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Porción “Cuando salgas” (Ki Tetsé)

Table of Contents
Deuteronomio 21:10 a 25:19 – 
 

parte 1 #

Cuando comenzamos la lectura de esta porción de la Instrucción, recibimos una indicación muy interesante, que aun cuando pareciera dirigirse únicamente al caso de una situación de guerra; en realidad es una enseñanza práctica para la vida cotidiana. Veamos  Deuteronomio 21: 10 al 14:
“Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y YHWH tu Elohim los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer. Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste.”
Algunas aclaraciones debo hacer.
En primer lugar obviamente se nos habla de una situación de guerra, que ha culminado con una victoria, y algunos civiles han terminado como prisioneros. Como estos escritos están dirigidos en su mayor parte a un público occidental, viviente en países que en su mayor parte no han sufrido en los últimos años los rigores de guerras de invasión y esclavitud, debo explicar algo. En la mayoría de las guerras el pueblo derrotado era o bien exterminado, o bien esclavizado, sus niños llevados como esclavos, muchas veces sexuales, sus ancianos asesinados, los hombres que quedaban vivos eran mutilados. Muchos ofrecidos como sacrificio a los dioses de los victoriosos. Y por supuesto las mujeres jóvenes reducidas a ser esclavas sexuales y otras aberraciones que da escalofríos imaginar.
¿Creen que exagero? Pregunten a los belgas qué ocurrió con sus mujeres cuando los alemanes invadieron. O pregunten a los sirios cristianos qué ocurrió con sus niñas en los lugares donde “estado islámico” ganó territorios.
Esto no es historia antigua, es la realidad que miles de personas aún viven en nuestro mundo.
Y esa es la realidad que los pueblos de medio oriente experimentaban desde tiempos antiguos después de una guerra.
Las leyes que la Instrucción determina, dadas hace miles de años, representan un bálsamo espiritual aliviando las cargas de vencedores y vencidos.
La segunda aclaración tiene que ver con determinar a qué cautivos se refiere. Pues aquí no se hace referencia a los 7 pueblos cananeos, los cuales debían ser exterminados en su totalidad. Sino que se refiere a las posibles guerras que ocurriesen por ejemplo contra Egipto o los madianitas, o más a futuro con los filisteos.
Observado esto veamos qué nos dice esta primer parte de la porción.
Ya escribí en otras ocasiones sobre aquello  que llamamos “el camino del pecado”. O sea el derrotero que transita cualquier persona por ejemplo para llegar a una situación de adulterio. Nadie amanece acostado en una cama con una persona que no es su cónyuge por obra de la magia. Sino que existen un conjunto de pasos que se van dando, los cuales conducen a adulterar. Lo mismo ocurre con el que roba, asesina, etc. Hay un conjunto de pasos que se van dando en una dirección contraria a los mandamientos de YHWH,  y concluye en el hecho que llamamos pecado.
En la porción de hoy debemos tomar en cuenta que no es la voluntad del Altísimo que los soldados se casasen con las cautivas. Sino que aquí lo que tenemos es una voluntad permisiva de parte de Él. Está permitiendo que ocurra algo, y para permitirlo da una serie de condiciones.
“…y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares…”
En este primer extracto de versículo tenemos dos palabras clave que nos indican cómo da comienzo el proceso: vieres y codiciares.
Alguna vez me fue enseñado que la primera mirada no es la que conduce al pecado, pues sólo un ciego no vería a la persona frente a sí. En el pasaje en cuestión la persona se encuentra mirando con atención a la cautiva. Nos referimos a esa mirada cuya intención codicia lo que está viendo. Esa mirada atenta que conduce a la imaginación. Es la mirada que se dirige hacia donde no debió haberse dirigido. Es la mirada que discurre a lo largo de la persona y busca retener la información que está recibiendo. Es la que conduce a la codicia. A la pretensión de poseer algo que YHWH mismo no desea que sea tomado. Pues esa mirada es lo que transforma algo externo en algo que deseamos desde lo profundo de nuestro interior.
Recordemos aquello de “… si tu ojo te es ocasión de caer…”
Si bien está claro que no era un pecado casarse con la cautiva, ello nos sirve como ejemplo. Pues el comienzo del deseo es similar al comienzo en el camino del pecado.
Imaginemos por un instante la situación de dos amigas casadas, conocedoras de la Toráh paradas en una calle. Delante de ellas pasa un hombre muy apuesto y la mirada de una de ellas comienza a extraviarse… Debiera bastar con pronunciar las palabras “Ki Tetsé” que nos indican el comienzo de esta porción, para que se detenga el “camino del pecado” iniciado. Y ello puede trasladarse a cualquiera de las áreas de la vida. Siempre existe la posibilidad de colocar un freno a nuestras pasiones. En el caso de las mujeres del ejemplo, luego de las palabras ki tetsé correspondería por parte de la otra recordar sus votos matrimoniales y dejar de mirar antes que la codicia sea parte de sus pensamientos. Pues las palabras ki tetsé nos deben recordar las enseñanzas recibidas en la porción. Este es el motivo por el cual les ponemos nombres a las porciones. Para que con el repetido ciclo a través del cual vamos reteniendo y aprendiendo cada vez más de ellas, se nos hagan carne en nuestro ser sus enseñanzas. Y la sola mención de su nombre conduzca nuestra mente hacia su contenido.
Continuando con el análisis de la porción, y teniendo en mente que en el caso en cuestión no hay pecado al tomar como esposa a una de las cautivas, vemos las condiciones que impone YHWH.
“…la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas,  y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa;…”
Se habla aquí de que la mujer es recibida en la casa de quien la pretende tomar como esposa, requiriendo de ella que:
• Rape su cabeza
• Corte sus uñas
• Quite su vestido
¿Qué implican en un sentido literal estas exigencias?
Conforme lo que los mismos versículos indican, cada uno de estos actos provocaban  humillación: “…por cuanto la humillaste…”.
De esto podemos obtener algunas conclusiones no sólo para esa época sino también para nuestros tiempos.
Sabemos que es humillante que una mujer sea rapada. Recordemos las mujeres francesas que colaboraron con los nazis en la segunda guerra, cuando los malvados, su memoria sea borrada, se retiraron de París, éstas eran rapadas para así ser reconocidas.
Asimismo las mujeres judías prisioneras en los campos de exterminio sufrían la humillación de ser rapadas.
1ra de Corintios 11:6 “… y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra.”
En cuanto al vestido es interesante que el creyente sepa que era una costumbre de los pueblos alrededor de Israel un atavío especial en las mujeres jóvenes en tiempos de guerra. Con la intención de provocar distracción de los hombres en batalla, de quitarlos de su objetivo, estas se vestían engalanadas y provocativas. A esta vestimenta es a la que hace referencia precisamente la Toráh.
En un plano literal el hombre hacía ingresar a la mujer en la casa despojándola de todo aquello que la hacía atractiva, codiciable. Verla durante el mes de luto sin los atavíos que la engalanaban. Recién después de ello si aún se sentía no sólo atraído sino con la intención de formar hogar, podía tomarla como esposa.
Pero ahora es preciso que veamos un cierto contenido sicológico que estos versículos poseen.
En una cantidad de ocasiones donde la Instrucción se refiere a la casa del hombre, se está haciendo también una referencia al plano sicológico. Siendo la casa la mente misma del hombre.
Pensemos en esto. El hombre debía ingresar a esa mujer en su mente pero sin la primera imagen o impresión que había recibido y que había generado su deseo hacia ella.
Despojándola de todo aquello que externamente daba su bella apariencia.
De igual modo de ello se nos está dando una enseñanza acerca de aquellos aspectos del exterior de una persona que pueden llevarnos a confusión o una mala toma de decisiones. Los cuales es preciso que en nuestra casa (nuestra mente) quitemos buscando la verdad oculta detrás de los afeites externos. Tanto físicos como de la personalidad. Pensemos por un instante si vamos a regir nuestros destinos familiares por la elegancia en el vestir de una persona. O si nos regiremos porque “nos hace reír”.  O sembrar nuestra confianza en que “parece un hombre bueno”.
El último aspecto a considerar era la obligación de “…llorará a su padre y a su madre un mes entero…”
En un sentido literal tenemos la indicación de que la mujer pueda cumplir con el luto necesario. Lo cual hace a la salud mental de ambos futuros esposos.
Pero también en un sentido más interior aquí tenemos una necesaria indicación de que la mujer deberá romper con todo el pensamiento y las costumbres contrarias a Israel que traía de sus antepasados.
Aquí debe llorar la muerte de sus padres, despedirse interiormente, cortar las ligaduras con aquello que la ataba interiormente a sus antepasados, a su cultura, sus costumbres y fundamentalmente a su idolatría. Sólo de esa forma poder estar preparada para una nueva vida como mujer israelita.
Finalmente como el Pueblo de Israel no es un pueblo esclavista, si el hombre no deseaba casarse con la cautiva, su postrer estado no podía ser otro que el de una mujer libre. La cual podía reiniciar su vida con otro hombre.
Como hemos visto, mandamientos que parecen no tener conexión con nosotros, en realidad nos dan importantes enseñanzas para el acontecer cotidiano.

Que siempre nuestros ojos estén atentos a la enseñanza de la Instrucción a la Luz del Mashíaj y no que se transformen en instrumentos de la codicia.

 
 
 
 

parte 2 #

Los seres humanos gozan de una libertad para obrar, que el resto de la Creación no posee. Es el llamado libre albedrío. Es este un concepto que trasciende el aspecto filosófico, pues no es precisamente un invento de los pensadores, sino una realidad que se verifica en la atribución de responsabilidad a las personas por sus pecados. Esto significa que el hecho de que las personas sean culpables de sus pecados, indica que pudieron haber obrado de otro modo. La persona que no tiene otro modo de obrar, encuentra que su voluntad se encuentra dirigida por otro hacia un objetivo. Por ejemplo si tomo la mano de una persona que tiene menos fortaleza física que yo y dirigiéndola, hago que hiera a otra. Entonces su voluntad estuvo dirigida por mis manos y no fue libre al obrar.

En occidente se da la discusión acerca de si la homosexualidad es una enfermedad o un pecado. Más allá de las posibles raíces espirituales de toda enfermedad. Está claro que si fuese una enfermedad no se trataría de un pecado. Por cuanto una persona que tiene 40º de fiebre, no tienen pecado por tener su cabeza caliente. O una persona con sarampión no es culpable de pecado por lo que su piel expone. La homosexualidad es un pecado precisamente porque la persona homosexual decide llevar adelante ese acto prohibido por las Escrituras. Una persona que en una cárcel es sometida y violada por otras personas de su mismo sexo, no será culpable de homosexualidad porque su libre albedrío se ha visto imposibilitado de actuar.
En esta perspectiva es que debemos analizar los medios con los cuales una persona cuenta al momento de actuar. Ello nos permitirá entender si ha sido posible o no la posibilidad de otra conducta.
Todo ser humano tiene lo que se llaman frenos inhibitorios en su sicología. Estos son frenos que inhiben a la persona a actuar llevando adelante acciones que ha aprendido socialmente como negativas.
Por ejemplo, toda persona sabe que manejando un automóvil en forma descontrolada y a alta velocidad, es posible que produzca un accidente y la consecuente muerte de un semejante. Pero qué ocurre si esa persona bebe alcohol en demasía. El resultado será que esos frenos sicológicos que le impiden o llaman la atención al obrar, se vean menguados, disminuidos o directamente desaparezcan.
Es allí cuando aparecen las personas de su entorno para llamarle la atención sobre ese hecho y aconsejarlo o llegado el caso impedirle que conduzca.
Inclusive en países desarrollados existe la costumbre del llamado “conductor designado”, este es un miembro del grupo de personas que van a tomar bebidas alcohólicas y que por la seguridad del grupo se abstiene de tomar. Luego de la parranda es este el que conduce el automóvil.
Finalmente si la persona ha bebido en demasía, y sus pares no lo han detenido, todavía queda la posibilidad de que las autoridades policiales tomen medidas, haciendo los llamados controles de alcoholemia y deteniendo su marcha.
Si analizamos la secuencia de esto que he descripto veremos que se relaciona directamente con una parte de la porción que estamos analizando. Veamos Deut. 21: 18 a 21
“Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho.
Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y temerá.”
Analizando los versículos que he transcripto podemos ver que en estos tenemos varios actores:
• Hijo: rebelde y terco, glotón y borracho
• Padres
• Ancianos
• Pueblo
De acuerdo a lo visto tenemos en el Hijo a la persona del ejemplo, un hombre que no sabe refrenar sus instintos. Que producto de la glotonería y la pasión por las bebidas ha puesto en tristeza y deshonra a sus padres, y a sí mismo. Este Hijo no ha sabido ponerse un límite y ello lo ha llevado a los excesos que hacen que sus padres lo lleven ante las autoridades.
El Hijo en cuestión no ha escuchado los constantes llamados de atención de sus padres.
“…que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere…”
Cayendo incluso en perjudicar económicamente a los mismos.
Como escribimos, el primer freno lo tiene la persona misma. Es el individuo quien primero tiene las herramientas, conforme al libre albedrío, de ponerse límites.
Pero en segunda instancia ha aparecido la familia, como ese reservorio social de Paz, donde la mayoría de los problemas se resuelven y las personas corrigen sus caminos. Por ello toda la Toráh siempre se encamina a la protección de la Familia como uno de los bienes más preciados de la sociedad, lo cual ha sido bien receptado por el cristianismo desde el principio.
Pero cuando el propio individuo y la familia no son suficientes para detener la mala conducta, es cuando la misma sociedad necesita protegerse de aquellos que la pueden dañar. Pues ya el mal ha trascendido del ámbito restringido, del círculo íntimo, hasta los demás.
Ello se ve representado en los ancianos quienes como autoridades judiciales imponen la necesidad del castigo, la última línea de protección entre la desintegración social y la supervivencia.
La sociedad actual se encuentra muy corrompida pues los tres estamentos indicados por la porción Ki Tetsé se encuentran también corrompidos.
No sólo el ser humano individual ha perdido su autocontrol, sus frenos, sino que la expansión del pecado llega a todas las esferas.
Asistimos en la sociedad a una degradación y desintegración de la familia sin precedentes.
Hoy se le llama familia a un hombre viviendo con otro hombre, a una mujer haciendo pareja con otra, a cualquier mezcolanza.
Por otro lado las autoridades que debieran salvaguardar la salud social hacen la vista gorda antes los atropellos que los individuos de bien sufren. Permiten la proliferación de drogas, perversiones, etc.
Este coctel necesariamente conduce a que no existan frenos en ninguno de los estamentos y como consecuencia asistimos a un tiempo donde se ha permitido que el pecado se mueva libremente.
Nuestra esperanza está en el cumplimiento de las palabras proféticas del apóstol, Romanos 5:20

“…mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;…”

 
 
 
 

parte 3 #

La Toráh no tiene subtítulos, ello significa que los libros de la Instrucción no tienen una división interior marcada en títulos que agrupen versículos tal cual puede verse en cualquier Biblia actual.

La división en capítulos que tenemos en la actualidad es obra de Stephen Langton quien fuese Obispo de Canterbury. A esto lo hizo sobre el texto latino de la Vulgata de San Jerónimo, hacia el año 1226.
Fue  Santos Pagnino, judío converso italiano quien luego de  25 años de trabajo hizo su traducción de la Biblia, publicada en 1527; quien  fue el primero en dividir el texto en versículos numerados. Ello ocurrió como puede calcularse, tres siglos después de Langton.
Hago estas observaciones porque, si bien los versículos nos ayudan muchísimo a ubicarnos en los textos, en ocasiones los títulos colocados en los capítulos y sus divisiones interiores, nos pueden confundir.
Tomando como ejemplo la Versión de la Biblia llamada Reina-Valera, en parte de  la porción Ki Tetse (Cuando salgas) encontramos los siguientes títulos, lo cual Ud. Puede observar en su Biblia:
• Diversas leyes 21:10 a 21:23
• Capítulo 22
• 22:1 a 22:12
• Leyes sobre la castidad 22:13 a 22:30
• Capítulo 23 Los excluidos de la congregación 23:1 a 23:8
• Leyes sanitarias 23:9 a 23:14
Este listado puede ser seguido por cualquier creyente en una Biblia de esa versión. Algo similar ocurre con todas las utilizadas en las religiones mayoritarias.
Pero estos títulos colocados  poco ayudan a entender los temas tratados en la Instrucción. Por ello es que el creyente debe aprender a elevar su mirada por encima de estas indicaciones editoriales. Si bien realizadas quizás con la buena intención de ayudar al lector, debo decir que también a veces se constituyen en factores de error y desviación de los ejes verdaderos.
Lo que ocurre es que fueron hechos por personas que desconocían y desconocen el ciclo de la Toráh. Por esto me encargué de explicar quién hizo el detalle de los versículos. Los cuales sí tienen la coherencia necesaria para su estudio.
Los versículos agrupados con un título un poco más acorde al tema tratado y unos títulos alternativos que estimo más convenientes serían:
Cuando salgas a la guerra y te enamores de una extranjera cautiva 21:10 a  21:14
Primogénito de la aborrecida 21: 15 a 21:17
Hijo rebelde y contumaz 21:18 a 21:21
Maldito colgado de un madero 21:22 a 21:23
Propiedades extraviadas de tu hermano 22:1 a 22:4
Travestismo 22:5
Ave con sus polluelos 22:6 a 22:7
Cerco en el techo 22:8
Mezclas de semillas en la viña 22:9
Mezclas en los animales de trabajo 22:10
Mezclas en la ropa 22:11
Flecos en la ropa 22:12
Virginidad de la joven por casarse 22:13 a 22:21
Violación de una mujer 22:22 a 22:30
Santidad del lecho paterno 22:31
Esta es una muestra de cuan distintas aparecen las escrituras cuando se les da un título a los versículos agrupados, que sea más acorde con el tema que tratan. Pero este retitulado de los versículos agrupados no es sólo una cuestión menor o anecdótica. Muy por el contrario, el entender los temas que son tratados da una mayor comprensión a la continuidad que la propia Instrucción (Toráh) revela de la vida de las personas.
Miremos los primeros cuatro títulos que daría a los versículos agrupados:
1) Cuando salgas a la guerra y te enamores de una extranjera cautiva
2) Primogénito de la aborrecida
3)  Hijo rebelde y contumaz
4) Maldito colgado de un madero
1) El primero de los títulos y su contenido nos hablan de la elección que realiza un hombre de una futura esposa. Ella no tiene los requerimientos correctos para formar la familia deseaba por YHWH, pues la misma escritura se encarga de mostrar pautas especiales para su aceptación. Sin embargo el hombre sigue esa elección.
2) Producto de ella es que llegan a la vida hijos. Es muy posible que estos hijos, concebidos en un hogar con desequilibrios espirituales, perciban desde su concepción en su interior esta realidad. Es sabido que los niños por nacer ven afectada su futura salud mental por lo que reciben durante el embarazo.
3) Esos niños que han crecido y se han desarrollado en esa realidad de un matrimonio malo desde sus orígenes. Pueden evolucionar como hijos rebeldes, tercos, desobedientes. De ello, el destino de delincuentes no estará muy lejano.
4) Finalmente el mal camino seguido por estos conduce al delito y con este al castigo social que el mismo desencadena. Por caso en el ejemplo, que terminen en manos de la justicia como aquel que por su pecado es muerto y colgado luego de un madero.
Como vemos tan sólo con el resumen del tema que implica colocar los títulos adecuados a lo que se está leyendo. Aparecen importantes conclusiones.
Esta realidad de la Toráh (Instrucción) no está tan oculta a nuestros ojos. Sí es necesario que nos acerquemos a las Escrituras con nuestra visión espiritual renovada.
Si el nuevo creyente pretende seguir encontrando las mismas respuestas que tenía cuando aún no había ingresado en las raíces de la fe. Las respuestas vacías y vanas que recibía de parte de una religiosidad superficial y lavada. Entonces a lo único que se asemejará será al perro que vuelve a su vómito, en lugar del sabio que se alimenta de la Palabra de YHWH.
*RICARDO*

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