Reflexión conjunta a las porciones Devarim, Vaetjanán y Ekev
Parte 1 #
Seguramente el lector se sorprenderá por la presentación del contenido de la reflexión que hoy exponemos, pues no es común relacionar tres porciones de la Toráh. Pero ello en realidad sólo tiene una función práctica. Las hemos agrupado para contener una cantidad importante de información.
La mayoría de las personas cuando se acercan a las raíces hebreas de la Fe nos hacen generalmente el mismo planteo ¿Nos podría dar un listado de los mandamientos para así poder cumplirlos?
Sin querer este sencillo pedido se encuentra con una dificultad. La cuestión está en que el aprendizaje de la Toráh requiere algo más que un simple catálogo de preceptos, mandamientos, estatutos, decretos. A lo largo de cada uno de los cinco libros en que arbitrariamente ha sido dividida, ya que hemos dicho que se trata de un único rollo, son miles las enseñanzas que se desprenden de ella. Y si pensásemos que su contenido se termina en un catálogo de preceptos aislados, estaríamos no sólo limitando nuestra capacidad de aprender sino, lo que es más serio, todo lo que el Eterno desea enseñarnos.
Pero, alguien con algunas lecturas nos podría preguntar ¿Pero yo leí que los mandamientos son 613?
Es sabido que dentro del judaísmo rabínico y asimismo ello es seguido por los llamados judíos mesiánicos, existe ese conteo, esa nomenclatura de 248 mandamientos positivos (o sea “harás”) y 365 mandamientos negativos (o sea “no harás”). Esto significa que existirían 248 preceptos en los cuales Elohim nos manda a hacer algo, ejemplo “amar a YHWH”. Y 365 en los cuales Elohim nos prohíbe cosas, ejemplo “codiciar lo ajeno”.
Esta lista es muy útil y no podemos dejar de tenerla presente, pero no debemos olvidar que es sólo una lista organizada artificialmente para poder ordenar el estudio. Se nos podría preguntar ¿Pero no es que el judaísmo ha reconocido siempre la existencia de estos 613 mandamientos?
La respuesta es no. La lista que nos ocupa fue realizada por el rabino judío Moshé ben Maimón, más conocido como Maimónides, (quien vivió entre los años 1138 y 1204). Y de hecho muchos eruditos judíos consideran que la lista puede ser ampliada o acotada. También deberíamos escribir que parte del judaísmo religioso, el movimiento caraíta, desconoce la validez de esa lista.
Teniendo en claro estas cuestiones es que a continuación deseamos ahora mostrar un detalle de los preceptos que se desprenden directamente de las 3 primeras porciones del libro de Deuteronomio. Debemos recordar lo que escribimos en el comienzo del estudio de este libro, en la porción Devarim:
“…a este libro se lo llama Deuteronomio. Esta palabra tiene su origen en el idioma griego y significa repetición de la Ley (ΔΕΥΤΕΡΟΝΟΜΙΟΝ) que es la palabra que los sabios judíos emplearon en griego para referirse al mismo en la versión griega llamada Septuaginta. Y de hecho en hebreo a este libro se lo llama Mishné Toráh lo cual significa repetición de la Toráh. El porqué de este nombre tiene que ver con que en él se reproducen los mandamientos, estatutos y decretos contenidos en el resto de los libros.”
O sea que los mandamientos escritos aquí, se encuentran también, escritos con otras palabras, en alguno de los 4 libros anteriores de la Toráh. Los escribiremos conforme al orden de las porciones (Devarim, Vaetjanán, Ekev).
Veamos Deuteronomio 1:17
“No atenderéis en vuestros juicios a la apariencia de las personas; oíd a los pequeños como a los grandes, sin temor a nadie, porque de YHWH es el juicio; y si alguna causa halláis demasiado difícil, llevádmela a mí para que yo la conozca.”
De este versículo se han inferido por Maimónides dos mandamientos que dicen Prohibición de nombrar un juez que no sea experto en Torá, aunque conozca otras ciencias, y Prohibición de que un juez tenga miedo de un hombre malvado en un juicio. Pero si tomamos en cuenta el contexto del mandamiento en Deuteronomio y el libro de Éxodo 18: 13 al 27, se verá que muchas cosas pueden aprenderse y dar pautas sobre cómo debe conducirse un Juez.
Deuteronomio 6: 4 al 9
6:4 “Oye, Israel: YHWH nuestro Elohim, YHWH uno es.”
De aquí se desprende el principio de reconocer la unidad de YHWH. Pero por supuesto que ello debe ser entendido a la Luz de Juan 10:30 “Yo y el Padre uno somos.”
6:5 “Y amarás a YHWH tu Elohim de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
De aquí se desprende el precepto de amar a YHWH, es claro también que este precepto debe ser enunciado a la Luz de lo que el Mesías nos enseñó a través de su apóstol, 1 de Juan 4:20 “Si alguno dice: Yo amo a YHWH, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a YHWH a quien no ha visto?”
6: 6- 7 “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.”
De aquí se ha extraído el precepto de estudiar la Toráh y enseñarla obviamente a los familiares. Pero también está claro que los discípulos son hijos espirituales por lo cual es mandamiento entonces enseñar a los discípulos palabras de Toráh ¿Si no se enseñase eso, qué se enseñaría?
Esta pregunta es importante porque dentro de las religiones mayoritarias existe en la actualidad una corriente de pensamiento donde a los estudiantes y futuros líderes se les enseña cualquier cosa en lugar de Toráh. Se estudian técnicas de convencimiento de masas extraídas del marketing comercial, técnicas de liderazgo del empresariado estadounidense, hasta incluso técnicas de control mental para preparar sermones.
El precepto descripto se renueva en Josué 1:8 como una orden del mismo YHWH para con Josué, 1:8
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
También del versículo de Deut. 6:7 recibimos el mandato de recitar Shemá por la mañana y por la tarde.
Ahora bien, en los siguientes versículos, Deut. 6: 8-9, se generan ciertas discrepancias. Primero leámoslos:
“Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”
De estos versículos el judaísmo rabínico ha extraído una serie de mandamientos. Pero estos, así como tantos otros que ellos han creado, sólo se encuentran en su llamada tradición oral. De la primera indicación: “Y las atarás como una señal en tu mano…” ellos desarrollan la obligación de fabricar determinado artículo y colocarlo en el brazo. Este artículo se denomina tefilin y es el que exponemos en la imagen 1:
Este dispositivo es fabricado como escribimos de una forma descripta en la torá oral y con elementos precisos por personas especializadas. Asimismo del texto que dice “y estarán como frontales entre tus ojos…” es que se fabrica otro dispositivo, el cual se coloca por sobre la altura de la frente, imagen 2:
Hemos ilustrado esto porque sabemos que los nuevos creyentes provenientes del cristianismo desconocen estas cuestiones aunque quizás los hayan visto en imágenes de judíos ortodoxos realizando sus oraciones. Pero repetimos esto es sólo interpretación rabínica proveniente de la torá oral. El judaísmo caraíta por ejemplo desconoce esta práctica, así como en su momento los saduceos o los esenios tampoco aceptaban imposiciones como estas. Seamos claros: no necesitamos colocarnos tefilin ni talit para elevar nuestras plegarias al Altísimo. No necesitamos disfrazarnos de judíos ortodoxos, porque además no lo somos, ni tampoco judaizantes.
Entonces deberíamos preguntarnos ¿Cómo cumplimos lo indicado en Deut. 6: 8?
Pensamos que los pasajes reseñados constituyen metáforas, expresiones que el Creador ha empleado la forma en que debemos valorar su preciosa Instrucción. Pues encontramos otras expresiones que nos indican valoraciones similares. Veamos el libro de Proverbios:
1:8-9 “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, Y no desprecies la dirección de tu madre; Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, Y collares a tu cuello.”
3:3 “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; Átalas a tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón;…”
6:20-21 “Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre;
Átalos siempre en tu corazón, Enlázalos a tu cuello.”
Como vemos las expresiones similares nos indican que Deuteronomio 6 constituye una preciosa metáfora acerca de la valoración del mandamiento.
Un punto aparte merece esta parte, Deuteronomio 6:9
“…y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”
Pues si bien se enmarca dentro del contexto metafórico analizado existe una práctica rabínica que deseamos destacar, se trata de la colocación de mezuzá. La mezuzá es un pequeño artículo de metal que se coloca de una forma determinada en la puerta de las casas de los practicantes del judaísmo. Dentro de ella se encuentran ciertos pasajes de las Escrituras, entre los cuales también está Deuteronomio 6:4 al 9. Estos pasajes deben ser escritos según el judaísmo rabínico por un shofer (un escriba) con una tinta especial y en un material determinado. Son todas estas indicaciones que se encuentran en la torá oral. Aquí damos una imagen para que el lector tenga referencia, imagen 3:
Si bien ello es una práctica rabínica también es interesante tomar en cuenta que en algunas creencias se ha empleado algún tipo de identificación en las casas. Entonces, si bien no consideramos que sea un mandamiento al entender de los judíos rabínicos, no sería nada malo que los creyentes coloquen en las puertas de sus casas la transcripción de las palabras de Deuteronomio 6: 4 al 9 y Levítico 19:18.
Hasta aquí hemos referido los mandamientos contenidos en la porción devarim y parte de vaetjanán. En la siguiente reflexión veremos los siguientes. Siempre a la Luz del resto del contenido de la Biblia y conforme a las enseñanzas del Mesías.
parte 2 #
Continuando con lo visto en la primera reflexión veamos los mandamientos que esquemáticamente se ha analizado que se desprenden de la lectura de estas porciones.
De Deuteronomio 7:1 al 5 encontramos la obligación de destruir a las 7 naciones que se encontraban en la zona de Canaán.
Este es un mandamiento con aplicación práctica y directa en la Tierra de Israel en los tiempos de la conquista. Por lo cual en principio no tiene una aplicación física en la actualidad. No obstante es importante tener presente el aspecto espiritual implicado. El cual nos conmina en el presente a desterrar todo vestigio idolátrico de aquellas naciones en nuestras vidas. Tenemos con certeza la idea de no adorar una imagen de asera o semiramis o cualquier diosa babilónica. ¿Pero cuánta de esa inmundicia ha llegado a nosotros a través de un ropaje griego que a veces se nos muestra en forma muy sutil? Un ejemplo de ello lo da la llamada fortuna, la cual originalmente es una diosa griega basada en idolatría del medio oriente babilónico. Incluso en nuestro lenguaje podemos encontrar a veces aquella influencia, “no tientes a la fortuna”, escuchamos muchas veces a nuestro alrededor e incluso se hacen maniobras de agorería para no perturbar a esa “diosa”. Otro ejemplo lo tenemos en la idolatría de las imágenes de asera y el culto a los árboles. Si bien luego se nos dará el mandamiento específico de destruir la idolatría, hay que tener en cuenta que el obrar de las siete naciones se manifiesta de muchas formas. Por ello debe ser destruido en nuestro interior. Pensemos por ejemplo en una cuestión menor, la agorería de “tocar madera” para no tener un mal designio. No sabemos cuántos conocen que esto encuentra su fundamento en la brujería que consideraba que los árboles albergaban espíritus a cuyos favores se accedía a través de abrazarlos, de ello sobrevivió el hecho de tocar objetos de madera para soltar la suerte a través del favor de aquellos dioses.
Deuteronomio 7: 2 “…no harás con ellas alianza…”
Debemos aquí establecer una observación. Nos referimos al engaño de parte de la nación cananea en el pueblo gabaonita. Ello ocurrió en tiempos de la conquista de la tierra por parte de Josué. Como no es el lugar indicado para hacerlo le recomendamos al lector la lectura de aquel episodio y cómo ello se extendió por décadas, llegando a influir en tiempos de David e incluso gabaonitas participaron del regreso babilónico.
Ahora bien ¿Qué nos enseña este mandamiento para nuestro tiempo? Pues por supuesto que en nuestro interior no debemos aliar nuestro pensamiento con el pensamiento de los pueblos cananeos. Esto por ejemplo el tratamiento que ellos hacían de sus familias e hijos en particular. Recordemos que estos pueblos arrojaban a algunos de sus hijos al fuego de su dios. El lector dirá “yo jamás haría eso” sin embargo la pregunta que le hacemos es esta ¿Cuántos padres acaso han jurado por sus hijos para dar credibilidad a sus palabras?
Deuteronomio 7:2 “…ni tendrás de ellas misericordia.”
Relacionado con el mandamiento anterior nos ordena ser inmisericordes con esos pueblos. Pero hay que tomar muy en cuenta esto. La orden de destruir íntegramente fue hacia los pueblos cananeos. Cuando Israel por ejemplo entró en guerra con los griegos o los romanos las órdenes no fueron de aniquilación de esos pueblos. En la actualidad cuando Israel se ha visto en la necesidad de ir a la guerra con otras naciones no ha emprendido guerras de aniquilación.
En nosotros la ideología y el pensamiento de los pueblos cananeos deben ser tratados sin misericordia. No debemos dar tregua dentro nuestro a forma alguna de idolatría o perversión.
Deuteronomio 7:3 “Y no emparentarás con ellas; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo.”
Aquí se nos presenta una cuestión importante, el de mantener nuestra raza pura de inmundicia idolátrica. En primer lugar en el aspecto físico, natural. No podemos consentir la unión de los nuestros con los idólatras. Para ello debemos ser serios en la explicación de la cuestión a nuestros hijos. Ahora bien ¿Qué haremos en un mundo donde las mayorías se encuentran inmersas en la adoración de cuanto ídolo se presente?
Pues en algunos países cuando se habla de idolatría se piensa en exclusividad en el catolicismo romano. Pero ello no es así pues en todos los países existen cultos menores pero importantes, los cuales se muestran casi simpáticos aun cuando tienen el olor del azufre más venenoso. O acaso no es cierto que en Perú algunos cazadores hacen ofrendas a los aukillos, cuando pasan por las ruinas (ushnus). O también en Cuba, no hemos aprendido acaso que la mitología cubana habla de Güije, Jigüe o Chichiricú; una especie de ser sobrenatural y que una forma de tomarlos es dar vueltas a la ceiba.
No haremos aquí un catálogo de creencias populares pues todos sabemos de su existencia. Lo que a veces olvidamos es la importancia de ese conjunto de manifestaciones que se toman como el folklore popular pero que realidad son manifestaciones de idolatría.
Volviendo a la cuestión qué haremos en un mundo lleno de idolatría. La respuesta es por demás sencilla: tengamos Paz. Pues es el Altísimo quien se encargará de poner las cosas en orden y permitirnos relacionar con la persona adecuada.
Veamos Deuteronomio 7:18 con referencia a cuál debe ser nuestro sentir acerca de las naciones idolátricas:
“…no tengas temor de ellas…”
Esto es muy importante porque se nos está diciendo que el temor יָרֵא (yare Strongs 3372) es algo controlable. Muy interesante es que los sabios de la Septuaginta usaron la palabra φοβήθηση (fobéthese) en esta escritura, la cual tiene su raíz en la palabra fobos. Raíz que conocemos por las llamadas fobias. Es mandato no tener ningún temor de los idólatras, de lo que con sus conjuros y artimañas pudieran tratar contra nosotros.
Asimismo en Deuteronomio 7:18 “…acuérdate bien de lo que hizo YHWH tu Elohim con Faraón y con todo Egipto…”
Y como acicate para poder reprender cualquier engaño del enemigo que desee inducirnos al temor, el mandato es “acordarnos” de las grandes proezas y maravillas que Él ha hecho. O sea “acordarnos” también es un mandamiento.
Por supuesto que es correcto relacionarlos con nuestras vidas. Acordarnos cómo en otras ocasiones nos libró de la mano del enemigo. Cómo nos quitó de situaciones que nos parecían insalvables, etcétera.
Y ello se une también con la indicación de Deuteronomio 7:21
“No desmayes delante de ellos, porque YHWH tu Elohim está en medio de ti, YHWH grande y temible.”
Muchas cosas podríamos escribir acerca de este mandamiento que nos indica no desmayar, o sea en realidad no temblar delante de ellos perdiendo la fuerza. Una de ellas es la gran promesa que nos ha traído Yeshúa, Mateo 18:20
“Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
Pero debemos ser claros en algo. Constantemente vemos el uso a comodidad de las escrituras por parte de religiones mayoritarias. Vemos que se repiten frases como “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, pronunciadas por cualquier persona en cualquier situación espiritual. Ello no es así y los conduce a una derrota espiritual. Para poder acceder a las promesas dadas en las Escrituras el creyente debe encontrarse caminando en los caminos prescriptos en la sabiduría de la Toráh. En las iglesias católicas, rodeadas de esculturas paganas, elevando oraciones a la reina de los cielos, encendiendo fuegos extraños, no estará Yeshúa, por más que pretendan declarar su nombre.
Hemos escuchado que algunos piensan que los espíritus inmundos no pueden pronunciar el Nombre del Hijo de YHWH. Por lo cual si por ejemplo en una iglesia romana el nombre es pronunciado ello es muestra de que el Espíritu Santo está presente. Pero ello no es así, quien crea que el espíritu inmundo no puede pronunciar el Nombre del Mesías está equivocado. Veamos un sencillo ejemplo proveniente del libro de “lo que ellos hicieron” o Hechos de los apóstoles, Hchs 19:15
“Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Yeshúa conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?…”
Continuando con los preceptos de Deuteronomio veamos unos que se encuentran en conjunto relacionados con aspectos de la idolatría.
7:25 a 26 “Las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego; no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no tropieces en ello, pues es abominación a YHWH tu Elohim; y no traerás cosa abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la abominarás, porque es anatema.”
Tengamos en claro un punto importante del precepto. Esto se aplica a la Tierra de Israel y por extensión a los lugares donde nuestro dominio es pleno. Lo cual significa que en la actualidad en la Tierra de Israel hay un pecado de idolatría muy grande. Pues parte de las religiones mayoritarias han contaminado nuestra Santa Tierra. Las iglesias del catolicismo romano y de la ortodoxia cristiana han llenado de imágenes, esculturas, ídolos nuestra tierra; y algún día deberán ser desterradas. YHWH maldiga a todos los que han llenado de ídolos la Tierra de YHWH.
Ahora bien, escribimos que también se aplica a donde nuestro dominio es pleno. En la actualidad en prácticamente ningún país del planeta se obliga a las personas a tener ídolos familiares o religiosos. Debemos eliminar los ídolos de nuestras casas e impedir su ingreso. Debemos propender incluso a que sean quitados de los lugares públicos y en la medida de nuestras posibilidades evitar que sean puestos. Pero no debemos olvidarnos que no tenemos derecho a destruir ni quitarlos ni quemarlos fuera de la Tierra de Israel y aún en Israel mismo en estos tiempos no ha llegado el momento de que sean quitados. Por lo cual no podemos destruir objetos de culto ajenos a no ser que ello nos sea pedido por su dueño. Por supuesto que está claro que no debemos codiciar el material precioso con el que haya sido hecho.
Parte del mandamiento consiste en no traer cosa abominable a nuestras casas. No traer el anatema. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el libro de Josué capítulo 7 recordando el pecado de Acán.
Un precepto fundamental para nuestro diario caminar lo encontramos en Deuteronomio 8:18
“… acuérdate de YHWH tu Elohim, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.”
Ello se desarrolla recordando y viendo la mano de YHWH en cada una de las cosas de nuestra vida. Nuestro trabajo, nuestros estudios, nuestros proyectos, pensamientos, relaciones, etcétera. De otro modo llegaríamos a creer que son nuestro poderes y fuerzas los que logran las cosas, lo que conduce precisamente a perderlas.
Por supuesto que una forma de acordarse es precisamente esa. Hacer memoria, ver de dónde se ha partido y ver dónde estamos. Y cómo la mano del Altísimo nos ha conducido a lo largo del peregrinar.
Deuteronomio 8:10 “Y comerás y te saciarás, y bendecirás a YHWH tu Elohim por la buena tierra que te habrá dado.”
De este versículo se obtiene la orden principal de dar gracias por los alimentos recibidos luego de haberlos consumido. Por lo cual en la cultura judía rabínica se ha establecido una oración de gracias luego de finalizar. No nos parece incorrecto siempre y cuando no se pretenda ajustar la forma de agradecimiento a una fórmula preestablecida. Pues en la religión del judaísmo rabínico se establece una oración si se han comido guisantes, una si se han comido carnes, una si….
Queremos remarcar el siguiente mandato de parte de YHWH, el cual nos conmina a reconocer su presencia en nuestra conquista personal, Deuteronomio 9:3
“Entiende, pues, hoy, que es YHWH tu Elohim el que pasa delante de ti como fuego consumidor, que los destruirá y humillará delante de ti…”
Debemos hacer esa operación espiritual y mental que es entender quien está delante nuestro librándonos de los enemigos.
La frase “Y entiende” וְיָדַעְתָּ֣ encuentra su razón en la palabra “conocer” lo cual nos lleva a que lo que se nos pide es entender, reconocer, percibir con certeza. O sea captar con nuestro entendimiento que los acontecimientos están gobernados por él. Pero lo que es más maravilloso es que acontecimientos de los que aún no tenemos conocimiento están ocurriendo precisamente para ayudarnos en aquello que YHWH desea que hagamos a futuro. Hubo cananeos que plantaron viñas que luego serían aprovechadas por los israelitas. Caminos que aquellos hicieron y que luego los israelitas transitaron. Casas fueron edificadas que ellos luego usaron. En estos precisos instantes están ocurriendo cosas que a futuro serán en nuestro beneficio.
No olvidemos que los espías vieron personas muertas y no entendieron que YHWH los iba exterminando antes de que ellos llegaran como había prometido. En cambio pensaron que la tierra se tragaba a sus moradores.
Continuaremos con esta temática en el siguiente escrito.
parte 3 #
Tenemos ahora un mandamiento muy interesante cuyo cumplimiento puede generar algunas dudas. Veamos Deuteronomio 10:19
“Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.”
Este mandamiento ha sido entendido dentro del judaísmo como una indicación para amar al extranjero converso exclusivamente. O sea aquel que ha abandonado sus creencias y se ha unido a la congregación. Limitación esta con la cual puede no estarse del todo de acuerdo.
Comencemos por una cuestión importante, entender con precisión qué es amar. Hemos explicado muchas veces nuestra diferencia con la idea de la concepción griega que nos ha llegado del llamado amor.
La palabra “amareis” ha pretendido traducir la frase אֲהַבְתֶּ֖ם וַ vehabtem “y amarás” lo cual nos lleva al verbo amar אָהַב (Strongs 157). Ahora bien esto no nos habla de un apetito físico ni de un sentimiento experimentable. Sino muy al contrario nos habla de una actitud física de servicio, de dedicación al otro, amar en este sentido es dar, compartir con el otro, no desamparar.
A esto lo vemos con certeza precisamente por el contenido del versículo anterior, Deuteronomio 10:18
“…ama también al extranjero dándole pan y vestido.”
Esto es así por cuanto el idioma griego empleado por los autores de la Septuaginta nos muestra el sentido apropiado, aun cuando no tuviésemos los elementos del idioma hebreo. ¿Por qué escribimos esto? Alguien dirá ¿Pero cómo acaso no sabemos que las escrituras fueron dadas en arameo y hebreo y que asimismo el griego fue el idioma de los enemigos de Israel, así como el latín?
Sí todo eso es cierto. Pero también no es menos cierto que el griego era el idioma hablado por el mundo conocido de aquel entonces, al igual que el inglés y el castellano son idiomas que permiten moverse en casi todo el mundo actual. Y precisamente por ello los sabios de la Septuaginta se vieron conminados a traducir las Escrituras al griego. Y cuando los seguidores de Yeshúa comenzaron a ser numerosos, el idioma hebreo y el arameo, fueron insuficientes para dar a conocer las enseñanzas de Yeshúa al mundo. Y es por ello que los evangelios, las cartas y el apocalipsis nos llegan en griego. Por ese motivo es útil conocer las palabras griegas originales de la traducción de la Toráh porque cuando los seguidores relataron al mundo la vivencia del evangelio de Yeshúa, lo hicieron en griego basándose en la Septuaginta.
La frase en griego empleada para lo que se ha traducido como “amareis al extranjero” es και αγαπήσετε τον προσήλυτον (kai agapésete ton proséliton). Contiene la palabra προσήλυτος (Strongs 4339 prosélitos) lo cual debería traducirse como prosélito. Un prosélito es una persona que se atrae para una religión. Pues proviene de las palabras πρός y ἔρχομαι (pros y érjomai) lo cual significa “atraer hacia sí”. O sea un prosélito es una persona que ha sido atraída hacia nuestra Fe.
Esta es la palabra usada para traducir del arameo al griego lo que Yeshúa dijo en el siguiente texto de Mateo 23:15
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.”
Y en el libro de Hechos 2:10
“… y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos,…”
En cuanto a la palabra empleada en el griego para referirse a “amareis”, fue la siguiente:
Και αγαπήσετε (kai agapésete), lo cual lleva a la palabra ἀγαπn agape, que se traduce como amor. Esta palabra nos recuerda los llamados ágapes que eran cenas de fraternidad de los primeros creyentes griegos.
Por lo cual entendiendo bien el concepto que desnudan las palabras, la idea de “amar” al extranjero se relaciona con compartir con él, con atender a las necesidades que pudieran atenderse desde la Congregación. Que sea tratado como uno más.
La pregunta que deberíamos hacernos es la siguiente ¿Se trata de atender con amor sólo al converso, al que ha aceptado nuestra Fe o a cualquier extraño a nuestro país?
Por supuesto que en primer lugar deben ser atendidos los miembros de nuestra casa, los que comparten nuestra Fe y en la medida de nuestras posibilidades la tzedaká bien empleada será de bendición para todos.
Deuteronomio 10:20 “A YHWH tu Elohim temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás.”
Tenemos aquí cuatro indicaciones, las cuales se resumen en dos.
La primera es temer a YHWH. Ya hemos escrito acerca de la palabra temor cuando explicamos la actitud que debe seguirse frente a las naciones cananeas. Pero aquí la sabiduría nos indica que la acepción de temor, la idea que nos debe dar la frase no es al miedo a un daño futuro que pudiésemos recibir, sino a una actitud presente de devoción que debemos observar. Es así que las mejores citas que pueden emplearse para atender a la cuestión son las del libro de Proverbios.
8:13 “El temor de YHWH es odiar el mal; La soberbia y la arrogancia, el camino del mal, Y la boca perversa, odio.”
No haremos un análisis del contenido de cada una de las palabras pero está claro el concepto al cual deseábamos referirnos, el cual permite entender a qué se refiere el mandamiento cuando ordena temer a YHWH.
En cuanto a servir sólo a YHWH ello implica algo muy importante. Es el hecho de tener una revisión constante de nuestras motivaciones.
Es que en ocasiones no se toma en cuenta la motivación que genera determinados actos. Tengamos presente por un instante que aquello que hacemos se originó en primer lugar en nuestros pensamientos. Y estos responden a nuestros sentimientos y pasiones. Lo que deseamos nos conduce a pensar en obtenerlo y ello se transforma en actos. Por ello aquellas personas cuyas motivaciones interiores responden a pasiones contrarias a los designios del Creador, terminarán haciendo, más tarde o más temprano, actos contrarios a los correctos. Hemos visto a muchos pastores que han caído de sus grandes ministerios, a veces por corrupción económica, a veces por corrupción sexual, a veces por otros motivos. Pero no es que han caído de buenas a primeras, sino que lo que les ha ocurrido ha sido consecuencia de aquello que albergaban en su interior. Cuántos casos de corrupción económica han enlodado la predicación del evangelio. Lo que debiera realmente causar pena no son las caídas, sino las oportunidades perdidas de haber corregido el rumbo.
Por ello bien nos enseñó Pablo, 1ra de Timoteo 6:9-10
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.”
Y el mismo Mesías en Mateo 6:24
“Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a YHWH y a las riquezas.”
En cuanto a seguir a YHWH hay un texto muy lindo el cual proviene de los Salmos, 119: 31 a 32
“Me he apegado a tus testimonios (edot); Oh YHWH, no me avergüences.
Por el camino de tus mandamientos (mitzvot) correré, Cuando ensanches mi corazón.”
Sería conveniente recordar Deuteronomio 4: 44-45
“Esta es, pues, la Toráh que Moshé puso delante de los hijos de Israel. Estos son los testimonios (edot), los estatutos (jukim) y las ordenanzas (mishpatim) que Moshé dio a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto.”
O sea que la persona que se apega a todo aquello que nos es enseñado en la Toráh y puesto ante nosotros para ser cumplido y ejecutado conforme a la Voluntad revelada de YHWH, es la persona que es agradable a los ojos de su Señor, o sea aquel que le sigue. En particular los edot son mandamientos cuya finalidad es dar testimonio de que se mantiene y observa el Pacto entre YHWH y Su Pueblo, uno de los cuales es guardar el Shabbat. Todo aquel que guarda el Shabbat está testimoniando ante el mundo su compromiso en el Pacto con el Creador. Siendo otro por ejemplo la observancia de las santas convocaciones.
Queremos hacer una pequeña pero hermosa observación, la de una consecuencia que sobreviene ante la observancia de la Voluntad de YHWH. Esta es que crece la capacidad de cumplir con su voluntad. O sea que cuanto más hacemos por cumplir la Voluntad del Creador, recibimos un beneficio extra, una fuerza y sabiduría extras para poder llevar adelante su Voluntad y cumplir sus mandamientos. Recordemos el siguiente proverbio, 3:1
“Hijo mío, no te olvides de mí Toráh, Y tu corazón guarde mis mandamientos.”
Lo cual relacionado con el Salmo 119:32
“Por el camino de tus mandamientos (mitzvot) correré, Cuando ensanches mi corazón.”
Nos indica que el corazón del creyente, el cual alberga los mandamientos, crece, es ensanchado por YHWH, para así poder albergar más y poder cumplir cada día más su Voluntad.
Veamos ahora el último mandamiento contenido en estas porciones conjuntas, Deuteronomio 10:20
“…y por su nombre jurarás.”
La pregunta que surge a partir de la experiencia cristiana es la siguiente ¿Está prohibido jurar? Y por supuesto relacionando este versículo de Deuteronomio con el evangelio, ¿Prohibió Yeshúa jurar?
Esta última pregunta surge del contenido del evangelio de Mateo. A diferencia de otros textos que pueden compararse y complementarse con los evangelios sinópticos, aquí debemos estudiar sólo el mencionado. Al texto lo tenemos en el capítulo 5 del evangelio de Mateo.
Pero antes de analizarlo debemos establecer un punto de inflexión, algo que debemos tener como regla al estudiar las Escrituras, es lo siguiente: siempre que un texto contradiga la Toráh debe ser desechado. Cuando nos encontremos con un texto, sea de los evangelios, sea del libro de los hechos, sea de las cartas, sea del apocalipsis, sea de lo que fuere, que contradiga el contenido de la Toráh, lo que ella nos manda, prescribe, enseña; ese texto debe ser arrojado como basura a la letrina. Entonces el ignorante apresurado dirá:
¿Pero cómo está diciendo que deben desecharse las palabras de Yeshúa?
No, de ninguna manera, por cuanto la Toráh Viva (Yeshúa) jamás contradeciría a la Toráh Escrita. Pues entre ambos no hay diferencia.
Lo que debe ser desechado es aquello que la contradiga, por cuanto ha sido agregado por las manos oscuras que han tratado de destruir las Escrituras desde tiempo antiguo.
Partimos de una base ¿Se puede jurar? Deuteronomio 10:20 determina que sí.
¿Los textos de Mateo dicen que no debe jurarse?
Si apresuradamente leemos Mateo 5:34
“…No juréis en ninguna manera…”
Pareciera que la respuesta es que no debe jurarse y precisamente ese texto quitado de todo su contexto reafirmaría esto. Pero hemos aprendido que los versículos aislados de los evangelios se transforman en pretextos en boca de aquellos que niegan la Toráh. Si bien hemos analizado esta cuestión con anterioridad, recordemos una frase clave que nos permite entender el contexto en el cual se inserta Mateo 5:34. La frase a la cual nos referimos es la contenida en Mateo 5:33
“Además habéis oído que fue dicho a los antiguos…”
Esa frase resuelve cualquier controversia. Cada vez que esa frase aparece Yeshúa está haciendo referencia a las costumbres de los antiguos, la llamada toráh oral, contenida y ampliada en la actualidad en el llamado Talmud. En un porcentaje muy alto esta toráh oral está compuesta por enseñanzas rabínicas transmitidas a lo largo de generaciones. Y como también alguna vez escribimos: una mentira no se transforma en verdad por ser transmitida de generación en generación por cientos de mentirosos o miles de crédulos.
Entonces está claro que Yeshúa no está a punto de hablar en contra del contenido de la Toráh Escrita, sino por el contrario está por establecer su enseñanza con respecto a las tradiciones y enseñanzas de los rabinos. Para poder entender esto será importante también que tengamos en cuenta el contenido del capítulo 23 de Mateo donde se escriben estas cosas:
23:16 “¡Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.”
23:18 “También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.”
Estos versículos nos están enseñando que en aquellos tiempos se desarrollaba la costumbre de jurar por distintas cosas. Imaginémonos lo que ello significaría por ejemplo para una persona que desconociese estas costumbres y pactase con alguno de ellos. “Te juro por el altar de YHWH que te pagaré en tal fecha”. Y pensemos por un instante ¿Acaso aquella enferma costumbre no se ha trasladado a nuestros tiempos? “Te juro por la memoria de mi padre…”, “Te juro por la salud de mis hijos…”, “Te juro por mi madre…”.
A esta práctica es a lo que se refería Yeshúa, por ello es que luego de decir
“No juréis en ninguna manera”.
Dedica unas palabras a ejemplificar aquellas maneras:
“…ni por el cielo, porque es el trono de YHWH, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.”
Esta enumeración es un ejemplo de la costumbre de la época. Por ello remarca la necesidad de que exista una ética de carácter entre lo que se afirma y su cumplimiento. Y llegado el caso de ser necesario jurar por el Nombre de YHWH. Pero por supuesto, mucho cuidado, mucha precaución porque Éxodo 20:7 nos dice: “No tomarás el nombre de YHWH tu Elohim en vano; porque no dará por inocente YHWH al que tomare su nombre en vano.”
*RICARDO*
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