EL DIABLO EXISTE – parte 1
Para ser franco en ningún momento pensé que me vería obligado a escribir algo como lo que ahora tengo el deber de hacer. Pareciera incluso que hemos retrocedido siglos en la comprensión de las más sencillas verdades bíblicas.
Y en lo que voy a tratar debe reconocerse que el error más grave ha partido de algunos de los seguidores de las llamadas raíces de la Fe. Es que como he explicado en La Fe del Nazareno, muchos han confundido las raíces hebreas de la Fe con las raíces judías de la religión. Y en este sentido la cuestión de la existencia de un ser maligno que ha sido reconocido por siglos como Diablo, Satanás u otros nombres y epítetos, no solamente ha sido cuestionada sino que termina siendo negada por muchos. Entonces es necesario establecer la siguiente sentencia: el Diablo existe, Satanás existe.
Para comenzar hay un argumento que es necesario desarmar y que puede resumirse en la siguiente frase: “el judaísmo jamás aceptó la idea de la existencia de un ser como el llamado diablo por el cristianismo”. Frente a ello el nuevo creyente debe ante todo entender que no debe sorprender que hayan negado la existencia de Satanás, si el judaísmo religioso oficial también negó, niega y durante muchos años negará al propio Mesías. Las palabras de los rabinos no son el parámetro de verdad que debe regir el pensamiento de los creyentes en Yeshúa. Por lo cual cualquier escrito que busque apoyarse en las “verdades” del Talmud o los escritos de tal o cual sabio para negar lo que los evangelios nos enseñan debe ser desechado.
Alguien quizás interrogue diciendo “entonces todo lo que aprendí acerca del Diablo es correcto y puedo seguir caminando como siempre”. Debo responder que sí y no. Pues hay muchos conceptos y elementos que han pasado desapercibidos durante siglos precisamente por haber perdido las raíces hebreas de la Fe. Recuperando esas ideas y conceptos es que resultará posible configurar una visión adecuada acerca del Maligno, el enemigo declarado de YHWH. Podemos realizar este pequeño viaje en base a ciertas preguntas que nos ilustrarán.
He afirmado la existencia del Diablo. ¿En qué me apoyo para decir esto? En que Nuestra Señor Yeshúa, el Hijo de YHWH habló de la existencia de este, se enfrentó a él y además nos indicó a nosotros resistirlo, luchar contra sus acechanzas y finalmente colaborar en la destrucción de sus obras. Los evangelios nos hablan de su enfrentamiento, lo cual encontramos en los siguientes versículos:
Del evangelio de Mateo: el capítulo 4; 13:39; 25:41.
Del evangelio de Lucas: el capítulo 4; 8:12
Del evangelio de Juan: 8:44; 13:2
Del evangelio de marcos: 1:13; 3:23 y 26
Ahí se encuentran los versículos y para cualquier creyente fiel debiera bastar conque el Señor lo diga para que sea suficiente.
Los pasajes citados, algunos de los cuales se refieren a las tentaciones en el desierto, nos muestran que el enfrentamiento de Yeshúa no fue con una fuerza o una idea, sino con un ser real aunque de existencia sobrenatural. Real en cuanto a que su existencia se prueba a partir de la presencia efectiva en Israel y el desierto enfrentando al Hijo de YHWH y sobrenatural por cuanto no se trata de un ser humano o un animal u objeto cotidiano.
Con sencillez: Yeshúa se enfrentó a alguien. ¿Cómo se llama ese alguien? El evangelio lo llama Diablo o Satanás. Es ahora donde surgen los pretendidos “lingüistas” buscando el origen de la palabra Satanás y su significado en hebreo. Pues bien, ya que ellos han tirado el guante, lo recogemos y les mostraremos que no solamente están equivocados, sino que por su ignorancia conducen a muchos creyentes sinceros a culminar negando una de las verdades bíblicas más importantes, la cual es la lucha del Hijo de YHWH contra su enemigo declarado, satanás.
Veo que ahora hay por doquier personas que repiten la siguiente frase: “hasatán no es un ser sino que la palabra en hebreo significa adversario y puede aplicarse a cualquier adversario”.
Pues bien debo establecer que quienes escriben esto no solamente están equivocados sino que además se meten en un terreno que desconocen. La palabra “satán” que es la transliteración al castellano de שָׂטָן (samej-tet-nun sofit), en el diccionario Strong lleva el número 7854 y no tiene un único significado. Se trata de un sustantivo, es un tipo de palabra que designa un ser vivo, cosas materiales, etcétera, lo cual en gramática también es llamado “nombre”, tal como se enseña por ejemplo en las escuelas españolas. Y esta palabra puede presentarse teniendo al menos dos significados importantes: como adversario en general y como nombre propio.
Un ejemplo de la primera acepción de la palabra lo encontramos en Números 22:22
“Y la ira de YHWH se encendió porque él iba; y el ángel de YHWH se puso en el camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos criados suyos.”
Transliterando la parte que nos importa podríamos leer lo siguiente:
מלאך יהוה בדרך לשטן “malaj YHWH baderej lesatan”: lo cual significa el Ángel de YHWH se puso en su camino como adversario”
Este uso que representa a cualquier adversario también se encuentra en 1ra de Samuel 29:4; 2da de Samuel 19:22; 1ra de Reyes 5:4; 1 de Reyes 11:14 y otras.
Ahora bien, he escrito que la palabra puede ser usada como nombre propio. ¿Dónde ocurre esto en las Escrituras?
Pues precisamente en el capítulo 1 de Job quien relata la presencia de este ser malvado ante el Todopoderoso:
6 “Un día vinieron a presentarse delante de YHWH los hijos de Elohim, entre los cuales vino también Satanás.”
Transliterando la parte que nos importa podríamos leer lo siguiente:
ויבוא גם השטן “vayavo gam hasatán”: lo cual significa “y vino también El Satán”
Usted no necesita ser un lingüista para observar una diferencia muy clara que no ha sido inventada por mí, sino que fue colocada por el escritor del libro de Job. Observe por favor la parte correspondiente a la mención de la palabra satán:
En Números 22:22 לשטן lo cual es “le satán” transliterado al castellano.
En Job 1:6 השטן lo cual es “HaSatan” transliterado al castellano.
En Números, así como en todas las referencias que he dado, la palabra se refiere a un adversario, a cualquiera que se coloca en esa posición. Pero en Job la palabra se refiere a un ser específico, a alguien en particular. Ello está indicado por la partícula “Ha” הַ, lo que nosotros llamamos en castellano gramaticalmente el artículo, de igual forma esto en hebreo se usa para hacer referencia a algo específico. O sea no cualquier adversario sino aquel que es llamado “El Adversario”.
Lo que lleva a entender que en Job se está usando la palabra con un sentido específico distinto al uso que se le da en el resto de las menciones bíblicas que he dado. Y corrobora la primer observación que hice acerca de los distintos significados. Si alguien se atreve a decir que la diferencia observada se puede deber a una diferencia en el autor de los escritos le recuerdo que ambos escritos han sido inspirados por el Espíritu Santo (Ruaj HaKodesh) y podemos entender que la persona de Elohim conoce muy bien lo que desea expresar.
-parte 2-
De acuerdo a lo que hemos visto en el estudio anterior la palabra del original hebreo que nos ha llegado como satán y que en ocasiones se traduce como adversario tiene más de un uso. Ahora bien, en estos días circulan ciertas ideas que buscan dar respuestas a partir de herramientas de la hermenéutica bíblica. Esto es, a partir de reglas de interpretación, las cuales conducen a entender el contenido de los pasajes bíblicos. Una de estas reglas de interpretación es la llamada “regla de la primera mención”. Esta es una regla usada por el catolicismo romano y algunos grupos evangélicos. Debo aclarar que por supuesto no todos los teólogos cristianos la emplean. De hecho por ejemplo el escritor y pastor, Sr. Gary Shogren, es un crítico del empleo de esta herramienta. Asimismo debo aclarar que coincido con este investigador en que si una regla no puede aplicarse a todos los casos bíblicos difícilmente pueda ser tomada como una regla. Para escribirlo con sencillez, la llamada regla de la primera mención quizás no sea una de las herramientas más confiables del arsenal que todo investigador bíblico debe tener. No obstante teólogos de la talla de Isaac Newton la han considerado de utilidad.
Bien ¿Por qué estoy mencionado la regla de la primera mención? Porque he tenido ocasión de leer a algún comentarista que ha establecido que a partir de la primera mención de la palabra satán en hebreo y su traducción e interpretación, debe continuarse con ese sentido a lo largo del resto de las Escrituras.
Entonces siguiendo este criterio esta persona encontró que la primera mención de este vocablo está en Números 22:22 lo cual he transcripto en el estudio anterior. Y partir de allí entonces debería seguirse ese criterio de interpretación. Puesto que en el versículo de Números la idea es que se trata de un “adversario” solamente, o sea en el sentido en que puede presentarse cualquier opositor. Entonces las menciones siguientes de la palabra deberían entenderse de esa forma. Y es así que los detractares de las verdades de Yeshúa, los adversarios de Nuestro Señor pueden sentirse aliviados de que se les ha quitado el peso de tener que aceptar la existencia de un ser despreciable conocido como Satanás.
Lo que ahora deberíamos preguntarnos es lo siguiente. ¿Es cierto que la primera mención de las Escrituras es la dada en Números? Claro, si alguien con ligereza toma su Biblia dirá: “sí, es cierto, antes del uso en Números no aparece la palabra Satán”. Pues si partimos del libro de Génesis, donde satán no es mencionado y continuamos por Éxodo y Levítico, recién en Números aparecerá la palabra en cuestión.
¿Qué ocurre si le digo ahora que Génesis no es el primer libro inspirado reconocido? Y cuando escribo reconocido no me refiero al cristianismo tan criticado por esta gente, sino reconocido por las raíces hebreas de la Fe e incluso por el propio judaísmo rabínico. Pues la mayoría de los teólogos, investigadores y expositores, incluso del judaísmo, entienden que el Libro de Job es anterior a lo que en la actualidad conocemos como Pentateuco, o Toráh escrita. Es más, la mayoría de los escritores entienden que el Libro de Job fue escrito o bien por Moisés o bien recopilado por este, aun antes de escribir el libro del Génesis. Con lo cual debemos entender que si correspondiese aplicar la llamada regla de la primera mención al entendimiento de la palabra “satán”, el vocablo debe buscarse en el sentido que el Libro de Job le da. Casualmente o no, fue escrito o recopilado por el mismo escritor del Pentateuco, con lo cual no podemos decir que Moisés no supiese lo que estaba haciendo cuando marcó la diferencia entre “lesatán” como un adversario cualquiera en Números 22 y “HaSatán” como el enemigo de YHWH que aparece en Job 1.
Estimado hermano y amigo, sea astuto al momento de leer lo que algunos supuestos investigadores están haciendo. Pues detrás de la idea de confundir acerca de la existencia o no de un ser maligno al cual se identifica como Satanás, se encuentra una diabólica intención de hacer desaparecer de la escena al enemigo de Nuestro Señor. Amparados en una imagen de sabiduría, vestidos como ángeles de conocimiento y luz, algunas personas están siendo dirigidas en contra de los pilares más básicos de Nuestra Fe. Toman algunos versículos aislados, pretenden manejarse como lingüistas y finalmente introducen falsas interpretaciones e ideas que sólo tienen por fin que usted niegue aquellas verdades tan sencillas con las cuales ha armado su Fe. Estas falsedades también son dardos del Maligno.
– parte 3-
Al finalizar el escrito anterior prometí que ahora indagaríamos el contenido real de la Escritura, buscando discernir lo que ellas nos transmiten acerca del enemigo de YHWH y su identificación.
Nuevamente podríamos pensar en las objeciones que podrían levantarse frente a las afirmaciones dadas en los otros escritos. Por ejemplo las frases huecas que tantas veces leemos y escuchamos acerca de que “no conocen las raíces de la fe”. ¿No está un poco cansado de ver cómo cuando alguien se queda sin argumentos, inmediatamente tira esa frase al aire como un amuleto especial? Pues bien, sí conocemos las raíces de nuestra Fe y lo demostramos a partir de las propias Escrituras y lo que ellas nos dicen. Quienes dicen cosas similares en general buscan apoyarse en lo que algunos supuestos sabios elaboraron hace siglos, remitiendo a su sabiduría especial. Pues bien, ubiquémonos en ese terreno para dar lugar a la opinión de ciertos sabios reconocidos y respetados durante siglos. Me refiero a los sabios de la Septuaginta, aquellos hombres que fueron guiados por el Espíritu Santo de Elohim para traducir las Sagradas Escrituras del hebreo al griego. Hombres que buscaron la mejor forma de dar a conocer los conocimientos que poseían de la Palabra de YHWH al mundo gentil, a través del idioma común que estos pueblos hablaban, el griego.
Los sabios judíos de la Septuaginta, que no pueden ser tildados de parciales, existieron mucho antes de que a cualquiera se le ocurriese negar la existencia de Satanás. Entonces lo mejor que podemos hacer es ver cómo ellos nos transmitieron las cosas.
En este sentido lo primero que debemos pensar es lo siguiente. Si estos traductores hubiesen tenido en mente que la palabra hebrea satán שָׂטָן solamente significaba adversario, entonces donde se encontrase esa palabra se traduciría al griego de esa forma. Por otro lado si la Biblia da a entender la existencia de un ser maligno, el cual se identifica bajo ese nombre, entonces debería haber una diferencia en los textos. Para que se entienda mejor: si en Números 22 se escribió satán en el sentido de un adversario cualquiera y en Job se escribió Satán en el sentido de un ser maligno específico, entonces lo probable es que los sabios de la Septuaginta hayan empleado palabras diferentes en ambos textos. Y ello aun cuando en hebreo se hubiese usado tan solo una palabra, שָׂטָן.
Veamos ambos textos, sólo la parte respectiva por supuesto, a partir de la Septuaginta para efectuar la comparación respectiva:
Job 1:6 “…καὶ ὁ διάβολος ἦλθεν μετ’ αὐτῶν.” Esto que significa “y el Diablo vino en medio de ellos”. Si alguien desea el griego transliterado al castellano el texto se lee así: kai jo diábolos élzen met´autón.
Números 22:22 “…ὁ ἄγγελος τοῦ θεοῦ ἐνδιαβάλλειν αὐτόν…”. Esto significa “…el Ángel de Dios se colocó delante como un adversario suyo…”. Si alguien desea el griego transliterado al castellano el texto se lee así: “…jo Ánguelos tu Zeú endiabállein autón…”
He marcado en negrita en ambos textos para que sin conocer el idioma cualquiera pueda notar la diferencia. En el primer caso la palabra empleada fue διάβολος (diábolos) que corresponde al Strong 1228 si alguien lo desea buscar, que significa Acusador. En el segundo caso, Números, la palabra empleada es ἐνδιαβάλλω (endiabállo) que tiene varios significados, entre ellos por supuesto el de adversario.
Como puede verse los sabios de la Septuaginta conocían mucho mejor que aquellos que niegan su existencia, la característica de acusador de ese engendro. Y por cierto puede verse que, si bien ambas cuestiones están relacionadas, porque un acusador es en definitiva un adversario; diferenciaron lo que es cualquier adversario de aquel que es conocido en hebreo como HaSatán “El Adversario” y que es conocido en griego como Jo Diábolos o “El Acusador”.
Podría haber llegado hasta aquí y la cuestión estaría resuelta, pero sin embargo, creo que es necesario ir con mayor profundidad para terminar de una vez con estas mentiras y maldades que circulan en internet.
Veamos lo siguiente. Conociendo la Septuaginta y sabiendo que las ovejas perdidas de la Casa de Israel hablaban en su mayoría griego ¿Qué palabra emplearon los escritores del Nuevo Testamento para referirse a este ser?
Bueno, dejemos que las propias Escrituras nos traigan luz:
Mateo 4:1 “Entonces Yeshúa fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.”
Lo cual en griego es: Τότε ὁ Ἰησοῦς ἀνήχθη εἰς τὴν ἔρημον ὑπὸ τοῦ πνεύματος, πειρασθῆναι ὑπὸ τοῦ διαβόλου
Lucas 4:3 “Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de YHWH, dí a esta piedra que se convierta en pan.”
Lo cual en griego es: Καὶ εἶπεν αὐτῷ ὁ διάβολος, Εἰ υἱὸς εἶ τοῦ θεοῦ εἰπὲ τῷ λίθῳ τούτῳ ἵνα γένηται ἄρτος .
Santiago 4:7 “Someteos, pues, a YHWH; resistid al diablo, y huirá de vosotros.”
Lo cual en griego es: Ὑποτάγητε οὖν τῷ θεῷ · ἀντίστητε δὲ τῷ διαβόλῳ, καὶ φεύξεται ἀφ’ ὑμῶν .
No es necesario ser traductor de griego para ver la palabra en negrita que he destacado: Diablo. Si alguien se pregunta por qué termina diferente la palabra en los tres textos que escogí, ello ocurre porque en el idioma griego la terminación de algunas palabras cambia de acuerdo a su lugar en la oración. A esto se lo llama declinación del idioma, pero la palabra es la misma: διάβολος.
Como puede verse a todo lo largo de este escrito no solamente los sabios judíos que escribieron la Septuaginta conocían la existencia del “Diablo”. Sino que ello era algo también conocido por los apóstoles, discípulos y seguidores de Yeshúa. Es en estos tiempos en los cuales el gobierno de este ser maligno está por el piso, cuando personas que se disfrazan de seres sabios e iluminados están conduciendo al error a muchos creyentes. Tratando de engañar aun a los escogidos.
Manténgase firme en la Fe recibida y finalmente recibirá la corona de vida.
Ricardo.
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