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porción“Levanta” (Nasó)

Porción llamada “Levanta” (Nasó)
 Números 4:21 al 7:89
La porción de la Instrucción de esta semana comienza con el mandato de YHWH de levantar un censo entre los miembros de los clanes de Leví. De esta forma cada uno y todos los miembros serían no sólo contados, sino lo que es más importante, tomados en cuenta. Lo que ocurre es que la indicación comienza con la palabra nasó lo cual nos habla de “levantar”. Sólo quien es tomado en cuenta individualmente es levantado.
Durante años hubo regímenes en el mundo, algunos de ellos sobreviven, que no toman al hombre en tanto ser individual, sino que sólo lo consideraban parte de un colectivo. Parte de un grupo de personas cuyas personalidades se diluían en la persona del grupo.
Inclusive el ser humano, aun sin ideologías políticas, considera siempre a las personas como parte de un todo, pero muchas veces dejando de lado las individualidades. Así se habla de que los argentinos son soberbios, o que los centroamericanos son alegres, que los brasileños se la pasan de carnaval o que los… Sin tomar en cuenta que en cada pueblo y nación las personas tienen características que muchas veces, no solamente los diferencian del grupo al cual pertenecen, sino que inclusive los separan por diferentes.
En la porción nasó vemos que el Creador de todas las cosas llama individualmente a cada persona. A ser parte sí del grupo, pero cada uno con la diferente propuesta de ser único e irrepetible.
Si nos tomamos la tarea de ver el contenido de la porción podemos apreciar a partir del versículo 24 una premisa muy importante, el orden. El orden en  la distribución de tareas que cada uno debía llevar a cabo. Es así que en la congregación de Israel cada una de las cosas que debían ser hechas tenía un momento en el cual hacerse y una persona destinada a tal efecto.
El orden es una de las premisas más importantes a lo largo de la Toráh. Lo podemos ver desde el Principio en los primeros versículos.
Génesis 1:2 “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de YHWH se movía sobre la faz de las aguas.”
Aquí vemos que al principio de todas las cosas no existía una formación determinada ni un lugar para cada cosa, por ende no existían las cosas en sí mismas. Pues para que por ejemplo sepamos lo que un árbol es,  debemos tener cada uno de sus componentes ordenados. Pensemos por un instante en lo que se aprende en la escuela o el colegio acerca de la estructura de todas las cosas, la forma en que las moléculas y los átomos se ordenan. Pues bien, ello se va trasladando a cada elemento de la estructura de lo que luego por ejemplo conformará un árbol y determinará su diferencia con un ser vivo. Quien lo ha aprendido en el colegio podrá saber que entre la célula de un animal y la célula de un árbol existe una primera diferencia. La célula animal tiene en su parte exterior una membrana celular, flexible, en cambio la célula vegetal tiene pared celular lo cual explica por ejemplo la dureza de algunas partes. Y yendo a lo más visible para que sepamos que determinada formación es un árbol debemos tener sus componentes ordenados. Sus raíces, su tronco, sus ramas, su follaje. Este orden es lo contrario del tohu (desorden) que había al principio.
Pero este primer versículo nos brinda una pauta más que importante, la cual es la intervención de Rúaj HaKodesh (Espíritu Santa). Pues cuando nos dice que el Espíritu se movía sobre la faz de las aguas, ¿Qué se supone que estaba haciendo? Por supuesto, poniendo orden. Dando un lugar a cada uno de los componentes.
De igual forma en la Congregación de Israel el Espíritu se mueve poniendo su orden, determinando a cada uno de los miembros el lugar que el Padre requiere. Para ello podemos recordar el siguiente versículo, 1ra de Corintios 12:18
“Mas ahora YHWH ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso.”
Es fundamental la dirección del Espíritu al momento de distribuir las tareas en la congregación, lo que hace al llamado de cada persona.
Ahora bien muchas veces hemos escuchado acerca de que cada uno debe actuar conforme su llamado, pero ¿Cómo sabemos cuál es el llamado de cada persona?
Existen momentos en la vida en el cual la palabra profética y la consejería de aquellos con experiencia, pueden ser importantes. Pero nada se compara a lo que cada uno de los miembros lleva consigo. Lo que tiene dentro. En el caso de los miembros de la Tribu de Leví, ellos demostraron un celo por cuidar las cosas verdaderas de Elohim, lo  hicieron al rechazar la adoración del becerro de oro. Tengamos en claro algo, ningún ministerio va a prosperar cuando sea realizado en contra de lo que YHWH ha puesto en el interior del ser de cada uno,  a esto lo vimos en la porción anterior, o sea cuando se es “extraño”  a determinada tarea. Cuando una persona no sienta esa paz que sobrepasa todo entendimiento, en su interior, jamás podrá correr la carrera del Señor. Por ello es importante atender lo que cada uno siente como expresión de Rúaj HaKodesh en su interior.
Veamos el versículo 4:49 de la porción:
 “Como lo mandó YHWH por medio de Moisés fueron contados, cada uno según su oficio y según su cargo; los cuales contó él, como le fue mandado.”
Atendamos las palabras: cada uno. Es muy significativa la expresión que usaron los sabios de la Septuaginta para escribir este texto en griego. Usaron la expresión “hombre por hombre”, άνδρα κατά άνδρα. O sea en primer lugar cada persona individualmente era tomada en cuenta. Asimismo era tomada en cuenta conforme al llamado recibido, lo cual se expresa en la frase “según su oficio y según su cargo”.
De esta porción de las Escrituras la Instrucción nos enseña dos cuestiones fundamentales, que deben ser tenidas muy en cuenta en las congregaciones y en la vida de cada persona, por supuesto incluyendo la vida familiar y social laboral. Que cada persona debe ser tomada en cuenta y asimismo que cada uno debe saber lo que tiene que hacer. Lo que se espera de él. No podemos reprochar a una persona su inactividad si no se lo toma en cuenta. Si no se atienden sus necesidades, sus deseos, sus dudas, su caminar. Y tampoco podemos reprochar su inactividad si no se le ha indicado claramente lo que debe realizar.
Un punto más debe considerarse. El hecho de cómo caminan el orden y la santidad. Pues ello no debe confundirnos. Tengamos en claro esto: un producto de la santidad, una consecuencia del apartamiento de la persona del mover del mundo, es el orden. Viene como parte de los cambios que la santidad produce. Pero el ser ordenado no implica necesariamente ser santos. Las legiones romanas eran disciplinas, ordenadas, pero a la vez fueron el instrumento del demonio. O pensemos en la vida monacal, en los conventos de clausura el régimen de vida responde a un orden casi excelente. Horarios para comer, para rezar, para ir al baño, para leer, para cocinar, para lavar, para dormir. Sin embargo la inmunda idolatría está presente hasta en los pasillos.
La porción llamada Levanta nos muestra  la forma que nos fue indicada por los apóstoles, como una garantía de poder ser sostenidos, de lo cual se nos habla en el siguiente versículo que emplearemos para culminar, 2da de Pedro 1:10
“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.”
*RICARDO*
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