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🔵 Lo tengo por basura

Esta frase del apóstol Pablo, esgrimida con la dureza necesaria, no es solamente una expresión de lo que ese gran siervo de YHWH sentía. Sino que debe transformarse en un escudo que, en nuestro interior, nos sirva para resistir los embates de las falsas doctrinas.
Profundicemos un poco en lo que dijo y el porqué de esas palabras.
Filipenses 3:8
“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Yeshúa Mesías, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Yeshúa”
Una cuestión interesante con respecto a los términos empleados por Pablo, tiene que ver con el original de lo que se ha traducido como “basura”. Se trata de la palabra griega σκύβαλα (skíbala) lo que en realidad se refiere a “estiércol”, como puede apreciarse, un término más fuerte que el colocado en la Reina Valera.
Esta no es una palabra común, de hecho en las Escrituras aparece solamente en un versículo, de un libro que la versión Reina Valera usada actualmente no tiene. Me refiero al Tratado de Ben Sirá, conocido también como Sirácida o Eclesiástico. Uno de los libros que Lucena quitó de la Reina Valera en el año 1862 y que el mundo protestante nunca recuperó. Pero que sí existía en la versión original de Casiodoro de Reina del año 1569. En el capítulo 27 versículo 4 dice:
“Al agitar un tamiz quedan desechos, así como la basura de un hombre en su lógica.”
Si bien como todas las frases proverbiales presenta dificultades para su interpretación, de lo que el verso nos habla es de las cosas que del pensamiento de un hombre son desechables, las que deben tirarse.
Relacionando los dos textos bíblicos, podemos entender que el apóstol Pablo nos dice en Filipenses, que su mente, sus ideas más firmes, las bases de sus creencias, fueron pasadas por el tamiz, por el filtro de la revelación de Yeshúa. Y producto de ello, es que Pablo encontró que la mayoría de lo que antes consideraba de valor, no tenía más precio que el del estiércol que se desecha.
¿Pero a qué se refería Pablo con esto?
Bueno, partamos de la base de entender la construcción de los versículos. En el desarrollo de este capítulo 3, el apóstol ha establecido la contraposición entre una cierta clase de personas y los que siguen a Yeshúa, contándose por supuesto él entre esos últimos.
¿Cuáles serían los opositores a Pablo y por extensión a nosotros también?
Los nombrados en el versículo 2, los cuales describe de esta forma:
“Guardaos de los perros, guardaos de los malos obreros, guardaos de los mutiladores del cuerpo.”
Hagamos una lista analizando de qué se trata cada uno:
Perros: por cierto que la palabra no se refiere a los animales, sino al sentido alegórico que se daba a ciertos siervos de los cultos de aquellos tiempos. De hecho uno de los tratados del Talmud determina que “En los tiempos del acercamiento del Mesías…y la sabiduría de los escribas se pudrirá…la cara de la generación será como la cara de un perro”. Esta terminología que escapa normalmente al pensamiento cristiano, se encuentra muy presente en la tradición hebrea. Aquí Pablo se está refiriendo a los maestros judaizantes, a los cuales debió enfrentar. ¿Por qué emplea con estas personas esta terminología? La explicación la tenemos por conducto del escritor de la 2da carta de Pedro 2: 22 “Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.” ¿Qué significa esto? Que esas personas volvieron a los rudimentos de la religiosidad farisaica que debieron dejan ante la excelencia del conocimiento del Mesías.
Y por cierto que en estos tiempos asistimos al espectáculo más vulgar que se puede pedir. Personas que en otro tiempo, jamás habrían atado su pensamiento a ritualismos vacíos, hoy repiten cuanta tontería es esgrimida en un idioma que desconocen. Y se dejan llevar cual perros atados en su cuello, por las correas de la antigua “sabiduría de los ancianos”.
Un detalle más conviene aportar y es que en la Casa de Judá se denominaba como “perro” al gentil, a aquel que no pertenecía a ella. De la misma manera que el mundo griego denominó bárbaros a los no griegos. La Casa de Judá llamaba “perro” al que no tenía como suyo al Elohim de Israel, ahora, como ellos han rechazado al mismo YHWH de Israel en la persona del Mesías Yeshúa, Pablo les espeta en la cara lo que ellos antes decían, llamándolos ahora perros.
Malos obreros: ¿Quiénes son estos עובדים רעים ovdim raim o dicho en griego “τους κακούς εργάτας”, los malos obreros? Está claro que en este lugar Pablo ha hecho un hermoso juego de palabras, haciendo alusión a los que creen que mediante las obras es posible alcanzar la salvación. Una vez más debemos dejar apuntado que la salvación no se logra por ninguna obra que el hombre pueda realizar. Sobre sí o sobre la vida de otro. La obra llamada circuncisión no salva, la obra llamada guardar las santas convocaciones no salva, la obra llamada bautismo no salva. Sino solamente la Fe en aquel que entregó su vida en la cruz.
Mutiladores del cuerpo: aquí Pablo, en la brillante inspiración de Rúaj HaKodesh, efectúa una contraposición entre lo que contiene este versículo y el siguiente. Veamos el versículo 3
“Porque nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a YHWH y nos gloriamos en Yeshúa el Mesías, no teniendo confianza en la carne.”
Realmente es emocionante ver cómo Rúaj HaKodesh genera esta contraposición entre dos grupos de personas. Aquellos que solamente tienen una mutilación en el cuerpo y aquellos que, aun cuando no tienen esa marca en sus cuerpos, sí se encuentran circuncidados en su interior.
Me refiero a esto:
Vers. 2: “…mutiladores del cuerpo”, lo cual en griego es “τὴν κατατομήν” (tén katatomén)
Vers. 3: “…nosotros somos la circuncisión…” lo cual en griego es “ἡ περιτομή” (jé peritomé)
Sé que en castellano no se aprecia, pero en griego el juego de palabras contiene además lo que se llama una aliteración, o sea el uso de palabras con sonidos semejantes: katatomé-peritomé.
La idea esbozada aquí es la misma que Pablo ha desarrollado en la carta a los Romanos 2: 28-29
“Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de YHWH.”
Entonces, retornando a la cuestión del principio, ya que hemos determinado quiénes son esos opositores a Pablo y a nosotros también, qué es lo que el apóstol ha desechado como quien desecha el estiércol. No es otra cosa que lo que su propio Maestro había determinado sin valor. Basta recordar las ocasiones en las cuales Yeshúa se ha referido a la llamada sabiduría de los ancianos, cuando empleaba la frase “oíste que fue dicho, pero yo os digo”.
Por desgracia en estos tiempos muchos son los que vuelven al vómito. Recibiendo como maná del cielo los rudimentos que Nuestro Señor y sus siervos los apóstoles nos enseñaron a desechar.
¿Es esto algo que está escribiendo un incircunciso? Por supuesto que no, simplemente se puede recordar las palabras escritas hace siglos en los propios textos de aquellos que negaron a Yeshúa:
“En tiempos del Mesías…El lugar de reunión de los Sabios se convertirá en un lugar de promiscuidad… Y la sabiduría de los escribas se pudrirá, y la gente que teme al pecado será repugnada, y la verdad estará ausente”
RICARDO

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