Porción llamada VaYelej – “Y fue”
Deuteronomio 31:1-30
Uno de las cuestiones en las cuales hacemos hincapié es que la Instrucción que nos fue dada por manos de Moisés tiene varias aristas que deben ser analizadas. Es así que se ven por ejemplo las cuestiones históricas, tales como el hecho de que los eventos narrados en Deuteronomio habrían ocurrido alrededor del año 1300 AEC, lo que se verifica por datos arqueológicos.
También es posible analizar cuestiones lingüísticas como por ejemplo el tipo de hebreo usado para escribir el Pentateuco y sus connotaciones al momento de ser interpretado.
Todas estas son cosas importantes y muy ilustrativas. Sin embargo nunca deben dejar de lado el aspecto más importante. ¿Cuál es este? El significativo hecho de que las palabras escritas en la Toráh son palabras vivas de Instrucción, de cómo debemos comportarnos, de cómo vivir, de cómo manejarnos en la vida. Por ello aún de pequeñas porciones, como es la del caso de esta semana, es preciso entender aquello que se nos enseña para la vida diaria.
Para ello en esta ocasión haremos una combinación de la enseñanza contenida en esta porción y una de las cartas apostólicas.
Cuando algo así se hace debemos preguntarnos en primer lugar si es correcta la metodología empleada. O sea ¿Es correcto relacionar Deuteronomio con una carta apostólica?
Para responder esto es preciso que tomemos en cuenta algo, esto es el valor de las cartas escritas por los apóstoles.
Quienes han sido parte del cristianismo sabrán de antemano que en aquellos tiempos cuando leían una carta escrita por algún apóstol, lo hacían con devoción creyendo en su interior que era YHWH mismo hablándole por esas líneas. Sin embargo en el mundo mesiánico ese amor por las letras dejadas por los emisarios de Yeshúa está bastante perdido. Pues se ha exagerado la crítica a las mismas. En algún momento escribimos que las cartas debían colocarse en perspectiva, o sea debían analizarse tomando en cuenta a quién fueron escritas y por quién, el momento político e histórico que vivía esa región o personas en particular y otras cuestiones. Con sinceridad debemos decir que nos ha movido a risa asistir en cierta ocasión donde una persona que nos presentaba oposición citaba nuestras palabras sin saber quién o quiénes habrían escrito lo que ella había leído. Y nos citaba para poner en duda el valor de las cartas apostólicas. Pero lo que esa persona no llegó a entender, pues no tiene la inspiración de Rúaj HaKodesh, es que cuando escribimos eso no lo hicimos para abandonar la enseñanza de las cartas escritas por los apóstoles, sino para que a través de su estudio serio se pudiese aprovechar el contenido en plenitud. Es por ello que ratificamos una vez más que aceptamos como inspiradas en forma divina las cartas escritas por los apóstoles y recogidas en el nuevo testamento.
Entonces, recobrando la validez de las cartas de los apóstoles es que tranquilamente podemos relacionar el contenido inspirado de las mismas con el contenido dictado por Rúaj HaKodesh en el libro Deuteronomio. La carta que tomaremos en consideración es Efesios, especialmente el capítulo 5. De la simple lectura de los versículos de ese capítulo vemos que el apóstol Pablo establece una analogía entre Yeshúa y la Iglesia o Congregación.
Si bien lo hemos explicado en numerosas ocasiones no está de más recordar algunas cosas. Como por ejemplo cuál es el origen del término iglesia que ha llegado en castellano a nosotros.
La palabra iglesia proviene de ἐκκλησία (ekklesía), palabra del idioma griego del cual el castellano es tributario, o sea que ha obtenido gran parte de su vocabulario. Esta palabra significa asamblea, congregación. Obviamente el creyente sabe que esto no se refiere al templo o lugar de reunión, aun cuando en castellano se use la palabra iglesia para referirse al local de encuentro. Sino que por supuesto la iglesia está formada por los miembros, sea que estos se encuentren en un local o casa destinada a ese fin o que se encuentren en una cueva perseguidos por Nerón. Pero lo interesante de la cuestión es por qué los primeros creyentes denominaron a su grupo de fieles reunidos como “ekklesía”.
La respuesta está en lo que ese término significaba en la mentalidad de los seguidores de esa época, pues lo que ellos tenían en mente era la misma noción empleada en la Septuaginta que todo creyente griego viviente en Éfeso conocería. No necesitamos tomar muchos ejemplos (de los cuales tenemos alrededor de treinta), usemos el siguiente extraído del 1er libro de Samuel 17:46-47:
“YHWH te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Elohim en Israel. Y sabrá toda esta congregación que YHWH no salva con espada y con lanza; porque de YHWH es la batalla, y él os entregará en nuestras manos…”
De la lectura cualquier creyente puede ver que David menciona a “toda esta congregación…” lo cual en griego es πᾶσα ἡ ἐκκλησία αὕτη (pása je ekklesía jauté). Si observamos el término usado en hebreo veremos que a la congregación se le llama קָהָל (kahal). O sea iglesia, ekklesía y kahal son la misma entidad.
¿Podemos dar ejemplos que se encuentren en el libro de Deuteronomio? Por supuesto que sí y asimismo en la propia porción de esta semana, pues basta con ir a Deuteronomio 31:30:
“Entonces habló Moisés a oídos de toda la congregación de Israel las palabras de este cántico hasta acabarlo.”
En hebreo se usó kahal, en griego ekklesía y en castellano hemos traducido congregación.
¿Y qué es esta kahal hebrea, ekklesía griega, congregación castellana? Ni más ni menos que la reunión de todo Israel casada en el desierto con YHWH, a través del contrato matrimonial de ketubá establecido por los mandamientos. Mismo matrimonio que volverá a ocurrir en las llamadas bodas del cordero, de la cual la señal de Ruaj HaKodesh es el anillo de compromiso que nos ha sido otorgado.
Y esto es fundamental para entender que la relación establecida en aquel momento entre nuestros antepasados y su Esposo, es la misma que se establece entre Yeshúa y la Congregación, pues es la misma que hay entre YHWH y su kahal, entre YHWH y su ekklesía. Todo esto lo sabemos. Pero ¿Cómo impacta en nuestro diario vivir?
Pues bien, la analogía establecida entre Yeshúa y su Iglesia y el Esposo y la Esposa puesta en la carta a los Efesios, es un camino de doble vía. Sirve tanto para entender la relación divina con la Congregación como para la relación entre esposos.
Pues si leemos el capítulo cinco de Efesios veremos que se habla del trato que entre esposos debe existir.
La pregunta que hacemos en este instante a los hombres de nuestras congregaciones es esta ¿Está peleando adecuadamente por su Esposa? ¿Está defendiendo adecuadamente el honor, la integridad, la salud física y mental de la mujer que tiene al lado? ¿Está dispuesto a ser la primera línea de defensa de su mujer? Es más, diríamos ¿Está dispuesta a ir contra los enemigos delante de su mujer?
¿Por qué escribimos estas cosas? Porque gran parte de los hombres han perdido la hombría. Esa característica tan noble que se tuvo durante siglos y que tanto mueve interiormente a las mujeres. Parce haberse perdido.
Alguien dirá entonces ¿Pero cómo se obtienen estas conclusiones a partir de la porción de la semana? Dejemos que la Escritura hable. Deuteronomio 31: 1 al 3
“Fue Moisés y habló estas palabras a todo Israel, y les dijo: Este día soy de edad de ciento veinte años; no puedo más salir ni entrar; además de esto YHWH me ha dicho: No pasarás este Jordán.
YHWH tu Elohim, él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti, y las heredarás;…”
Fíjense lo que dice “…él pasa delante de ti; él destruirá a estas naciones delante de ti…”. Dice que YHWH iría “delante” de la congregación, delante de la Iglesia, delante de la kahal, delante de la ekklesía. Esto nos enseña muchas cosas con respecto a la salvaguarda de nuestras congregaciones pero también nos enseña algo muy importante en cuanto a los matrimonios. Esto es que el hombre debe ir delante de la mujer en protección de ella. Por supuesto que esto no significa que el hombre en las calles camine dos pasos delante de la mujer al estilo musulmán, sino que frente a los problemas, las adversidades, las circunstancias de la vida, incluso frente a esos enemigos sobrenaturales, el hombre tiene que…ser hombre. Así, con sencillez. Y ser hombre no significa ser el que grita o levanta la voz en el hogar ni ser el que se sienta para ser servido. Sino como dice Efesios 5:23
“…cabeza de la mujer, así como Yeshúa es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.”
A veces se olvida el principal contenido de la palabra salvador, el cual es que deja al otro fuera de peligro. O sea que ha rescatado y ha quitado del peligro al otro. Máxime en Nuestro Señor que se ha colocado en lugar nuestro.
Piensen los hombres de nuestra congregación ¿Está actuando de forma tal que sus mujeres y las personas que tienen a cargo sean “salvas” del peligro? ¿Está enfrentando como hombre las circunstancias que la vida pone enfrente de sí?
Y repetimos, esta actitud no es la del tirano en el hogar que demuestra su hombría levantando la voz o en el peor de los casos levantando la mano. Sino que es la actitud de aquel que asume su rol de cabeza del hogar.
Si hasta ahora no lo ha hecho, pues bien es tiempo de que empiece a hacerlo.
No podemos concluir estas observaciones sin tomar en cuenta aquellos hogares que por circunstancias de la vida carecen de una figura masculina. La viuda, la mujer abandonada, la soltera, y todos los casos que se nos vengan a la mente. Aquí tenemos también un doble llamado. Por un lado los hombres de la congregación también deben ser hombres para esas mujeres. Con el debido recato y acompañados por el asentimiento de sus esposas también deben velar por las mujeres desamparadas. A veces se tratará de una miembro de la congregación a veces se tratará de un pariente en apuros, pero ahí también debe estar el hombre. Y ni olvidar el lugar del Líder o el Pastor en la protección de aquellos que están en desventaja. Por otro lado también existe el llamado a mujeres que pueden sostener su situación. Queremos recordar aquí una enseñanza judía transmitida por generaciones, la cual dice:
“Donde no haya hombre, sé un hombre”
Recordemos por un instante el momento en el cual Israel fue gobernado con sabiduría por una mujer, Débora y también con ella recordemos a Jael, mujer que supo clavar una estaca contra el mal. Lectura que dejamos como tarea.
La Toráh Escrita en Deuteronomio nos enseña que YHWH mismo iría delante de su Congregación, la Toráh Viva nos enseña que su relación con la Congregación es la analogía de la relación entre esposos. Está en el deber de cada uno poner por obra estas palabras la cual serán vida para que cumpliendo cada uno su rol, puedan los matrimonios funcionar con un yugo que haga parejos sus esfuerzos.
*RICARDO*
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