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Porción: Vezot Haberajá

Reflexión final al ciclo de la Toráh. Deuteronomio 33:1 al 34:12 

 hemos llegado al final de un maravillo ciclo. Como en otros órdenes de la vida cuando algo se concluye muchas son las sensaciones que nos acompañan. Algunas alegres y otras no tanto. 

Sin embargo el ciclo de la Toráh tiene un componente especial. Así como la propia naturaleza nos enseña que la vida siempre retoma su curso, el ciclo de la Toráh se renueva periódicamente. Por lo cual si bien podemos sentir cierta tristeza o nostalgia de finalizar con la agradable lectura de nuestra Instrucción, tenemos la inmensa alegría de saber que de inmediato comenzamos de nuevo. 

La reflexión siguiente lleva por nombre: “Y esta es la bendición…” 

33:1 “Esta es la bendición con la cual bendijo Moisés varón de YHWH a los hijos de Israel, antes que muriese.” 

¡Qué hermoso es bendecir!  

Cuando cosas malas nos ocurren la reacción instintiva, provocada por nuestra inclinación al mal, es por lo general la de invocar una maldición. Sin embargo ¡Qué hermoso es bendecir! 

Cuán agradable resulta al oído del alma escuchar el buen deseo, la buena palabra. 

En el mundo mesiánico actual se ha dado mucho énfasis a aquellas cosas que nos dividen, que nos separan de los cristianos. Como si de una plaga debiéramos alejarnos. Sin tomar en cuenta que el noventa por cierto de los creyentes en Yeshúa alguna vez fueron también miembros de iglesias, católicas o protestantes por igual. 

Es cierto, que debemos retomar nuestras raíces, reafirmarnos en nuestra Fe, recuperando aquello que miles de años de “cristianismo” nos han privado de las Escrituras. Pero sin embargo, en ese esfuerzo por identificarnos, en ocasiones hemos perdido ciertos valores. Si bien estos valores el cristianismo los tomó de nuestra doctrina, algunos de los nuestros dejaron de darle importancia. Y pasaron a ser patrimonio de la doctrina y el catecismo cristianos.  

Bendecir, hacer el bien, dar caridad a los pobres, trabajar sin esperar una recompensa, extender la mano, etcétera.  

La doctrina es buena, es sana, el estudio de  las Escrituras es el mejor trabajo que alguien puede hacer. Y si ello es acompañado de la acción de Amar al semejante, las Puertas de los Cielos se abrirán. 

Bien sabemos que la idolatría es un pecado horrible, que ya estar ante los ídolos en un lugar de culto gentil nos produce repulsa. Pero ello no nos debe cegar a ver el Amor que Nuestro Padre sí ve.  

Pensemos por un instante en las monjas o hermanas de la caridad atendiendo huérfanos, siendo madres sustitutas para esos niños. En la hermanitas atendiendo ancianos, limpiando sus necesidades, viendo a Yeshúa en cada uno de ellos. En aquellas monjas y sacerdotes católicos sirviendo en los cotolengos, en los hospicios de personas dementes, dando de comer en la boca a personas cuyas babas no pueden sostener.  

Bendecir, hacer el bien, extender la mano, no olvidar lo que hizo Nuestro Maestro. 

Permítasenos presentar a una persona, el Sr. Israel Anton Zoller ( Eugenio Pio Zolli).  Sólo unos pocos comentarios haremos. Este era el Gran Rabino de Roma durante la ocupación alemana y  recibió el ultimátum de entregar una cierta cantidad de oro para esos lacayos de satanás llamados nazis. De no hacerlo los judíos serían deportados a Alemania con el destino que nos imaginamos.  Como la cantidad que logró recolectar no era suficiente tuvo el coraje de pedirle ayuda al papa Pio XII quien sin dudar aportó lo necesario y los judíos romanos fueron salvados. Dejamos el resto de la historia para que los lectores profundicen en lo que ocurrió luego con el Rabino Zoller. Sólo escribiremos que la actitud del Papa cristiano, de amor y caridad permitió que muchos de nuestros hermanos salvasen sus vidas. 

Nuestra preciosa Toráh culmina con una gran bendición. Podríamos analizar el idioma, las palabras usadas en hebreo o en griego, podríamos incluso traer erudición. Ya tendremos tiempo para hacerlo. En esta ocasión aprendamos esto: Seamos una bendición para la Humanidad en cada acto que podamos hacer, tengamos bendición en cada pensamiento. Que seamos reconocidos como aquellas personas confiables, rectas, que ayudan al semejante, que bendicen, que buscan el bien. Que nuestro Amor por el Mesías  se refleje en la Luz que traigamos al mundo antes que en palabras desconocidas en idiomas extraños. 

Filipenses 4:8-9 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.  Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Elohim de paz estará con vosotros.” 

 *RICARDO*

Se permite la reproducción total o parcial mencionando al autor.

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