Ir al contenido

Porción “En mis estatutos” (Parashá Bejukotai) Levítico 26,3-27,34

Porción   “En mis estatutos”

 (Parashá Bejukotai) Levítico 26,3-27,34
Con esta porción de la Instrucción nos encontramos terminando el Libro Levítico (Vaikrá), este libro es llamado también Torot Hakohanim, las instrucciones de los sacerdotes.
En este final del libro encontramos bendiciones y maldiciones que ocurren, pero todo ello bajo el peso de una palabra en particular. La palabra con la cual comienza esta porción en el idioma hebreo es םאִ (Strongs. 518 “Im”) Esta palabra es el condicional “si”.
Un condicional se emplea cuando hay una acción hipotética, o sea está la hipótesis de que algo se haga o no. Llevando esto a palabras más entendibles, detrás de esta palabra está la libertad de hacer o no hacer.
Ahora bien el hecho de que en esta porción se nos hable del cumplimiento voluntario de los mandamientos necesariamente lleva a la pregunta que muchos se hacen ¿Es posible cumplir los mandamientos?
Esta pregunta se la hacen miembros de distintas comunidades religiosas, pero lo que es sorprendente no es que muchos se hagan estas preguntas. Lo que sí es sorprendente es que muchos respondan que no es posible.
Esto nos tendría que llevar a un razonamiento sencillo, escribo en términos mundanos: ¿YHWH nos está diciendo que cumplamos algo que es imposible cumplir? ¿Qué clase de burla es esta?
¿O la burla es el razonamiento de los que piensan que es imposible cumplirlos?
Cuando alguien nos hace ese planteo de inmediato surgen algunas preguntas con ejemplos sencillos. ¿Es imposible no asesinar? ¿Es imposible no mentir? ¿Es imposible guardar las fiestas? ¿Es imposible colocarse tzytzyot en las cuatro esquinas de la ropa?
Por supuesto que no es imposible. Alguien dirá: Bueno pero todo el mundo alguna vez miente, o todos alguna vez somos chismosos, o todos alguna vez cometemos adulterio (al menos en nuestras mentes). Y la respuesta franca y sencilla es ¿Y eso qué tiene que ver? De lo que se trata es de buscar de día y de noche el cumplimiento de su voluntad y si en alguna manera hemos trasgredido buen abogado tenemos en nuestro Señor. De lo que se trata es que la posibilidad de tener en Yeshúa un abogado, no es un salvoconducto, una vía libre para pecar en forma deliberada.
¿Tiene fundamento esto que escribo? O sea, puedo aseverar que alguien haya cumplido los mandamientos. Por supuesto que sí, tenemos muchos ejemplos en las Escrituras que nos dicen esto. Pero el lenguaje de las escrituras está tan manipulado para que no se entienda lo importante, que se pierde todo rastro de verdad.
Daremos dos ejemplos de modo de presentar dos testigos, incluso uno del antiguo testamento y uno del nuevo para que todos los lectores se sientan escuchados.
Pero antes de dar los ejemplos debo explicar el alcance de una palabra. Esta es el hebreo Tzadik lo cual se traduce como Justo. Si bien el concepto hebreo es muy grande para resumirlo en pocas palabras, daremos una idea para que se entienda. Un justo es una persona cuyo ser se encuentra guiado por la tzedek, la justicia. Asimismo esa actitud de vida lo sumerge en la tzedaká (lo cual en términos castellanos podríamos llamar caridad, aun cuando el concepto es más amplio). Y la propia Instrucción nos enseña que el Justo es la persona cuyos actos se encuentran guiados por el cumplimiento a la voluntad de YHWH expresada en sus mandamientos.  O sea un Justo es una persona íntegra en el cumplimiento de los mandamientos de YHWH. Entonces cuando nos preguntamos si es posible cumplir los mandamientos, no debemos preguntar si ha habido persona que los cumplieran o sea si hay personas que fuesen justos. Veamos entonces qué nos dice la propia Biblia:
Lucas 1:5-6
“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.
Ambos eran justos delante de YHWH, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.”
Entonces tenemos que Zacarías y Elisabet andaban irreprensibles en todos los mandamientos.
Y ahora el segundo testigo, un ejemplo del antiguo testamento:
2do de Samuel 22: 21 al 25
“YHWH me ha premiado conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos me ha recompensado.
Porque yo he guardado los caminos de YHWH, Y no me aparté impíamente de mi Elohim.
Pues todos sus decretos estuvieron delante de mí, Y no me he apartado de sus estatutos.
Fui recto para con él, Y me he guardado de mi maldad;  Por lo cual me ha recompensado YHWH conforme a mi justicia; Conforme a la limpieza de mis manos delante de su vista.”
Realmente lo imposible no es cumplir los mandamientos, lo imposible parece ser lograr que algunos lean por lo menos sus Biblias.
Ahora entendemos que no seguimos a un Elohim inicuo que nos indica hacer algo imposible y que nadie ha hecho.
Es muy importante conocer las bendiciones y las promesas contenidas en esta porción de la Toráh y llegado el caso pedir a YHWH que nos las envíe conforme nuestro andar en sus caminos.
Pero en este último punto es importante hacer un alto, pues sabemos bien que existen un conjunto de consecuencias por no observar su Voluntad. Este conjunto de maldiciones también está prometido a aquellos que sigan el camino de la iniquidad, o sea de la transgresión de la Toráh.
En su inmensa bondad el mismo Creador nos ha indicado el camino para la teshuvá, para el retorno. Veamos esta parte de la porción indicada:
Levítico 26:40 “Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición,…”
O sea para volver, para retornar, para hacer teshuvá, arrepentimiento, es necesario reconocer no sólo la propia iniquidad sino también la iniquidad de nuestros padres.
Es necesario entonces que no nos dejemos arrastrar por lo que creemos de las palabras y veamos aquí también qué significa iniquidad. Puesto que se nos dice que debemos confesar nuestra iniquidad y la iniquidad de nuestros padres  ¿No es acaso razonable saber qué quiere decir la palabra iniquidad?
Aquí hay algo que debemos aprender para poder entender mejor las Escrituras, es el hecho de que debemos indagar realmente qué quieren decir las palabras. No lo que a nosotros se nos ocurre que quieren decir, o la idea que tenemos de esas palabras, sino lo que verdaderamente quieren decir.
Con la palabra iniquidad ocurre algo que confunde, pues cualquier persona tiene una cierta noción de lo que iniquidad quiere decir. El Diccionario de la Real Academia Española nos dice que se trata de “maldad, injusticia grande”(A su vez nos indica que esta palabra surge de la palabra en latín  iniquĭtas). Pero esta “maldad” no alcanza a describir el contenido importante de la palabra en cuestión.
Cuando vemos la palabra que se empleó en el idioma griego ya nos encaminamos un poco más. ¿Por qué me detengo en el idioma griego en lugar de decir que busquemos en el hebreo directamente?
Porque por desgracia no contamos con un texto fiel del nuevo testamento en el original hebreo en el que fue escrito. Pero sí lo tenemos en el segundo idioma al cual fueron traducidas las escrituras, me refiero al griego.
Cuando los escritores hebreos tradujeron sus textos del hebreo al griego ¿Qué palabras usaron? ¿Qué tuvieron en cuenta al elegir las palabras griegas? Lo que tomaron en cuenta fue la llamada Septuaginta o versión de los setenta en griego del antiguo testamento. ¿Por qué esto nos es útil?
Porque disponemos de la Septuaginta en griego. Entonces que hace el estudioso de los idiomas de la Biblia. Mira qué palabra en griego se usó en el nuevo testamento. Luego se fija en el antiguo testamento en griego y se fija cómo se usó esa palabra. Luego compara el texto griego del antiguo testamento con el texto que posee en hebreo del antiguo testamento y ahí obtiene la palabra en hebreo que tuvo en mente el escritor del nuevo testamento.
Recorriendo ese camino encontramos que la palabra que ha sido traducida como iniquidad es el hebreo  הוָעָ avah (Strongs 5753) esta palabra es un sinónimo de la palabra pecado.
Ahora entendemos que cuando se habla de iniquidad se está hablando de pecado y ¿qué es el pecado? Veamos lo que la carta de Juan nos dice:
1ra de Juan 3:4 “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.”
Miremos ahora el texto de Levítico usando palabras más acordes con lo que el significado original tiene, reemplazando “iniquidad” por el concepto de pecado que la carta de Juan nos da:
Levítico 26:40 “Y confesarán su infracción a la Ley, y la infracción a la Ley de sus padres, por su prevaricación con que prevaricaron contra mí; y también porque anduvieron conmigo en oposición,…”
Entiendo que son temas difíciles y que requieren estudio y atención.
Alguien se preguntará ¿Pero entonces resulta que para poder entender la Biblia hay que ser un intelectual, un erudito, una persona que sepa griego, hebreo, etc.?
Originalmente no. Porque las personas conocían el arameo y gran parte también el hebreo. Todos los israelíes conocían la historia de su pueblo. Conocían la Toráh, estaban familiarizados con las fiestas. Sabían quién era el Mesías aunque lo esperara tal cual lo esperamos en su segunda venida.
En síntesis sabían todo lo que el hombre y la mujer occidentales del S.XXI ahora no saben. De seguro no todo el pueblo esté preparado para encarar estos estudios serios de las Escrituras. Y nadie se los va a exigir, pero sí debería exigírseles a los que se dicen pastores de las ovejas de YHWH, la seriedad de indagar e incluso pedir ayuda a quienes los pueden ayudar. Pues si no se está dando enseñanza verdadera ¿Qué tonterías se están enseñando?
Parashá Bejukotai cierra el libro de Levítico, cierra la bisagra de la Toráh. Pues ahora, comenzando en la próxima porción de Números nos encontraremos con los dos últimos libros de nuestras Sagradas Escrituras.
 *RICARDO*

Se permite la reproducción total o parcial mencionando al autor. Todos los derechos reservados.

Powered by BetterDocs