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Porción Palabras (Devarim)

Table of Contents

– Parte 1 #

Deuteronomio 1:1 al 3:22

La porción de esta semana da comienzo al último de los libros del llamado Pentateuco, o en nuestra lengua transliterada, Toráh.
En primer lugar debemos admitir que la palabra que se ha usado en castellano es bastante correcta. Pues a este libro se lo llama Deuteronomio. Esta palabra tiene su origen en el idioma griego y significa repetición de la Ley (ΔΕΥΤΕΡΟΝΟΜΙΟΝ) que es la palabra que los sabios judíos emplearon en griego para referirse al mismo en la versión griega llamada Septuaginta.  Y de hecho en hebreo a este libro se lo llama Mishné Toráh lo cual significa repetición de la Toráh. El porqué  de este nombre tiene que ver con que en él se reproducen los mandamientos, estatutos y decretos contenidos en el resto de los libros. Pero esta vez ha cambiado el narrador de la historia.
Los primeros cuatro libros vistos tienen un narrador que se dirige al lector en tercera persona. O sea a cada paso se dan oraciones cuyo contenido está dicho por un narrador que nos va relatando lo que ocurre con el hombre y cómo se comunica YHWH con él. Por supuesto que ese narrador en tercera persona es YHWH mismo.
Pero a diferencia de estos cuatro, en el quinto libro de la Toráh, el narrador ahora lo hace en primera persona. ¿Y quién es este narrador en primera persona? Pues es el propio Moisés.
Pensemos por un instante lo maravilloso de lo que estamos contando. En el final de la Toráh, ya no es más El Creador quien cuenta la historia, sino la criatura misma quien ocupa ese lugar. Pero y aquí se da lo maravilloso. ¿Cómo es que ocurre esto de que el creador deje su lugar para que este lo ocupe el hombre al narrar? Pues que en este tiempo por supuesto Moisés y YHWH son Uno, y es el Creador quien se comunica con el Hombre a través de la boca de Moisés.
Es necesario además que observemos algunas cuestiones importantes al momento de analizar el contenido de este libro, las cuales nos servirán para entender lo que aquí ocurre.
En primer lugar, dónde y cuándo se da el contenido de este último libro.
Deut. 1:5 “De este lado del Jordán, en tierra de Moab, resolvió Moisés declarar esta ley, diciendo:…”
O sea para situarnos geográficamente lo primero que recibimos es que el contenido del libro Deuteronomio fue dado antes de ingresar en la Tierra Prometida.
Esto es muy significativo pues Moisés no podía ingresar en ella, más adelante recordaremos por qué. Entonces antes del ingreso Moisés da este conjunto de palabras.
Como Moisés sabe que no va a ingresar en la Tierra y que pronto dormirá con sus padres, alguien podría pensar que el caudillo pretende retardar el momento. Sin embargo la situación es muy distinta pues lo que hace en realidad Moisés es demostrar su inmenso cuidado por el bienestar de su Pueblo. Antes de ingresar en la Tierra, Moisés se ocupa de pedir a YHWH un pequeño tiempo más para recordarles a todos los israelitas, con sus palabras, todo lo acontecido y los mandatos que YHWH ha dado a su Pueblo. Cerciorándose de esa forma que aquellos que él ha conducido no olvidarán lo que se les ha mandado.
Esto mismo nos dirige a responder el cuándo. Pues el desarrollo de este libro se da cuando se han cumplido cuarenta años de peregrinar en el desierto. La generación que atendió el mensaje negativo de los espías ha sucumbido en el desierto, y una nueva generación la ha reemplazado.
Deut. 1:3 “Y aconteció que a los cuarenta años, en el mes undécimo, el primero del mes, Moisés habló a los hijos de Israel conforme a todas las cosas que YHWH le había mandado acerca de ellos,…”
Si lo meditamos un poco nos hace pensar en la actitud de un padre que sabe que va a partir y que desea dejar sus últimas enseñanzas a sus hijos. Lo esencial que deberán recordar en la vida.
El versículo primero da nombre a este libro: “Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel…” El vocablo traducido como “palabras” es el hebreo דְּבָרִ֗ים  que es el plural de la palabra  דָּבָר (Strong 1697, davar; plural trans. Devarim). El versículo primero transliterado sería: El le hadevarim asher dibber Moshé.
Con lo cual queda bien asentado que son palabras que habló Moisés tal cual veníamos explicando.
La llegada al libro de Deuteronomio nos conduce a un aspecto muy importante de entender. ¿Cuál es el fundamento escritural de nuestra Fe? ¿En qué texto nos apoyamos para determinar en qué creemos? ¿Cuál es nuestro basamento escritural para entender todo lo concerniente a Nuestro Mesías? ¿Cuál es el diccionario con el cual debemos entender el contenido del resto de las Escrituras?
Todas estas son preguntas más que válidas, pues de la respuesta que a ellas demos, le estaremos dando a nuestra Fe una plataforma a partir de la cual construir nuestros conceptos y nuestras ideas, o sea la doctrina.
En el nuevo testamento podemos leer:
Juan 1:45 “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas…”
Hechos 28:23 “…persuadiéndoles acerca de Yeshúa, tanto por la ley de Moisés como por los profetas.”
Veamos con claridad que dice el Mesías de sí  mismo,
Juan 5:45 “Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.”
O sea  tomando en cuenta que el contenido de los Profetas es la visión mesiánica, precisamente desde ese punto de vista profético. Y además que el quinto libro del Pentateuco es como vimos una repetición del contenido de los primeros. Está claro que la base, el fundamento de nuestra doctrina, del conocimiento de nuestra Fe; está dado por la Escritura directamente dictada por YHWH a Moisés y que se encuentra plasmada en los primeros cuatro libros, repetida por supuesto en el quinto, y desarrollada proféticamente en los profetas y los salmos.
¿Por qué esto es importante? Porque cualquier fundamento establecido por un texto que no sea el de los nombrados no tendrá la base escritural que Yeshúa o sus discípulos nos indicaron. De esta forma, elaborar doctrina a la luz de la sabiduría de los llamados “padres de la iglesia” o de los “sabios de bendita memoria del judaísmo” o a partir de alguna de las cartas apostólicas, será una doctrina asentada sobre un fundamento de barro.
Es posible que algún lector no advierta la importancia de lo que acabamos de exponer. Pues bien, para que se entienda. Más de las tres cuartas partes de la doctrina del catolicismo romano está basada no en la Biblia, sino en lo que escribieron los llamados “padres de la iglesia” y lo que fue aprobado en los distintos Concilios. Y gran parte de esa falsa doctrina permanece como fundamento en las distintas ramas de la iglesia protestante, aun cuando sus miembros no lo sepan.
Muchos miembros de las iglesias evangélicas creen que por haber dejado atrás la idolatría, o la transustanciación del pan y vino, están lejos de la farsa romana. Sin embargo muchas doctrinas paganas sobreviven aun en sus congregaciones. Léase celebración del domingo, navidad, existencia de una jerarquía nicolaíta al igual que el clero romano, etc.
Por ello es esencial que se entienda que el fundamento de la Fe no puede encontrarse en otro lugar que la Toráh (escrita) y los Profetas, y cómo Yeshúa  la Toráh viva, nos la enseñó.
 
 
 
 

parte 2 #

Esta segunda parte debe comenzar en el primer versículo pues tiene un contenido muy profundo que puede escapársenos en una primera lectura.
Veamos qué nos dice este versículo, Deuteronomio 1:1
“Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en el Arabá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Hazerot y Dizahab.”
Como siempre explicamos ninguna palabra en la Toráh está puesta por casualidad, sino que cada una de ellas nos conduce a reflexiones de la misma Toráh, las cuales por supuesto hacen a nuestro desarrollo personal y enriquecimiento como Hijos del Altísimo.
En este versículo se nos nombran  lugares, pero por qué se hace esto. Qué encierran esos lugares.
Para poder entender esto en primer lugar debemos pensar en el contenido del mismo vocablo que se traduce como “palabras”. Ya hemos mencionado en la primera reflexión su sintaxis hebrea y cómo el diccionario Strong nos la traduce. Pero ahora es necesario que veamos el contenido que esta palabra tiene. Pues su significado tiene un alcance espiritual mayor que lo que la simple sintaxis nos indica.
Para comprender este significado es preciso dirigirnos a un texto poco conocido en el cristianismo, pero que para la cultura hebrea ha sido muy importante.
Nos referimos al Targum de Onkelós. Los targumim constituyen un género de comentario bíblico destinado al estudio, tanto en sinagogas como para la liturgia. Por cierto que la palabra tárgum significa “traducción”. Pues constituye una versión en arameo del texto bíblico.
La forma en que fue traducido al arameo el texto de Deuteronomio 1:1 resultará importante pues fue hecho para facilitar su entendimiento. La misma nos dice:
“Moisés  os ha amonestado por haber pecado en el desierto y por haber atraído la ira divina en el valle de Moav y (desde entonces) frente al Mar de Cañas (Suf); por haber murmurado contra YHWH en Parán y por haber hablado en términos desaprobatorios (Tófel) sobre el maná (Laván); por haber pronunciado en Jatserot críticas sobre el alimento y haber erigido antes el “becerro de oro” (Di-Zahav).”
Como podemos leer básicamente es el mismo texto, pero con un contenido más ampliado, más explicado si se quiere.
Entonces lo que corresponde a partir de esta ampliación es analizar qué ocurrió en esos lugares que han sido enumerados.
1) Se escribe que habían pecado en el desierto. Esta parte del texto se refiere a lo acaecido en Éxodo 16: 2-4
“Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto;
y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHWH en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
Y YHWH dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no.”
2) En el Aravá , con Moab, lo cual vemos en Números 25:1-3
“Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab,  las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses.
Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de YHWH se encendió contra Israel.”
3) Frente al Mar de Cañas (mal traducido como Rojo), lo cual vemos en Éxodo 14:10-12
“Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a YHWH. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.”
4) En Parán, Números 13, con la misión de los espías.
5) Murmurado contra el maná, Números 11. Aquí es interesante observar el juego de palabras, pues si bien entendemos a Tofel como un lugar, también está relacionado al hebreo tafel (Strong 8602 תָּפֵל cosas) haciendo referencia al maná como una cosa frívola, tonta, en sentido figurado. Asimismo la palabra lavan está relacionada con el hebreo לָבָן (Strong 3836 laban) que significa blanco lo cual nos refiere al maná.
6) Y por supuesto la última referencia al becerro de oro, lo cual está contenido en Dizahab lo cual significa “mucho oro”.
Como vemos cada una de las palabras hacen referencia a un momento de rebeldía del Pueblo de Israel. Pero en la Toráh ello no ha sido puesto indicando el pecado cometido, sino dando una referencia indirecta. De esta forma el Pueblo de Israel tiene en su mente el reflexionar sobre aquello que ha cometido en falta contra el Altísimo y no es avergonzado en público.
De hecho incluso se nombran lugares ficticios, como una forma de referir para que pueda hacerse memoria (ej. La palabra Tofel o la palabra lavan).
Ahora bien, qué significan para nosotros estas reflexiones. Si bien acabamos de relatar eventos históricos contenidos en los otros libros de la Toráh. Sabemos que de todo ello se desprenden necesariamente enseñanzas para nuestras vidas.
Comprendemos que a muy pocas personas se les ocurriría que en el primer versículo del libro de Deuteronomio tengo enseñanza práctica. Pues la lectura sólo parece un relato de viajes.
Podríamos dar una explicación pormenorizada de cómo hemos cometido esas faltas relatadas en nuestras vidas, despreciar lo que YHWH nos da, murmurar, etc. Cualquier lector puede hacerlo como ejercicio espiritual.
Sin embargo queremos hacer hincapié en otro aspecto de la cuestión. Pues ya hemos visto que este primer versículo constituye una amonestación solapada. El punto en el que queremos hacer hincapié es en no asesinar.
Quien lee esto pensará por un momento que hemos perdido la razón o por lo menos la brújula de lo que estamos exponiendo, pero no es así.
Verá, todos conocemos el mandamiento de no asesinar. Pero pocas veces reflexionamos en su contenido. Básicamente no asesinar consiste en no derramar sangre. Recordemos el primer asesinato de la historia, donde la sangre de Abel clamó desde la tierra. Pero en la cultura hebrea asesinar tiene también un contenido a veces no tomado en cuenta.
Dijimos que cuando se asesina se derrama sangre, pues bien existen otras formas de asesinar derramando sangre pero sin que esta fluya por fuera de la piel. Nos referimos explícitamente a asesinar avergonzando a la persona.
Cuando alguien siente vergüenza, uno de los efectos inmediatos es el enrojecimiento de la piel. Su cara se calienta por el ingreso rápido de sangre en los vasos cercanos a la parte más externa de la piel de la cara y adquiere un tono rojizo. Esa persona está viendo su sangre derramarse.
Ello ocurre cuando avergonzamos a alguien.
En la ocasión del comienzo de la porción, Moisés tuvo la oportunidad de “asesinar” al Pueblo de Israel, a través de hacerlos pasar vergüenza por sus faltas cometidas. Sin embargo, optó por dar un rodeo, llevando a cada uno en su interior a la reflexión necesaria.
Este es un obrar divino que muchas veces omitimos, no sólo cuando YHWH es misericordioso con nosotros y nos da la oportunidad de reconocer nuestras faltas sin ser humillados. Sino, lo que es grave, lo omitimos cuando presentamos a otros sus faltas.
Cuántas veces nos encontramos en la situación de poder llevar a una persona a la reflexión acerca de su comportamiento y en lugar de ello derramamos su sangre en público.
Pidamos sabiduría para tener la integridad que tuvo Moisés, el amor por el semejante y la predisposición divina, para ser fieles guardianes de la vida de nuestros semejantes.
 
 
 
 

parte 3 #

Ya hemos escrito acerca de la situación de los espías en la porción correspondiente del libro de Números, ahora la Toráh vuelve sobre ese tema. Como sabemos, la Toráh registra los distintos temas a partir de un sistema cíclico, tal cual se mueve la naturaleza. De esta forma es que una cuestión tratada en un lugar determinado, vuelve a ser tratada pero agregándole un conocimiento distinto o profundizando desde otra perspectiva.
Por ello cuando leemos el capítulo 13 de Números pensamos a priori que fue una idea o indicación de YHWH que fuesen enviados espías a reconocer la Tierra Prometida. Pues en apariencia eso indicarían estos versículos, Números 13:1-2
“Y YHWH habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel…”
Eso debiera despertarnos algunas dudas, pues siendo YHWH omnisciente, cómo necesitaría que el pueblo vea la tierra y le cuenten cómo es.
También podríamos cuestionar el liderazgo de Moisés al necesitar la confirmación de los espías acerca de la Tierra.
Pero todas estas especulaciones se despejan al leer el mismo evento en el libro de Deuteronomio pero ahora desde otra perspectiva. Deuteronomio 1:22-23
“Y vinisteis a mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar. Y el dicho me pareció bien…”
Ahora entendemos que ni fue una indicación original de YHWH, ni fue una idea original de Moisés; sino que fue una idea surgida entre el pueblo de Israel la cual fue transmitida por medio de sus líderes a Moisés. Y que el caudillo por cierto aceptó.
Ahora bien, podemos entonces hacernos la siguiente pregunta, ¿Por qué aceptó Moisés la propuesta de los representantes del Pueblo, por qué no simplemente dijo “nada de espías, vamos y la tomamos directamente”? ¿Dudaba acaso Moisés del poder de YHWH?
No, de ninguna manera, pero Moisés se encontró influenciado por otra decisión correcta que había tomado con anterioridad. No será muy difícil de entender cuando lo analicemos.
Veamos con sencillez la secuencia en la cual nos llega este relato en el  libro de Deuteronomio:
Versículos 1 al 8 nos hablan acerca de lo que hemos analizado en las reflexiones anteriores, o sea de lugares donde el pueblo pecó.
Versículos 9 al 18 nos hablan del nombramiento de los jueces
Versículos 19 al 46 nos hablan de los espías y lo que aconteció por culpa de su mala influencia en el pueblo.
Sin embargo la secuencia de eventos tal cual nos son mostrados en la Toráh es distinta. Pues el nombramiento de los Jueces lo tenemos en el libro de Éxodo 18: 13 al 27. Lo cual sucede gracias al consejo de Jetró el suegro de Moisés. Pero el hecho de los espías acontece relatado en el libro de Números 13.
Veamos esto con la anotación de versículos anterior, comparando con el capítulo 1 de Deuteronomio:
Deuteronomio 1: 1 al 8  Recuerda eventos relatados en el libro de Números
Deuteronomio 1: 9 al 18 Recuerda el nombramiento hecho en Éxodo 18
Deuteronomio 1: 19 al 46 Recuerda eventos relatados en el libro de Números
¿Por qué en medio de recuerdos que hacen referencia al libro de Números, Moisés inserta algo relatado en el libro de Éxodo?
Recordemos que más arriba nos preguntábamos por qué Moisés aceptó la propuesta de los líderes del Pueblo de enviar espías. Y dijimos que la respuesta se encontraba aquí. Pues bien, Moisés inserta el evento del nombramiento de los Jueces, porque como consecuencia del éxito que obtuvo con el nombramiento de estos, terminó confundiéndose y permitió el error de los espías.
Es que los Jueces cumplieron muy bien su misión. Liberaron a Moisés de la carga de tener que decidir en los casos menores de justicia que a diario eran necesarios. Discutir sobre si las ovejas de tal pastor que habían pasado al campo de otro pastor y se habían ayuntado debía dar sus crías a uno u otro, era una cuestión menor que debía decidir otro. Discutir entre un buen hombre que había pactado con otro la provisión de materiales para reparar la tienda de este y luego había tenido su propia tienda rota no pudiendo cumplir lo pactado, eran cuestiones que debían decidir los jueces.
La delegación realizada por Moisés acerca de temas menores de justicia había funcionado bien. Entonces con sencillez de corazón él pudo pensar que el permitir que varones representantes de las tribus vieran la Tierra Prometida y que luego dieran un buen parte a sus tribus, sería una buena idea. Él delegaba ahora la conducción del Pueblo de Israel en mano de Jefes de sus tribus.
Pero ello fue incorrecto pues quien debía llevar adelante la conducción del Pueblo y asegurar la confianza del mismo en la Protección de YHWH debía ser Moisés y no otro. YHWH sería quien introduzca al Pueblo en la Tierra Prometida, siendo Moisés el encargado de ser su vocero. Ya desde el libro de Éxodo, al principio del obrar de YHWH con el Pueblo de Israel estando en Egipto, lo vemos, Éxodo 6:8
“…Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo YHWH.”
Y esto nos lleva a una distinción importante. ¿Cuándo debemos delegar?
La delegación de tareas es un principio importantísimo de la organización. Pero ella en todos los órdenes de la vida, y más cuando se trata de servir a YHWH, debe hacerse sin resignar las tareas que el Altísimo nos ha encomendado. No podemos delegar aquello para cual hemos sido puestos.
Moisés era el conductor y el vocero de YHWH frente al pueblo, pudiendo recibir la ayuda de Aharón como luego la tuvo por parte de Josué. Pero no podía dejar que otro hiciera la tarea que YHWH mismo le había encomendado. A veces una idea correcta para una determinada situación (elegir hombres cabales del pueblo para ser Jueces) puede no serlo para otra distinta (elegir hombres para que fuesen quienes movilizaran, para que “motivaran” al pueblo, los espías).
¿Dónde tenemos el parámetro para no incurrir en tal error?
Pues en la comisión, en la tarea que YHWH nos ha indicado personalmente, el llamado como muchos le dicen. Si el llamado es personal, si la indicación de la tara es para nosotros en particular, no admite su delegación.
Moisés pensó que cuando los espías trajeran las buenas nuevas a cerca de la Tierra, ello le facilitaría la conducción pues movilizarían a las personas, las motivarían como diríamos en la actualidad. Pero el resultado fue adverso.
¿Cómo conocemos nuestro llamado?
Pues al principio iremos gateando, caminando despacio como lo hace un niño cuando empieza sus primeros pasos. Nos equivocaremos en cosas menores, pero ellas nos irán mostrando la Voluntad de YHWH para nuestras vidas. Y así, en un constante crecimiento, aun con idas y venidas, será que perfeccionaremos el llamado de YHWH.
*RICARDO*
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