“Estas son las generaciones de Isaac hijo de Abraham…”
En esta porción de la Toráh (Instrucción) iniciamos con el comienzo de los descendientes de Isaac, y su desarrollo.
En este primer comentario haremos algunas observaciones que nos serán útiles para entender, no sólo la porción de la Escritura, sino también hechos relevantes que tienen que ver con los tiempos del fin en los cuales estamos viviendo.
En primer lugar debemos ubicarnos en tiempo y espacio de estos hechos. Cuando nos referimos a espacio hablamos exclusivamente de los hechos que acontecen con la vida del patriarca Isaac dentro de los límites de la Tierra Prometida.
A diferencia de su padre Abraham, quien nació en tierra caldea y viajó a Egipto, nuestro Patriarca Isaac, peregrinó por la Tierra Prometida.
En cuanto a tiempo no nos referimos al año calendario, sino al tiempo de las edades de los nombrados en esos relatos.
Hagamos un poco de memoria.
Tiene Abraham 100 años cuando su hijo Isaac nace, y Sara su madre ronda los 90.
Cuando su madre muere Isaac tiene 37 años, pues Sara muere a los 127, teniendo Abraham 137.
¿Qué edad tiene Isaac al casarse con la matriarca Rebeca, sucesora en la posición de Sara?
Génesis 25:20 “era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.”
O sea luego de la muerte de su madre Sara, Isaac pasó 3 años hasta que unió su vida a Rebeca.
El pasaje siguiente, Génesis 25:21, nos habla de un problema, una dificultad física que Rebeca tenía y cómo halló respuesta en YHWH.
“Y oró Isaac a YHWH por su mujer, que era estéril; y lo aceptó YHWH, y concibió Rebeca su mujer.”
El nuevo creyente verá ahora cuán importante es posicionarse bien en las escrituras, para saber de qué tiempos se está hablando. Pues si sólo tomamos en cuenta el pasaje transcripto podríamos confundirnos. ¿Por qué escribo esto? Si yo preguntase ¿Cuánto tiempo oró Isaac para que su mujer pudiese tener hijos, cuál sería la respuesta? Pensaríamos que estamos hablando quizás de unos días, a lo sumo algunos meses.
Pero qué nos revela la Toráh, veamos Génesis 25:26
“Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz…”
¡Se dan cuenta el tiempo que pasó!
Entre que Isaac toma como esposa a Rebeca, estéril, y el tiempo en que ella da a luz, han pasado 20 años.
Isaac oró durante 20 años por la concepción de sus hijos.
Este es un detalle no menor por cuanto durante dos décadas Isaac vivió esperando la respuesta a su súplica.
Pero este no es el único ejemplo que puedo dar acerca de estar atentos a los tiempos. A lo largo de esta porción veremos otras situaciones que requieren estar atentos al tiempo que se nos está marcando.
Quiero detenerme ahora en aspectos que hacen a la oración de Isaac.
Transcribamos el versículo, Génesis 25:21:
“Y oró Isaac a YHWH por su mujer, que era estéril; y lo aceptó YHWH, y concibió Rebeca su mujer.”
Es necesario destacar el fin de la oración de Isaac. Si bien por supuesto debemos entender que él está interesado en tener descendencia. También es cierto que existía palabra profética acerca de que ello debía ser así.
Recordemos Génesis 22:17, donde se promete descendencia a la descendencia de Abraham:
“de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.”
Por otro lado es claro que Isaac oró con la Fe necesaria para que se concretara su pedido, no olvidemos a Santiago 1:6
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.”
También es necesario notar el poder de la oración intercesora. Pues la Escritura es clara al decir que “…oró Isaac a YHWH por su mujer…” Noten por favor que la Escritura no dice “oró para que le dé descendencia” sino que lo hizo “…por su mujer…”
Muchas son las maravillas que este solo versículo nos puede dar. Como no pretendo cerrar las puertas a la obra que Rúaj HaKodesh pueda hacer en la vida de cada creyente, ni limitar su visión. Dejaré que por su cuenta pueda aprender otras cosas. Sólo daré como
guía estos versículos que pueden ayudarlo en la búsqueda:
Romanos 4: 20-21; Hebreos 5:7; 1ra de Timoteo 5:5; Daniel 6:10; Colosenses 4:12; Filipenses 1:19.
Ahora, volviendo a la cuestión de tomar en cuenta los tiempos quiero que nos ubiquemos en la realidad de esta familia de nuestros patriarcas.
Tomemos en primer lugar los tiempos de nuestro padre Abraham. Quizás repita algunos números que ya he puesto, pero es necesario para la continuidad.
Edades de Abraham
Cuando nace Isaac: 100 años
Cuando muere Sara: 137 años
Cuando Isaac se casa con Rebeca: 140 años
Cuando Rebeca concibe: 160 años
Edad de Abraham al momento de morir: 175 años
Edades de Isaac
Cuando muere su madre: 37 años
Al casarse con Rebeca: 40 años
Al momento de concebir Rebeca: 60 años
Al momento de morir su padre Abraham: 75 años
Edad de los hijos de Isaac al morir Abraham: 15 años
Una aclaración más, al momento de la concepción de Rebeca aún tenemos con vida al hijo de Noé, Sem. Quien se encuentra viviendo en la región que Abraham abandonó cuando tenía 75 años, Génesis 12:4
“…Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.”
¿Por qué hago hincapié en estas cuestiones? Porque en la enseñanza tradicional se acostumbra la lectura de versículos aislados. Por lo general escuchan un versículo en una predicación, lo marcan o tildan, a veces hasta lo memorizan. Pero se pierden el contexto general de la Escritura. Y por ello los personajes de la historia aparecen aislados y casi sin contacto.
De esa forma a Noé le siguen Sem, Cam y Jafet; sin tomar en consideración que Noé, Sem y Heber permanecieron viviendo juntos enseñando los caminos de YHWH.
O bien se sabe que existió un Abraham, que tuvo un hijo Isaac que se casó con Rebeca y lo sucedió.
Pero en esto nos perdemos de vista que Abraham, Isaac, Rebeca, Jacov y Esaú, vivían juntos. Y de esta interacción entre ellos sucedían cosas como en cualquier familia. Algunas seguramente sin relevancia histórica. Tendrían fiestas, alegrías y enojos. Pero algunos de esos
eventos familiares han tenido tal trascendencia que se prolongan hasta nuestros días.
Veremos por ejemplo en los estudios de esta porción, como cierta pelea familiar es la base de la actual guerra entre Israel y los árabes autodenominados “palestinos” en Gaza y Cisjordania.
También veremos por qué por ejemplo es importante saber que al momento de la concepción de Rebeca estaban vivos e instruyendo al Pueblo, los sacerdotes Sem y Heber, hijo y nieto de Noé.
Pero a todo ello lo iremos viendo en los estudios siguientes.
En el estudio anterior hice hincapié en ubicarnos en tiempo y espacio, porque de esa forma tendríamos una idea de cómo podían interactuar, estar relacionados los miembros de la familia patriarcal.
En este empezaremos a tener una dimensión de por qué fue necesario ubicarnos de ese modo. Veamos Génesis 25: 22-23
“Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a YHWH; y le respondió YHWH:…”
En este versículo se nos cuenta el desagradable momento que le tocó vivir a la primeriza Rebeca. Quien, no habiendo podido tener hijos durante 20 años, ahora que ha concebido, siente en sus entrañas una pelea constante. Por supuesto, está demás aclarar el dolor físico que ello le provocaba, además de la inquietud e incertidumbre por el motivo por el cual esto ocurría.
Sé que las mujeres que leen esto son más conscientes del dolor físico que esta mujer ha tenido, sus temores y desazón. Pero todos podemos imaginar que esto ha sido grave en la vida de nuestra Matriarca. De hecho fijémonos la frase dolorosa que llega a pronunciar “… ¿Para qué vivo yo?…” Si pensamos que esto es poco, quiere decir que aun no alcanzamos a por lo menos solidarizarnos en nuestro interior con lo que nuestro antepasado sufrió.
Acto seguido se nos dice “… Y fue a consultar a YHWH…”
Pues bien me gustaría hacer la siguiente pregunta ¿Cómo consultó a YHWH?
No se nos habla de la presencia de algún profeta, ni de que oró y recibió la visita de La Palabra, ni de otro tipo de mención. ¿Por qué esto es importante? Porque la Toráh se sostiene a sí misma. No necesita de textos que la expliquen.
A partir de relatos y tradiciones del pueblo hebreo, los cuales si bien no se encuentran en la Toráh podemos desentrañar un poco lo que ocurrió. Pues se cuenta en antiguos midrashim que Rebeca visitó a Sem y Heber. El primero oficiando como Melquisedec y el segundo aprendiendo y compartiendo los rudimentos del sacerdocio.
Ahora el nuevo creyente comprenderá por qué en el estudio anterior me preocupé por establecer las edades de los personajes de estas historias. Y de cómo eran contemporáneos. Y cómo se relacionaban. Ahora podemos ver con claridad que Rebeca no sólo consultó a sus ayudantes, también lo hizo con su suegro Abraham. Y esta cuestión familiar alcanzó tal magnitud que consultaron a quienes en aquel tiempo ejercían el sacerdocio según el orden de Melquisedec, o sea Sem y su hijo Heber. Volvamos de nuevo al Libro del Génesis, 25:23
“y le respondió YHWH:
Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.”
La respuesta profética a la dolorosa situación de Rebeca, es más que importante. Diría es crucial para entender la realidad del mundo actual. La próxima vez que las noticias nos informen acerca de los terroristas “palestinos” atacando a Israel. O que nos hablen de que el Tzahal, el Ejército de Israel, ha penetrado en la franja de gaza, sepamos queridos hermanos que nos estamos refiriendo a esta profecía haciéndose realidad ante nuestros ojos. Esaú y Jacov combatiendo en las propias entrañas de su madre, en las propias entrañas de la Tierra prometida. Siendo por supuesto Jacov el heredero con derechos divinos sobre esa Tierra.
En el próximo estudio abordaremos la cuestión de la primogenitura y el nuevo creyente podrá entender la historia detrás de un potaje.
Quiero comenzar este estudio transcribiendo la parte correspondiente de la Toráh a la cual haré alusión, Génesis 25: 29 al 34
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.
Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su
primogenitura.
Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.”
Estos son versículos cuya importancia se verá a lo largo de la historia familiar de los patriarcas y trascenderán los siglos. Pero vayamos por parte.
Como muchas veces escribo, es necesario siempre analizar el contexto en el cual un versículo se desarrolla. Asimismo un conjunto de versículos, como los que vamos a analizar, también deben analizarse dentro de un contexto más general.
Y cuál es el contexto más general en este caso, bueno miremos un poco más ampliamente.
Al comenzar estos estudios expliqué que la Toráh se estudia en una forma distinta a cualquier escrito, y la forma de hacerlo es en forma cíclica. En muchas ocasiones, eventos que se nos relatan están relacionados con relatos anteriores o posteriores. Pues bien, este es uno de los casos.
Pues la narración de este acontecimiento donde Esaú vende su primogenitura por un potaje, está relacionada con un evento ocurrido veinte versículos atrás. O sea un evento que ocurre en Génesis 25:8
“Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.”
Es más, para poner más difícil el asunto les diré que este último versículo referido a la muerte de Abraham está íntimamente relacionado con estas palabras de Génesis 25:29 “…guiso rojo…”
Bien, no daré más vueltas. Resulta que el “guiso rojo”, o sea el guiso de lentejas rojizo no es cualquier comida. En los tiempos narrados, específicamente se trata de una comida de duelo. Una comida ofrecida frente al sufrimiento en este caso de un familiar muy sentido por ellos. ¿De quién se trata? Por supuesto que de Abraham. Todo lo cual se pierde al no saber por qué se hace referencia a este tipo de guiso.
Muchas veces escribo sobre esto, pero debe ser repetido hasta el cansancio: no hay palabras ociosas en la Toráh. En cada una de las palabras se nos rebelan cuestiones que hacen al entendimiento de lo que estamos leyendo.
Entonces profundizando en el contenido de la Toráh y ayudándonos con otros textos de la Biblia, podremos acceder a las maravillas que tiene para nosotros.
Quiero hacer aquí una salvedad. Por lo general el nuevo creyente, cuando ingresa en el mover de las raíces profundas de su Fe, viene con una carga de intereses arrastrados de sus orígenes. Y sus inquietudes en las Escrituras reflejan esos intereses. De esta forma sus preguntas por lo general giran sobre los mismos temas: cómo expulsar demonios, si se debe dar o no diezmo, si debe decir rabino o pastor, si se bautiza sumergiendo a la gente o se le arroja un poco de agua. Cuestiones todas estas que, si bien tienen una respuesta, son tan menores y básicas cuando se conoce un poco la Toráh, que
se las termina respondiendo él mismo al final de un ciclo de la Instrucción.
Pues de lo que se trata es de volver a la Toráh, ya que de ella ha surgido todo.
¿Quiere saber cómo expulsar shedim? Nunca sabrá a qué se enfrenta si no tiene una cabal comprensión de Génesis 6. ¿Quiere saber si debe dar diezmo o no? Imposible tener una respuesta correcta sin antes entender quién es el Melquisedec de Génesis 14. ¿Quiere saber si se bautiza sumergiendo o arrojando agüita? Es fundamental que comprenda lo que ocurrió cuando el pueblo cruzó el Mar de las Cañas.
He hecho esta observación pues puede presentarse el lector que crea que sólo estamos aprendiendo “un poco del viejo testamento” como quien aprende acerca de Napoleón o el descubrimiento de América. Lo que estamos tratando en esta serie de estudios es la base, el fundamento sobre el cual se erige la fe de Yeshúa. Lo que sabían y enseñaban los Apóstoles.
De seguro habrá leído este pasaje de 1ra de Corintios 3:1-2
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Yeshúa. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces,…”
Bueno querido amigo y lector, lo que está leyendo, lo que está aprendiendo es la vianda. Cuando nuestro hermano, rabino y apóstol, Shaúl (Pablo) escribió eso, lo hizo dirigiéndose a nuevos creyentes. Como todo aquel que comienza en este camino.
Volviendo al tema del estudio, ya hemos aprendido que el guiso rojo por el cual Esaú vende su primogenitura, se ha hecho por motivo del duelo por la muerte de Abraham. Recordemos como escribí en el estudio anterior que todos los personajes de esta historia vivían juntos en la Tierra Prometida.
Quiero que veamos ahora algunas de las palabras que Esaú dice, Génesis 25:31-32
“Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
Existe una certeza en el ser humano desde el día en que se nace, algún día se va a morir. Ese hecho natural no impide que nos desarrollemos, formemos familias, trabajemos, etc. Y por supuesto el hecho de que algún día vayamos a morir no impide que vivamos la vida y más cuando se es el primogénito heredero de la doble porción del clan familiar. Entonces ¿Por qué dijo Esaú esa frase?
Veamos un poco más, de dónde viene Esaú y cómo está, Génesis 25: 29-30
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado,
dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.”
La propia porción de la Instrucción que estamos analizando nos dice que a Esaú le gustaba salir de cacería, lo que había ocurrido en esta ocasión. Por lo cual podríamos pensar que tenía el cansancio habitual, además de tener el hambre habitual. Nada que nos tenga que hacer pensar en un día especial de cacería.
Pues bien, ahora voy a transcribir un pasaje del libro del Génesis relacionado con la venta de la primogenitura de Jacov, el cual jamás el nuevo creyente pensaría que está relacionado. Me refiero a Génesis 10: 8-10
“Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de YHWH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHWH.
Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.”
¿Se acuerdan de Nimrod? El rey que gobernó la región mesopotámica, que edificó la torre de Babel, ese lugar donde las lenguas fueron confundidas y su pueblo fue dispersado entre las naciones, motivo por el cual la adoración babilónica está en todo el mundo. Sí, el mismo. Pues bien, ese rey tenía la misma costumbre o afición que Esaú, la cacería. Recordemos lo que muchas veces escribo, no se trata de personas aisladas que aparecen perdidas en un
relato. Los “Hebreos” descendientes de Abraham eran conocidos por Nimrod y sus súbditos, así como los miembros de la familia fundada por Abraham y que contaban con cientos de seguidores también lo conocían a él.
Antiguos midrashim y tradiciones nos cuentan que Esaú asesinó a Nimrod mientras aquel se encontraba de cacería. Lo cual si bien no aparece escrito en la Toráh, es muy fácil de aceptar por el contenido de lo que estamos leyendo en Génesis.
Esto es parte de los hechos previos que ocurrieron antes de comer el potaje.
Esaú mató en el campo a Nimrod. Pero Nimrod, como todo hombre
importante tenía guardaespaldas, los cuales debieron perseguir a Esaú procurando darle muerte.
Me imagino la emoción del nuevo creyente al conocer cosas que ocurrieron y que jamás se imaginó. Cosas que los apóstoles sabían y enseñaban pero que durante años les estuvieron ocultas a quienes deseaban saber más de la “Biblia”.
Sigamos con el relato. Ahora entenderemos mejor por qué Génesis 25:30 dice:
“Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado…”
Una última aclaración. Antes escribí, todos sabemos que vamos a morir, ¿Por qué Esaú dice “…He aquí yo me voy a morir…” en Génesis 25:32?
Si pensamos un poco la cosa no haría falta que lo explique. Pero
imaginémonos que acabamos de matar a un rey, que matamos a sus
guardaespaldas, que además robamos sus pertenencias reales. ¿Qué
imaginamos que harán sus siervos con nosotros? No queda otra respuesta que pensar que nos perseguirán y seremos ajusticiados.
Seguiremos con los alcances de la venta de la primogenitura y sus consecuencias en el estudio siguiente.