas.
Volvamos a la carta a los hebreos. Habíamos establecido que se agruparan tres capítulos quitando sus títulos. Si ahora nos tomamos el pequeño trabajo de leerlos veremos en primer lugar que lo que sería el capítulo 7 habla sobre el sacerdocio de Melquisedec y el sacerdocio levítico. E incluso nos habla acerca de un Pacto. ¿Qué Pacto es este? ¿Es el conjunto de mandamientos dados a Moisés, los cuales incluyen por ejemplo las Fiestas de Levítico 23?
Por supuesto que no. De lo que se habla en el capítulo 7 es del pacto por el cual se instituye el sacerdocio levítico. El cual fue resultado de la caída de los primogénitos y por el cual asimismo se instala el Tabernáculo. No necesitamos que nos crea, léalo por su cuenta.
Asimismo en ese capítulo se habla de Yeshúa como Mediador de un Nuevo pacto sacerdotal. Un sacerdocio que existió previamente y que vuelva a resurgir: el sacerdocio según el orden de Melquisedec.
Avanzando veamos ahora lo que correspondería al capítulo 8 ¿Se toca aquí un tema distinto que justifique un nuevo capítulo? El propio texto nos demuestra que no, Hebreos 8:1
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,…”
O sea seguimos hablando de lo mismo.
Entonces veamos lo que nos dicen los siguientes versículos, Hebreos 7: 12-16
“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley;  y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.  Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio.
Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible.”
¿Cuál es el cambio de ley, cuál es el mandamiento acerca de la descendencia?
Precisamente el que dice que serán sacerdotes y servidores en el Templo los descendientes de la Tribu de Leví. Pues Yeshúa, quien ahora es el Sumo Sacerdote colocado frente al Trono del Padre, pertenece a la Tribu de Judá, es físicamente descendiente de Judá. Por ello el versículo 12 es tan claro: “necesario es que haya también cambio de ley”
¿Pero de qué Ley? ¿Es necesario que desaparezca la Toráh y sea reemplazada por el “tiempo de la gracia”?
¡Qué tontería tan grande! El cambio de ley según leemos a lo largo del “capítulo 7” es la del sacerdocio levítico, que fue un remedio pasajero hasta tanto fuese levantado el verdadero Sumo Sacerdote celestial, Yeshúa HaMashíaj.
Según vimos el “capítulo 8” es una continuidad del 7. Por lo cual no encontraremos contradicción entre ambos.
Y en los hechos es así, pues se sigue hablando de la tarea de los sacerdotes terrenales, léalo. Por ejemplo el versículo de 8: 5
“…los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo…”
Y de esta forma llegamos al versículo que originó este análisis, pero no lo leeremos en forma aislada sino con el versículo siguiente que una mano misteriosa se encargó de alejar, Hebreos 8:13 y 9:1-2
“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.
 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. Porque el tabernáculo estaba dispuesto así…”
Tan solo de la lectura seria de estos versículos unidos se entiende que el pacto que queda de lado es el pacto por el cual fueron instituidos Aharón, sus hijos y los levitas. Todo lo cual es reafirmado en los siguientes versículos del capítulo 9.
El misterio de la iniquidad se ha manifestado a través de siglos, teniendo siempre la intención de negar la Toráh, Instrucción, y los mandamientos de YHWH para nuestras vidas.
Es en estos ajarit hayamim, tiempos del fin, en que finalmente podemos ir descubriendo y desenredando su madeja. Y en esta maraña de entramados y confusiones religiosas, llegar a descubrir la verdad que YHWH preparó para nosotros.
*RICARDO*

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