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🟠La maldición de la higuera sin frutos

Dentro de los textos del nuevo testamento uno de los que más dificultades ha encontrado entre los comentaristas para su explicación es el de la maldición de la higuera sin frutos. 

No es de extrañar que esto suceda pues para poder entenderlo es necesario adentrarse en el nivel de interpretación más oculto, aquel que la cultura hebrea ha llamado sod desde tiempos antiguos. 

Para desentrañarlo debemos  comenzar por el versículo que nos ubica espacialmente. Veamos Marcos 11:1 

“Cuando se acercaban a Jerusalén, junto a Betfagé y a Betania, frente al monte de los Olivos,…”  

En la descripción se mencionan cuatro lugares a saber, la ciudad santa, un monte y dos aldeas. Por su cercanía con Jerusalén sabemos que las aldeas nombradas constituían lugares donde se concentraba la población de sacerdotes con sus familias. 

Betfagé, Betania y el Monte de los olivos eran lugares muy cercanos. De hecho no distaban del límite permitido para caminar en Shabbat. Metros más metros menos, la distancia de unos 900 metros, dos mil codos, las hacía aldeas casi pegadas y sus límites se confundían. Sabemos de esta distancia por el mismo libro de los Hechos capítulo 1:12. De hecho algo que las diferenciaba era el círculo de higueras que crecían en los límites de Betfagé. De ahí su nombre “la casa de los higos”. 

Continuemos con la información que el evangelio nos brinda; 

Marcos 11: 12-13  

“Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 

Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos.” 

Si recordamos el aspecto geográfico mencionado, al salir de Betania es natural que esté pasando por los límites de la aldea sacerdotal llamada Betfagé, la cual estaba rodeada de higueras. Nuestro Señor busca fruto en una de estas pero, aun cuando está llena de hojas y rebosante de aparente vida se encuentra sin higos. Frente a ello Yeshúa establece la siguiente sentencia: 11:14 “Entonces Yeshúa dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.” 

¿Cuál fue el resultado? 

11:20 “Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.” 

No sus hojas ni algunas ramas, sino desde sus raíces, por lo cual nunca más podría dar fruto ni regenerarse. Sabemos que Yeshúa ha debatido con los sacerdotes y que inclusive ha purificado el Templo al expulsar a los ladrones y abusivos que se encontraban complotados con las autoridades del lugar. ¿Cuál es el trasfondo de esta maldición? 

En un aspecto literal sabemos que la higuera fue maldecida y se secó. Pero el aspecto sod, secreto, de la Escritura está haciendo alusión a lo que precisamente representaba Betfagé, una aldea sacerdotal.  

Nos encontramos aquí con algo simbólico, pues la higuera tenía hojas. Un esplendor a la vista, una imagen de prosperidad, pero sin embargo no tenía frutos. Es evidente que se trata de una alusión a los sacerdotes, quienes tenían el esplendor del supuesto servicio, la vestimenta, la autoridad frente a los demás, sin embargo no producían frutos. Por ello los maldice y establece que nunca producirán frutos, con lo cual determina el comienzo del fin del sacerdocio levítico. En un sentido oculto Yeshúa está dando los pasos proféticos del anuncio del fin del sacerdocio levítico y su reemplazo por el orden según Melquisedec. 

Es natural que también nos hable en esta época de iglesias con supuesto esplendor, bellos lugares de culto, grupos musicales con variedad de instrumentos, cómodos asientos para las personas, enseñanzas de cómo predicar, cómo elaborar sermones, de organización, liderazgo, etcétera, pero sin los frutos del Espíritu ni observancia de los mandamientos. 

 

Ricardo.  

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