Ir al contenido

Generaciones -Génesis 26:19 al 28:9

Porción llamada “Generaciones” 

-Parte 1 #

Génesis 25: 19 al 28:9
“Estas son las generaciones de Isaac hijo de Abraham…”
En esta porción de la Toráh (Instrucción) iniciamos con el comienzo de los descendientes de Isaac, y su desarrollo.
En este primer comentario haremos algunas observaciones que nos serán útiles para entender, no sólo la porción de la Escritura, sino también hechos relevantes que tienen que ver con los tiempos del fin en los cuales estamos viviendo.
En primer lugar debemos ubicarnos en tiempo y espacio de estos hechos. Cuando nos referimos a espacio hablamos exclusivamente de los hechos que acontecen con la vida del patriarca Isaac dentro de los límites de la Tierra Prometida.
A diferencia de su padre Abraham, quien nació en tierra caldea y viajó a Egipto, nuestro Patriarca Isaac, peregrinó por la Tierra Prometida.
En cuanto a tiempo no nos referimos al año calendario, sino al tiempo de las edades de los nombrados en esos relatos.
Hagamos un poco de memoria.
Tiene Abraham 100 años cuando su hijo Isaac nace, y Sara su madre ronda los 90.
Cuando su madre muere Isaac tiene 37 años, pues Sara muere a los 127, teniendo Abraham 137.
¿Qué edad tiene Isaac al casarse con la matriarca Rebeca, sucesora en la posición de Sara?
Génesis 25:20 “era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.”
O sea luego de la muerte de su madre Sara, Isaac pasó 3 años hasta que unió su vida a Rebeca.
El pasaje siguiente, Génesis 25:21, nos habla de un problema, una dificultad física que Rebeca tenía y cómo halló respuesta en YHWH.
“Y oró Isaac a YHWH por su mujer, que era estéril; y lo aceptó YHWH, y concibió Rebeca su mujer.”
El nuevo creyente verá ahora cuán importante es posicionarse bien en las escrituras, para saber de qué tiempos se está hablando. Pues si sólo tomamos en cuenta el pasaje transcripto podríamos confundirnos. ¿Por qué escribo esto? Si yo preguntase ¿Cuánto tiempo oró Isaac para que su mujer pudiese tener hijos, cuál sería la respuesta? Pensaríamos que estamos hablando quizás de unos días, a lo sumo algunos meses.
Pero qué nos revela la Toráh, veamos Génesis 25:26
“Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz…”
¡Se dan cuenta el tiempo que pasó!
Entre que Isaac toma como esposa a Rebeca, estéril, y el tiempo en que ella da a luz, han pasado 20 años.
Isaac oró durante 20 años por la concepción de sus hijos.
Este es un detalle no menor por cuanto durante dos décadas Isaac vivió esperando la respuesta a su súplica.
Pero este no es el único ejemplo que puedo dar acerca de estar atentos a los tiempos. A lo largo de esta porción veremos otras situaciones que requieren estar atentos al tiempo que se nos está marcando.
Quiero detenerme ahora en aspectos que hacen a la oración de Isaac.
Transcribamos el versículo, Génesis 25:21:
“Y oró Isaac a YHWH por su mujer, que era estéril; y lo aceptó YHWH, y concibió Rebeca su mujer.”
Es necesario destacar el fin de la oración de Isaac. Si bien por supuesto debemos entender que él está interesado en tener descendencia. También es cierto que existía palabra profética acerca de que ello debía ser así.
Recordemos Génesis 22:17, donde se promete descendencia a la descendencia de Abraham:
“de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.”
Por otro lado es claro que Isaac oró con la Fe necesaria para que se concretara su pedido, no olvidemos a Santiago 1:6
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.”
También es necesario notar el poder de la oración intercesora. Pues la Escritura es clara al decir que “…oró Isaac a YHWH por su mujer…” Noten por favor que la Escritura no dice “oró para que le dé descendencia” sino que lo hizo “…por su mujer…”
Muchas son las maravillas que este solo versículo nos puede dar. Como no pretendo cerrar las puertas a la obra que Rúaj HaKodesh pueda hacer en la vida de cada creyente, ni limitar su visión. Dejaré que por su cuenta pueda aprender otras cosas. Sólo daré como
guía estos versículos que pueden ayudarlo en la búsqueda:
Romanos 4: 20-21; Hebreos 5:7; 1ra de Timoteo 5:5; Daniel 6:10; Colosenses 4:12; Filipenses 1:19.
Ahora, volviendo a la cuestión de tomar en cuenta los tiempos quiero que nos ubiquemos en la realidad de esta familia de nuestros patriarcas.
Tomemos en primer lugar los tiempos de nuestro padre Abraham. Quizás repita algunos números que ya he puesto, pero es necesario para la continuidad.
Edades de Abraham
Cuando nace Isaac: 100 años
Cuando muere Sara: 137 años
Cuando Isaac se casa con Rebeca: 140 años
Cuando Rebeca concibe: 160 años
Edad de Abraham al momento de morir: 175 años
Edades de Isaac
Cuando muere su madre: 37 años
Al casarse con Rebeca: 40 años
Al momento de concebir Rebeca: 60 años
Al momento de morir su padre Abraham: 75 años
Edad de los hijos de Isaac al morir Abraham: 15 años
Una aclaración más, al momento de la concepción de Rebeca aún tenemos con vida al hijo de Noé, Sem. Quien se encuentra viviendo en la región que Abraham abandonó cuando tenía 75 años, Génesis 12:4
“…Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.”
¿Por qué hago hincapié en estas cuestiones? Porque en la enseñanza tradicional se acostumbra la lectura de versículos aislados. Por lo general escuchan un versículo en una predicación, lo marcan o tildan, a veces hasta lo memorizan. Pero se pierden el contexto general de la Escritura. Y por ello los personajes de la historia aparecen aislados y casi sin contacto.
De esa forma a Noé le siguen Sem, Cam y Jafet; sin tomar en consideración que Noé, Sem y Heber permanecieron viviendo juntos enseñando los caminos de YHWH.
O bien se sabe que existió un Abraham, que tuvo un hijo Isaac que se casó con Rebeca y lo sucedió.
Pero en esto nos perdemos de vista que Abraham, Isaac, Rebeca, Jacov y Esaú, vivían juntos. Y de esta interacción entre ellos sucedían cosas como en cualquier familia. Algunas seguramente sin relevancia histórica. Tendrían fiestas, alegrías y enojos. Pero algunos de esos
eventos familiares han tenido tal trascendencia que se prolongan hasta nuestros días.
Veremos por ejemplo en los estudios de esta porción, como cierta pelea familiar es la base de la actual guerra entre Israel y los árabes autodenominados “palestinos” en Gaza y Cisjordania.
También veremos por qué por ejemplo es importante saber que al momento de la concepción de Rebeca estaban vivos e instruyendo al Pueblo, los sacerdotes Sem y Heber, hijo y nieto de Noé.

Pero a todo ello lo iremos viendo en los estudios siguientes.

 

Parte 2- #

En el estudio anterior hice hincapié en ubicarnos en tiempo y espacio, porque de esa forma tendríamos una idea de cómo podían interactuar, estar relacionados los miembros de la familia patriarcal.

En este empezaremos a tener una dimensión de por qué fue necesario ubicarnos de ese modo. Veamos Génesis 25: 22-23
“Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a YHWH;  y le respondió YHWH:…”
En este versículo se nos cuenta el desagradable momento que le tocó vivir a la primeriza Rebeca. Quien, no habiendo podido tener hijos durante 20 años, ahora que ha concebido, siente en sus entrañas una pelea constante. Por supuesto, está demás aclarar el dolor físico que ello le provocaba, además de la inquietud e incertidumbre por el motivo por el cual esto ocurría.
Sé que las mujeres que leen esto son más conscientes del dolor físico que esta mujer ha tenido, sus temores y desazón. Pero todos podemos imaginar que esto ha sido grave en la vida de nuestra Matriarca. De hecho fijémonos la frase dolorosa que llega a pronunciar “… ¿Para qué vivo yo?…” Si pensamos que esto es poco, quiere decir que aun no alcanzamos a por lo menos solidarizarnos en nuestro interior con lo que nuestro antepasado sufrió.
Acto seguido se nos dice “… Y fue a consultar a YHWH…”
Pues bien me gustaría hacer la siguiente pregunta ¿Cómo consultó a YHWH?
No se nos habla de la presencia de algún profeta, ni de que oró y recibió la visita de La Palabra, ni de otro tipo de mención. ¿Por qué esto es importante? Porque la Toráh se sostiene a sí misma. No necesita de textos que la expliquen.
A partir de relatos y tradiciones del pueblo hebreo, los cuales si bien no se encuentran en la Toráh podemos desentrañar un poco lo que ocurrió. Pues se cuenta en antiguos midrashim que Rebeca visitó a Sem y Heber. El primero oficiando como Melquisedec y el segundo aprendiendo y compartiendo los rudimentos del sacerdocio.
Ahora el nuevo creyente comprenderá por qué en el estudio anterior me preocupé por establecer las edades de los personajes de estas historias. Y de cómo eran contemporáneos. Y cómo se relacionaban. Ahora podemos ver con claridad que Rebeca no sólo consultó a sus ayudantes, también lo hizo con su suegro Abraham. Y esta cuestión familiar alcanzó tal magnitud que consultaron a quienes en aquel tiempo ejercían el sacerdocio según el orden de Melquisedec, o sea Sem y su hijo Heber. Volvamos de nuevo al Libro del Génesis, 25:23
“y le respondió YHWH:
Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor.”
La respuesta profética a la dolorosa situación de Rebeca, es más que importante. Diría es crucial para entender la realidad del mundo actual. La próxima vez que las noticias nos informen acerca de los terroristas “palestinos” atacando a Israel. O que nos hablen de que el Tzahal, el Ejército de Israel, ha penetrado en la franja de gaza, sepamos queridos hermanos que nos estamos refiriendo a esta profecía haciéndose realidad ante nuestros ojos. Esaú y Jacov combatiendo en las propias entrañas de su madre, en las propias entrañas de la Tierra prometida. Siendo por supuesto Jacov el heredero con derechos divinos sobre esa Tierra.

En el próximo estudio abordaremos la cuestión de la primogenitura y el nuevo creyente podrá entender la historia detrás de un potaje.

Parte 3- #

Quiero comenzar este estudio transcribiendo la parte correspondiente de la Toráh a la cual haré alusión, Génesis 25: 29 al 34

“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.
Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?
Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su
primogenitura.
Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.”
Estos son versículos cuya importancia se verá a lo largo de la historia familiar de los patriarcas y trascenderán los siglos. Pero vayamos por parte.
Como muchas veces escribo, es necesario siempre analizar el contexto en el cual un versículo se desarrolla. Asimismo un conjunto de versículos, como los que vamos a analizar, también deben analizarse dentro de un contexto más general.
Y cuál es el contexto más general en este caso, bueno miremos un poco más ampliamente.
Al comenzar estos estudios expliqué que la Toráh se estudia en una forma distinta a cualquier escrito, y la forma de hacerlo es en forma cíclica. En muchas ocasiones, eventos que se nos relatan están relacionados con relatos anteriores o posteriores. Pues bien, este es uno de los casos.
Pues la narración de este acontecimiento donde Esaú vende su primogenitura por un potaje, está relacionada con un evento ocurrido veinte versículos atrás. O sea un evento que ocurre en Génesis 25:8
“Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.”
Es más, para poner más difícil el asunto les diré que este último versículo referido a la muerte de Abraham está íntimamente relacionado con estas palabras de Génesis 25:29 “…guiso rojo…”
Bien, no daré más vueltas. Resulta que el “guiso rojo”, o sea el guiso de lentejas rojizo no es cualquier comida. En los tiempos narrados, específicamente se trata de una comida de duelo. Una comida ofrecida frente al sufrimiento en este caso de un familiar muy sentido por ellos. ¿De quién se trata? Por supuesto que de Abraham. Todo lo cual se pierde al no saber por qué se hace referencia a este tipo de guiso.
Muchas veces escribo sobre esto, pero debe ser repetido hasta el cansancio: no hay palabras ociosas en la Toráh. En cada una de las palabras se nos rebelan cuestiones que hacen al entendimiento de lo que estamos leyendo.
Entonces profundizando en el contenido de la Toráh y ayudándonos con otros textos de la Biblia, podremos acceder a las maravillas que tiene para nosotros.
Quiero hacer aquí una salvedad. Por lo general el nuevo creyente, cuando ingresa en el mover de las raíces profundas de su Fe, viene con una carga de intereses arrastrados de sus orígenes. Y sus inquietudes en las Escrituras reflejan esos intereses. De esta forma sus preguntas por lo general giran sobre los mismos temas: cómo expulsar demonios, si se debe dar o no diezmo, si debe decir rabino o pastor, si se bautiza sumergiendo a la gente o se le arroja un poco de agua. Cuestiones todas estas que, si bien tienen una respuesta, son tan menores y básicas cuando se conoce un poco la Toráh, que
se las termina respondiendo él mismo al final de un ciclo de la Instrucción.
Pues de lo que se trata es de volver a la Toráh, ya que de ella ha surgido todo.
¿Quiere saber cómo expulsar shedim? Nunca sabrá a qué se enfrenta si no tiene una cabal comprensión de Génesis 6. ¿Quiere saber si debe dar diezmo o no? Imposible tener una respuesta correcta sin antes entender quién es el Melquisedec de Génesis 14. ¿Quiere saber si se bautiza sumergiendo o arrojando agüita? Es fundamental que comprenda lo que ocurrió cuando el pueblo cruzó el Mar de las Cañas.
He hecho esta observación pues puede presentarse el lector que crea que sólo estamos aprendiendo “un poco del viejo testamento” como quien aprende acerca de Napoleón o el descubrimiento de América. Lo que estamos tratando en esta serie de estudios es la base, el fundamento sobre el cual se erige la fe de Yeshúa. Lo que sabían y enseñaban los Apóstoles.
De seguro habrá leído este pasaje de 1ra de Corintios 3:1-2
“De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Yeshúa. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces,…”
Bueno querido amigo y lector, lo que está leyendo, lo que está aprendiendo es la vianda. Cuando nuestro hermano, rabino y apóstol, Shaúl (Pablo) escribió eso, lo hizo dirigiéndose a nuevos creyentes. Como todo aquel que comienza en este camino.
Volviendo al tema del estudio, ya hemos aprendido que el guiso rojo por el cual Esaú vende su primogenitura, se ha hecho por motivo del duelo por la muerte de Abraham. Recordemos como escribí en el estudio anterior que todos los personajes de esta historia vivían juntos en la Tierra Prometida.
Quiero que veamos ahora algunas de las palabras que Esaú dice, Génesis 25:31-32
“Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.
Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?”
Existe una certeza en el ser humano desde el día en que se nace, algún día se va a morir. Ese hecho natural no impide que nos desarrollemos, formemos familias, trabajemos, etc. Y por supuesto el hecho de que algún día vayamos a morir no impide que vivamos la vida y más cuando se es el primogénito heredero de la doble porción del clan familiar. Entonces ¿Por qué dijo Esaú esa frase?
Veamos un poco más, de dónde viene Esaú y cómo está, Génesis 25: 29-30
“Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado,
dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado.”
La propia porción de la Instrucción que estamos analizando nos dice que a Esaú le gustaba salir de cacería, lo que había ocurrido en esta ocasión. Por lo cual podríamos pensar que tenía el cansancio habitual, además de tener el hambre habitual. Nada que nos tenga que hacer pensar en un día especial de cacería.
Pues bien, ahora voy a transcribir un pasaje del libro del Génesis relacionado con la venta de la primogenitura de Jacov, el cual jamás el nuevo creyente pensaría que está relacionado. Me refiero a Génesis 10: 8-10
“Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de YHWH; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de YHWH.
Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.”
¿Se acuerdan de Nimrod? El rey que gobernó la región mesopotámica, que edificó la torre de Babel, ese lugar donde las lenguas fueron confundidas y su pueblo fue dispersado entre las naciones, motivo por el cual la adoración babilónica está en todo el mundo. Sí, el mismo. Pues bien, ese rey tenía la misma costumbre o afición que Esaú, la cacería. Recordemos lo que muchas veces escribo, no se trata de personas aisladas que aparecen perdidas en un
relato. Los “Hebreos” descendientes de Abraham eran conocidos por Nimrod y sus súbditos, así como los miembros de la familia fundada por Abraham y que contaban con cientos de seguidores también lo conocían a él.
Antiguos midrashim y tradiciones nos cuentan que Esaú asesinó a Nimrod mientras aquel se encontraba de cacería. Lo cual si bien no aparece escrito en la Toráh, es muy fácil de aceptar por el contenido de lo que estamos leyendo en Génesis.
Esto es parte de los hechos previos que ocurrieron antes de comer el potaje.
Esaú mató en el campo a Nimrod. Pero Nimrod, como todo hombre
importante tenía guardaespaldas, los cuales debieron perseguir a Esaú procurando darle muerte.
Me imagino la emoción del nuevo creyente al conocer cosas que ocurrieron y que jamás se imaginó. Cosas que los apóstoles sabían y enseñaban pero que durante años les estuvieron ocultas a quienes deseaban saber más de la “Biblia”.
Sigamos con el relato. Ahora entenderemos mejor por qué Génesis 25:30 dice:
“Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado…”
Una última aclaración. Antes escribí, todos sabemos que vamos a morir, ¿Por qué Esaú dice “…He aquí yo me voy a morir…” en Génesis 25:32?
Si pensamos un poco la cosa no haría falta que lo explique. Pero
imaginémonos que acabamos de matar a un rey, que matamos a sus
guardaespaldas, que además robamos sus pertenencias reales. ¿Qué
imaginamos que harán sus siervos con nosotros? No queda otra respuesta que pensar que nos perseguirán y seremos ajusticiados.

  Seguiremos con los alcances de la venta de la primogenitura y sus consecuencias en el estudio siguiente.

Parte 4 #

 

En el anterior estudio hemos visto cómo y por qué se produce la venta de la primogenitura a manos de Esaú.

En este veremos el desarrollo de otro evento, el cual tiene que ver con el engaño al cual es sometido Isaac en su vejez.
Antes de desarrollar eso quiero hacer una observación. Para ello debemos recordar el detalle de las edades que establecí en el comentario 1 de esta porción. El detalle a tener en cuenta es el siguiente:
Edad de Abraham
Cuando Rebeca concibe: 160 años
Edad de Abraham al momento de morir: 175 años
Quiero ahora que recordemos las palabras de YHWH dadas a Abraham:
Génesis 15:15 “Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.”
Una promesa dada a Abraham es que al momento de morir lo haría en Paz, sosegado, como quien recibe el descanso merecido por las jornadas vividas. Ello fue así, por cuanto he dicho que cuando acontece la muerte de Nimrod, la huida de Esaú, la cuestión del guiso rojo, etc. Ocurre cuando muere el patriarca.
También esa referencia de los años del primer hebreo, nos dicen un dato importante ¿Qué edad tenían los jóvenes Esaú y Jacov al momento del trueque de la primogenitura? 15 años.
Debemos pensar que en occidente en la actualidad un joven de esa edad es casi un niño (en el mejor de los casos), pero en la cultura israelí tradicional a los 13 años un niño pasa a ser un hombre en muchos aspectos. Obteniendo en este caso edad para contratar y disponer.
El padre de estos jóvenes, Isaac, tienen entonces 75 años.
Por Génesis 35: 28 sabemos que “…fueron los días de Isaac ciento ochenta años….”. O sea que cuando se produce la cuestión del guiso, en que sus hijos hacen ese trato, Isaac no había llegado ni siquiera a la mitad de su vida.
Me pareció necesario aclarar esto pues como entre la narración de la primogenitura y la narración de la bendición con el engaño de Jacov hay sólo un capítulo intermedio en las biblias, (el capítulo 26) se tiende a creer que esos hechos ocurrieron casi simultáneamente. Y no es así.
Vayamos entonces a lo que hoy quiero tratar. Leamos Génesis 27: 1 al 4
“Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí.
Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte.
Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera.”
Primera aclaración, Isaac no estaba agonizando, estaba casi ciego y no conocía el momento de su muerte, pero no se estaba muriendo. De hecho tenía un poco más de 100 años y podemos recordar que Isaac vivió hasta los 180 años.
Segunda aclaración, entre la cuestión del guiso rojo y este evento han pasado más de 40 años, más adelante veremos de dónde surge esta cifra.
O sea que Esaú y Jacov tienen más de 60 años.
Sé que son muchos números, muchas cifras, alguna incluso sin tanta precisión. Podría hacer ahora un cuadro para que todas las cifras estén con más claridad, pero me parece que todo no lo tengo que hacer yo. Puede el lector escribir en un papel o una computadora las edades que he escrito y tenerlas a mano. Eso lo ayudará a tener presentes estos datos.
En lo que sí haré hincapié  es en el hecho de cómo se ha tergiversado en la imaginación de las personas la edad de los personajes. En esto ha tenido mucho que ver el cine y sus necesidades. Tengamos claro entonces que Esaú y Jacov tienen más de 60 años cuando se produce el engaño de Jacov de “disfrazarse”, de adquirir la apariencia de su hermano. Y que tenían 15 años cuando se produjo la venta del potaje, acto en el cual no hubo ningún engaño.
Bien, avancemos.
Isaac le pide a Esaú que vaya a cazar, le haga un guiso de los que le gustan y luego lo bendecirá.
Pero Rebeca, esposa de Isaac y madre de Esaú y Jacov, “…  estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo…”, Génesis 27:5.
Entonces qué hace, Génesis 27: 9-10, le comenta a su hijo preferido Jacov lo que ha escuchado y:
“…Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta;  y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte.”
Ahora recordemos cuál era el aspecto de Esaú al momento de nacer, Génesis 25:25
“Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú.”
Lo cual es importante al momento de engañar al padre y es planteado por Jacob, Génesis 27:11-12
“Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición.”
La solución que Rebeca le da, Génesis 27:15-16
“tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor;  y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos;…”
Sabemos que el engaño se consuma e Isaac, engañado, le da la bendición especial a Jacov.
Ahora bien, nos hemos preguntado alguna vez ¿Por qué YHWH permitió que nuestro patriarca Isaac fuese engañado?
Antes de responder pensemos por un instante en Isaac. Se trata de ese hombre en quien se ha posado la bendición de YHWH. Quien ha recorrido la Tierra Prometida y no se contaminó con Egipto. El hombre cuya integridad le hizo estar en Paz y conforme a la voluntad de YHWH en el Monte Sagrado a punto de entregar su vida a manos de su padre Abraham. El hombre que recibió consuelo con rebeca por la muerte de su madre Sara.
Ese mismo hombre de Fe, hoy es engañado por su hijo menor y por su esposa. ¿Cómo ocurrió esto?
Pues bien, las preferencias de una persona y las acciones que conforme a ellas ejecuta, traen consecuencias. Transcribiré ahora unos versículos que nos explican el porqué de esta situación, aunque al principio no nos demos cuenta que ellos son la respuesta.
Génesis 25:27 “Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo…”
Génesis 25:28 “…Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza…”
Génesis 25: 27 “…pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas….”
Génesis 25:28 “…Rebeca amaba a Jacob…”
Sé que la mayoría de los lectores tiene a su alcance la versión Reina-Valera o la versión “Biblia de Jerusalén” de las Escrituras. Pero quiero que vean ahora cómo aparece el versículo 27 que he trascripto, en la versión aramea Peshita:
Génesis 25:27 “… y Jacov era un hombre íntegro y habitaba en una tienda…”
Por si no se ha advertido algo muy importante, el versículo de Génesis 25:27 está estableciendo una comparación:
Esaú: diestro en la caza, hombre de campo
Jacov: hombre íntegro, habitaba en una tienda.
¿Notan el problema? ¿Advierte el lector el aparente error en la comparación?
Me explico ¿Por qué se compara ser “diestro en la caza” con ser “íntegro”?
Es como si escribiese: Pedro es un gran tornero, pero Marcelo nunca miente. O Alicia es una gran sicóloga pero Patricia sabe querer a sus padres. O Ignacio fue un gran presidente, pero Marcial jugaba bien a las cartas.
Aunque no se entienda al principio, he aquí la raíz del engaño a Isaac. Veamos por qué.
Cuando se habla de “diestro cazador” se está hablando no sólo de que mataba animales. Se nos está mostrando un conjunto de cualidades que Esaú tenía. Para cazar debía conocer el arte del engaño, saber camuflarse haciéndose uno con el entorno, engañando a la naturaleza misma. Debía asimismo conocer la forma de matar con certeza para que su presa no se escapase. Debía conocer la forma de hacer trampas, y que sus víctimas cayesen en ellas. Esas habilidades también reflejaban su trato diario. Parte de este ser cotidiano era también engañar a su padre, dando una imagen de integridad que no tenía, logrando que este creyese que sería algún día un hombre como lo fueron Abraham, Noé, Sem, etc. Sabemos que este engaño a su padre era así porque:
“…amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza…”
Lo amó porque comía de sus engaños, trampas y mentiras.
¿Veía Isaac estos aspectos negativos de su hijo mayor? Evidentemente no, porque, Génesis 27:1
“…cuando Isaac envejeció,… sus ojos se oscurecieron quedando sin vista…”
Lo que ocurre en nuestras vidas es producto de las decisiones, y los actos que llevamos adelante. Es por ello que la ceguera llegó a la vida de nuestro patriarca Isaac. Pues estaba ciego a esta situación.
Pero no sólo estaba ciego a la personalidad, el carácter y el engaño de Esaú. Sino que también estaba ciego a la formación e integridad que se desarrollaban en Jacov. Ya he explicado en otros estudios que cuando en la escritura muchas veces se escribe “habitaba en tiendas”. En realidad se está haciendo una referencia a la actividad de estudiar los caminos de Elohim y abocarse al cumplimiento de los mandamientos.
Por eso se compara ser “diestro en la caza” con ser “íntegro”, por eso se compara “habitar en el campo” con “habitar en tiendas”.
Isaac que había consentido en agradarse de la personalidad mentirosa y engañadora de Esaú, que estaba enceguecido, ahora es engañado en su propia tienda.
No confundamos algo. Cuando el engaño a Isaac se da, la primogenitura ya estaba en manos de Jacov pues válidamente le había sido cedida por su hermano Esaú. De lo que aquí se trata es de la bendición especial antes de morir que su Padre tiene para dar.
Tengamos algo más presente, no estoy felicitando a la distancia a Jacov. Pues el acto que hizo lo promociona como el engañador. Identidad esta que luego será cambiada por mano del propio YHWH.
Pero todo ello será motivo de las porciones siguientes de las escrituras.

Parte 5- #

En el estudio anterior hemos visto cómo la ceguera de Isaac es un resultado físico de la ceguera espiritual en la cual él se vio envuelto a lo largo de los años. Pues entre el versículo de Génesis 25:28 donde se dice que Isaac amaba a Esaú porque comía de su caza y el versículo de Génesis 27:1 donde se habla de la ceguera de Isaac, han pasado muchos años.

Ahora bien es necesario que pensemos en algo.
¿Cuáles son los sentidos físicos de que YHWH ha dotado al ser humano?
Desde pequeños aprendemos que el ser humano posee cinco sentidos: olfato, gusto, vista, oído y tacto. De la unión de las sensaciones percibidas por estos sentidos es que el ser humano, al igual que el resto de los seres vivos, se hace una imagen mental del mundo sensorial que lo rodea. Conformada esa imagen mental es que el ser puede entender el entorno que lo rodea y conducirse en el. Es claro que una persona con problemas auditivos deberá tener ciertos recaudos para poder escuchar lo que necesita para poder moverse, por ejemplo al cruzar la calle. Una persona con dificultades en sus papilas gustativas, deberá tener ciertas precauciones al ingerir alimentos pues no podrá discernir con claridad si lo que come es ácido, salado, dulce, etc. Por supuesto que por ejemplo el tacto dará las advertencias necesarias para saber si algo está o no al rojo vivo y nos puede quemar. Incluso el olor fuerte del cloro nos podrá advertir cuando nos encontramos en presencia de esa sustancia y corremos peligro.
Pero cuando esas facultades sensoriales se encuentran alteradas, la persona no podrá dimensionar el mundo en el que está, ni conducirse en forma adecuada.  Dando respuestas equivocadas a las situaciones que se le plantean.
Ciertamente esto que he expuesto no es un descubrimiento importante. Pero me he tomado el trabajo de hacerlo, pues se nos olvida que la mayoría de las respuestas que damos al conducirnos en la vida, se relacionan con nuestro entorno, cómo lo percibimos y qué respuesta damos en consecuencia. O sea muchas veces las decisiones que se toman son hechas en base a la información que recibimos del exterior y cómo la entendemos.
Ahora bien, volviendo a la porción de la Toráh que estamos estudiando, se ha visto cómo el hecho de Isaac de cerrar sus ojos espirituales, su entendimiento, a la actitud de Esaú, su inclinación a la maquinación, la trampa, etc. Lo condujo finalmente a la ceguera física. Pero ¿Fue sólo este el único aspecto de la turbación de los sentidos de Isaac?
Pues no.
Quienes hemos conocido a personas con impedimentos físicos o capacidades reducidas, hemos visto también cómo tienden a apoyarse en los sentidos que tienen en plenitud. El sordo se apoya en la vista para leer los labios, el que no tiene olfato se apoya en el tacto para conocer texturas y compararlas por experiencia. El ciego se apoya en el oído y el olfato. Y todas las variantes que podamos imaginarnos.
Nuestro patriarca Isaac no fue la excepción. De seguro cuando empezó a nublársele la vista empezó a apoyarse en el tacto para reconocer las cosas. De esa forma aunque no veía un objeto, su experiencia de años le indica por su textura de qué se trataba. Es claro que del contacto amoroso con sus hijos, su piel se le presentaba conocida.
Años de escuchar sus voces, riendo, peleando, adorando o simplemente contando las situaciones del día, lo habían acostumbrado a reconocerlos. Cuántas veces habrá narrado Esaú en la cena familiar sus aventuras al perseguir un ciervo o cazar un venado salvaje, o cómo había hecho una trampa donde cayó la fiera que merodeaba el campamento. Por otro lado cuántas veces habrá narrado Jacov el resultado de las cruzas de ovejas en su rebaño, cómo las moteadas y las totalmente blancas este año se habían reproducido más y cómo por supuesto también había aprendido la aplicación práctica de un mandamiento. Siendo sus voces el arrullo conocido.
 Pasó años siendo saludado por sus hijos y sintiendo en su nariz el aroma de la flor iris o la azucena o la escila que a veces se encuentran en el desierto, donde quizás Esaú las aplastaba con su cuerpo al acechar una presa y quedaban impregnando su ropa.
Por supuesto también, años de gozar el sabor fuerte de la caza recién preparada, especialmente la carne de venado silvestre que es la que deseó comer en el versículo 3 del capítulo 27.
En fin, este hombre víctima de ceguera, se fue acostumbrando a confiar en la información que sus otros sentidos le brindaban.
Por eso los versículos del capítulo 27 son tan ricos. Hay que entender algo. La cultura israelí, que se desprende de la riqueza de la Toráh es muy rica en cuanto a la manifestación de los sentidos. Nuestra fiestas, nuestras convocaciones, están teñidos de un gran componente que enriquece nuestros sentidos. Y al estudiar la Toráh debemos tener también esto presente. Como acabo de escribir este capítulo que estamos estudiando es muy rico en cuantos a la actividad sensorial, a la captación de la realidad mediante los sentidos. Y precisamente por ello es también que la ceguera física y espiritual que Isaac se había provocado, finalmente terminó por entorpecer al resto de los sentidos en los cuales él se apoyaba.
Pensemos ahora en los cuatro sentidos en los cuales Isaac se apoyaba.
El sentido del gusto, del cual Isaac gozaba de la comida que su hijo le preparaba:
Génesis 27: 4 “…hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré,…”
¿Cómo se ve afectado este sentido? Con el engaño de su esposa, la cual conocía por supuesto los gustos culinarios de su esposo. ¿Qué indicación le da rebeca a Jacov?
Génesis 27: 9 “Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta;…”
¿Cómo se ve afectado el sentido del tacto? Escuchemos a Jacov cuando le hace la observación a su madre:
Génesis 27: 11-12 “Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño.  Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición.”
 ¿Cómo se ve afectado este sentido? Con el engaño de cubrir la piel tocable de Jacov:
Génesis 27:16 “…cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos;…”
¿Cómo se ve afectado el sentido del olfato?
Génesis 27:15 “…tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor…” Los cuales por supuesto estaban impregnados del olor fragante del campo que caracterizaba a Esaú.
Y finalmente el sentido del oído ¿Cómo se vio este afectado?
 Génesis 27:22 “…La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú.”
Privado de la vista y confundidos sus otros sentidos, el oído requería de la confianza. A diferencia del tacto, gusto, olfato que se construyen cuando nuestro cuerpo directamente entra en contacto con el objeto. El sentido del oído depende de que nuestro cerebro  lo decodifique y relacione intelectualmente. Creo que es esto, pero esto otro me dice que estoy equivocado, no puedo confiar entonces en lo que creo estar escuchando.
Sabemos  que la confusión de sus sentidos se hizo patente al generar en Isaac una idea equivocada con respecto a la persona a quien iba a bendecir.
Lo que nos enseña que años de persistir en la ceguera espiritual, la cual trajo aparejada la ceguera física. No sólo le impidieron ver lo que acontecía, sino que todos sus sentidos físicos y espirituales finalmente fueron confundidos de tal forma que no pudo discernir lo que estaba aconteciendo.
La ceguera es la incapacidad física de captar la luz. Debe ser tarea del creyente buscara a diario la Luz espiritual para que nunca la ceguera espiritual pueda apoderarse de su corazón. De forma tal que todos los sentidos espirituales estén despiertos y podamos entender las señales y los tiempos. Y consecuentemente caminar como YHWH nos ha mandado.
 Ricardo
Se permite la reproducción total o parcial mencionando al  autor. Todos los derechos reservados.

Powered by BetterDocs