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🔵CERINTO

Soy consciente de que este es un nombre desconocido para la mayoría de los creyentes en Yeshúa. Y está bien que así lo sea, pues los anticristos sólo se merecen el olvido de la historia. Y lo dejaría en el pasado si no fuese por la necesidad de la defensa de la sana doctrina.
Es que en la actualidad, aun quizás sin conocerlo, nuevos seguidores de Cerinto están surgiendo en el mundo.
Por ello es necesario que traigamos a la vida a antiguos fantasmas olvidados por la historia, para volver a destruirlos antes de que otros continúen con sus herejías.
A fines del siglo I y comienzos del II, Cerinto se movió en el mundo religioso del Mediterráneo como un creyente en Yeshúa. No escribo con esto que eso fuera en realidad, sino que se manejó de esa forma entre las personas que recién comenzaban a creer en el Mesías de Israel devenido en la figura ahora seguida por parte del mundo pagano. Y escribo esto porque en los primeros tiempos no estaba bien claro qué era y qué no era un seguidor de Yeshúa.
Por esta misma circunstancia es que tantas veces he levantado mis brazos contra aquellos que tratan de poner en duda el texto que hemos recibido, las Escrituras que los siglos nos han legado. Y por supuesto, principalmente la Septuaginta.
Pues si alguien logra sembrar dudas en nuestras mentes sobre la validez del texto, entonces no tendríamos en qué apoyarnos. Y esta es una de las maniobras del maligno.
¿Qué decía Cerinto que debe resultarnos tan grave ahora?
El primer punto de sus ideas es que creía que un ser humano común, Yeshúa, había nacido de la unión sexual de José y María. Luego durante el famoso bautismo que le hace Juan, sobre este Yeshúa meramente humano habría descendido el Ungido. Asimismo, antes de la crucifixión, ese mismo Ungido habría ascendido nuevamente y abandonado el cuerpo de Yeshúa.
De esta forma las personas de Yeshúa y el Mesías  terminan siendo entidades, seres diferentes y separados.
Esta posición de Cerinto era similar a la de los llamados Ebionitas. Estos últimos eran una secta muy cercana al judaísmo, la cual negaba la naturaleza divina de Yeshúa.
Uno de los grandes problemas que genera la herejía de los cerintianos es que  al considerar esa doble existencia en el Salvador, se aceptan como válidas, como lícitas las pasiones carnales del ser humano. Pues si el ejemplo a seguir se separó de su realidad carnal entonces sus discípulos y seguidores también pueden desdoblar su realidad. Sirviendo con el cuerpo a las pasiones carnales y con la mente y el alma a YHWH. O sea, que si bien puedo tener mi alma dirigida a la Salvación, puedo dedicar mi cuerpo a cuanta satisfacción carnal se me ocurra. Por lo cual tanto Cerinto como sus seguidores eran reconocidos por la multitud de sus pecados, lascivia, glotonería, pecados sexuales, etcétera. Es más pensaban que durante el milenio, el ser humano podría desbarrancarse en un comercio de pecado de toda índole.
Algo que no debemos perder de vista es que al considerar que el “Mesías” se separó del “Yeshúa hombre” antes de la crucifixión, entonces no padeció ni murió por los pecados de Israel y la Humanidad.
Esta idea de los herejes está basada en la idea de que “YHWH no puede sufrir ni morir”, lo cual en principio a cualquier alma descarriada le puede resultar razonable. Sin embargo sabemos bien que la muerte del Esposo fue necesaria para que la Unión entre el Hijo de YHWH y la Congregación de Israel pudiese a concretarse.
Estos argumentos aún hoy son los que sostiene el judaísmo tradicional para negar que Yeshúa sea Elohim. Y de estos argumentos están impregnados muchos estudios y análisis de esta gente. No me preocuparía en lo más mínimo lo que los judíos piensen si no fuese porque en ocasiones, improvisados “maestros”, copian y pegan estudios en sus muros repitiendo parte de estas ideas desconociendo sus consecuencias. Por ello, amigo lector, te invito una vez más a que disciernas los espíritus y no adquieras, para tu depósito doctrinal, cualquier tontería por más sabor hebreo que pudiese tener. Antes prueben los espíritus.
Ricardo.

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