parte 1
Porción “Cuando hagas subir…”
(BeHalotjá) Números 8:1 al 12:16
Números 8:1-2: “Habló YHWH a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero.”
Al comenzar la porción misma tenemos ya un elemento importante a tener en cuenta. Si vemos las palabras con las cuales hemos traducido el nombre de la porción y si recordamos lo escrito en otras ocasiones acerca de que las primeras palabras de la porción son las que le dan nombre a la misma. Veremos entonces que la porción comienza con las palabras “Cuando hagas subir…”, sin embargo el texto en castellano dice “Cuando enciendas las lámparas…”. ¿Cómo es que se ha traducido de forma tan diferente?
Pues bien, para entender la forma correcta del versículo debemos pensar por un instante en la acción misma de encender la menoráh y lo que hace el fuego cuando se inicia. Pues aquí la orden clara dada a Aharón, de encender las lámparas, implica dar vida a las llamas de esta. Pues bien cuando vemos la acción del fuego, de inmediato vemos que las llamas de cualquier fuego lo que hacen es elevarse, seguir una dirección hacia arriba. Por ello es que se las hacer “subir”.
Pero esto no es lo único que el versículo citado nos puede decir.
Lecturas atrás vimos el significado profundo de la menoráh (el Candelero) y cómo en ella estaban contenidos los 7 espíritus.
Haciendo un poco de memoria repasemos los siguientes versículos y veamos cómo se encadenan y perfeccionan, dando cada vez mayor luz acerca del mensaje que se nos quiere dar.
Comencemos por la visión en Apocalipsis 4:5
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de YHWH.”
Ahora recordando Éxodo 25, del versículo 31 al 40 se le dan a Moisés las indicaciones sobre cómo hacer la Menoráh y el versículo final da exactamente la siguiente indicación:
“Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.”
O sea que la visión de Apocalipsis de las siete lámparas de fuego es la misma que recibió Moisés, con lo cual sabemos que el candelero o menoráh que se hizo en la tierra es imagen del candelero que se encuentra en los cielos.
Es preciso entonces que ahora relacionemos la información recibida. En los cielos hay un candelero, el cual tiene siete lámparas que representan los siete espíritus. En la tierra se hizo un candelero similar el cual también tenía siete lámparas, las cuales eran una imagen del fuego de los siete espíritus en la tierra.
Algo muy importante es recordar cuáles son esos siete espíritus. Esta información la tenemos en Isaías, libro que fue tomado en los primeros tiempos de los creyentes en Yeshúa como el quinto evangelio, o sea el evangelio profético. Es bueno recordar que el libro de Apocalipsis no fue escrito sino hasta finales del primer siglo y puede decirse que fue conocido por todas las congregaciones recién casi dos siglos después. Isaías nos dice en el capítulo 11:2
“Y reposará sobre él el Espíritu de YHWH; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de YHWH.”
O sea los siete espíritus que se encuentran frente al trono de YHWH en los cielos y cuya representación está en las siete lámparas, son: espíritu de YHWH, espíritu de sabiduría, espíritu de consejo, espíritu de inteligencia, espíritu de conocimiento, espíritu de poder y espíritu de temor de YHWH.
Todo esto ya lo conocíamos, pero la porción de la Toráh nos agrega un elemento más que antes no teníamos. Este dato o detalle lo tenemos precisamente en ese primer versículo:
“Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas…”
Recordemos por un instante cual es la posición de Aharón, es el Sumo Sacerdote, pero también su posición es sombra de las cosas perpetuas pues el escritor de la llamada carta a los hebreos nos dice quién ocupa el lugar de Sumo Sacerdote en los cielos, Hebreos 3:1
“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Yeshúa el Mesías;…”
Entonces la orden o comisión que es dada a Aharon como sumo sacerdote en la tierra es sombra o imagen de la comisión que tiene el sumo sacerdote celestial en los cielos, Nuestro Señor Yeshúa HaMashíaj. O sea quién enciende las “lámparas” quien da orden de alumbrar, quien envía a los siete espíritus a la tierra será entonces Yeshúa, el Sumo Sacerdote verdadero.
Como verán es muy grande, es tremenda la información que un solo versículo de la Toráh nos puede brindar. Debemos ser perspicaces, tener los ojos bien abiertos, de forma tal que la enseñanza que Nuestro Creador y Padre ha preparado para nosotros no se nos pase desapercibida.
parte 2 #
En la primera reflexión correspondiente a la porción semanal de las Escrituras, hemos visto cómo la comisión dada al Sumo Sacerdote Aharón contiene un sentido espiritual que trasciende la figura del hermano de Moisés. Trasciende por cuanto siendo el ministerio sacerdotal de Aharón una sombra del sacerdocio futuro perfecto de Yeshúa, las comisiones dadas a aquel en forma temporal, se transforman en comisiones perpetuas en el ministerio de Yeshúa como Sumo Sacerdote celestial.
Ahora bien, siempre hemos hecho hincapié en que, además del conocimiento profundo que las Escrituras dan, lo cual nos permite entender los misterios del universo, también existe un conocimiento interior. Este conocimiento de sí mismo no trasciende los cielos sino que trasciende al alma del creyente, penetrando hasta los entramados más escondidos de la persona humana.
Pues bien, estos pasajes no son la excepción. Estos versículos vistos y analizados también penetran hasta las uniones más íntimas, hasta las fibras más escondidas de nuestro ser.
Veamos por un momento el siguiente pasaje de 1ra de Corintios 6:19:
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de YHWH, y que no sois vuestros?”
Ya hemos comprendido que lo que acontece en los cielos se refleja como una sombra en los acontecimientos de la tierra. Ahora además podemos ver que los elementos que hemos aprendido y reconocido en los cielos tienen también su sombra o reflejo en nuestro interior. Por cuanto nuestra personalidad, nuestra psiquis, nuestro interior, se encuentra penetrado de todo lo que recibe del exterior.
Podríamos pensar que el Creador nos hubiese dejado solos con nuestro interior. Pero ello no es así, pues también dentro de nosotros se reflejan y son vistas estas cuestiones. ¿Y por qué nos atrevemos a asegurar esto?
Porque la propia escritura nos lo dice. Pablo cuando escribe en la carta a los Corintios el pasaje que hemos transcripto que nuestro cuerpo funciona como Templo de Rúaj HaKodesh nos está diciendo que también en nuestro interior se produce una manifestación similar a la que se vivía en los tiempos del Tabernáculo y en los buenos años del Templo de Jerusalem.
Es de esta forma que debemos entender que en nuestro interior también se produce a diario un encendido de la menoráh. Así como también se producen sacrificios, libaciones, encendido de incienso, etc.
Ello, así como era fundamental para la vida del Templo (y del Tabernáculo en el desierto), es fundamental para la vida del creyente.
A diario es necesario que el Sumo Sacerdote que tenemos en nuestro interior, el cual es nuestro Señor Yeshúa, encienda la menoráh interior, el candelero que debe iluminar lo más recóndito de nuestro ser.
A diario debería ser nuestro clamor interior que Yeshúa despierte en nosotros los siete espíritus que hemos mencionado a partir de Isaías:
“O sea los siete espíritus que se encuentran frente al trono de YHWH en los cielos y cuya representación está en las siete lámparas, son: espíritu de YHWH, espíritu de sabiduría, espíritu de consejo, espíritu de inteligencia, espíritu de conocimiento, espíritu de poder y espíritu de temor de YHWH.”
Es correcto que lo hagamos, nos está permitido, pues se nos ha indicado que somos templo del Espíritu de santidad y como templo vivo, debemos tener encendido en nuestro interior ese candelero. Esas llamas espirituales deben ascender a los cielos avivando nuestro interior. Despertando y dando esa Luz que todo lo purifica y resplandece.
Si nunca lo hemos hecho, podemos hacerlo cuando se desee. Pero por supuesto, para hacerlo la santidad debe ser primordial, debe ante todo buscarse hacer la voluntad de Aquel que envió a su Hijo. Pero en esto tenemos Paz, por cuanto ha enviado a su Hijo a reconciliarnos.
Así que no tengamos temor en pedir a Yeshúa que nuestro candelero, nuestra menoráh interior sea encendida. Que en nuestro ser prevalezcan y sean desarrollados con cada vez mayor intensidad los siete espíritus, las siete llamas que se encuentran frente al trono y que el Sumo Sacerdote celestial ha enviado a la Tierra. Y que moran dentro de nosotros.
parte 3 #
En varias ocasiones hemos comentado un error muy común existente en aquellos que se acercan a leer las escrituras sin una guía adecuada. El cual es leer “de corrido” de principio a fin la Biblia. Hemos explicado que este error se produce por no conocer el tiempo en el cual fueron escritos los libros que la componen, ni su momento histórico. Es necesario entender que la Biblia es un compilado de libros puestos en sucesión. Una sucesión que no necesariamente es correlativa. O sea cuando alguien lee el libro de 2da de Reyes, lo que está leyendo no necesariamente ocurrió antes de lo que puede leerse en 1ra de Crónicas. Aunque en las biblias un libro esté antes que el otro.
Lo mismo ocurre con los profetas o inclusive con los libros del nuevo testamento.
Este error de lectura es el que conduce a que crean que la Biblia se contradice o contiene “errores”.
Pero dentro de la misma Instrucción (Toráh) ocurre algo similar. Si bien a la Toráh la leemos de corrido siguiendo un orden determinado llamado el ciclo de la Toráh, la estructura misma de ella no es lineal. O sea en gran parte de la continuidad de los primeros cinco libros de la Biblia, los eventos relatados no siguen una línea recta y definida. Pues en muchas ocasiones se vuelve sobre temas ya dichos y se relatan eventos que pudieron haber ocurrido en distintos tiempos.
¿Por qué ocurre esto?
Si bien ya lo hemos explicado es bueno refrescar el concepto. La Instrucción no es lineal, sino cíclica. Así como en la naturaleza en su inmensa sabiduría, el Creador ha dispuesto que en todo haya ciclos, en su Escritura inspirada también dispuso ello.
De igual forma, así como en la naturaleza el ciclo siguiente es similar, pero no igual al anterior, en las Escrituras ocurre lo mismo.
Tomemos por ejemplo el ciclo de la vida de un naranjo. Este año, el árbol durante el período adecuado comienza a desarrollar flores, luego de perfumar el jardín dan lugar a los frutos y luego de la maduración de estos y su aprovechamiento por el jardinero, viene una etapa donde el naranjo cobra fuerzas, para comenzar nuevamente conforme el calor y la lluvia lo van ayudando. Esto lo repite año tras año. Sin embargo cada año, aun cuando repite con similitud los pasos, su tronco por ejemplo va creciendo, así como su altura. En cada nuevo ciclo se incorporan nuevos cambios.
De igual forma la Toráh vuelve sobre temas ya tratados pero lo hace dando nuevos toques, nuevos conocimientos.
El lector ha adquirido en el tránsito de un ciclo a otro, nuevos conocimientos, los cuales se incorporan mejorando la comprensión y el entendimiento.
Si bien estos ciclos están ante nuestros ojos, en la vorágine de la lectura muchas veces se nos pasan desapercibidos. Por ello son muy útiles los datos de tiempo y lugar que se nos brindan.
En la porción de la Instrucción que esta semana leemos hay presente un ejemplo de esto que estamos compartiendo.
Veamos los siguientes dos versículos, por supuesto del Libro llamado Números:
1:1 “Habló YHWH a Moisés en el desierto de Sinaí, en el tabernáculo de reunión, en el día primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo:…”
9:1 “Habló YHWH a Moisés en el desierto de Sinaí, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, en el mes primero, diciendo:…”
Aquí se ve con precisión lo que hemos expuesto.
Si tomásemos en un sentido lineal la escritura pasamos del capítulo 1 al 9 del libro. Pensaríamos que lo que se relata en 9 ocurrió tiempo después de lo que se relata en 1.
Pero la Toráh nos enseña que lo que acontece en 1:1 ocurrió el año 2 mes 2 día 1.
Y lo que acontece en 9:1 ocurrió el año 2 mes 1.
Queda claro entonces que el relato en el capítulo 9 ha vuelto hacia atrás o mejor dicho, la línea de tiempo se ha curvado y ha girado en un ciclo, como lo haría una espiral ascendente. Una espiral que a cada giro va creciendo.
¡Cuán grandes son las riquezas de su Palabra que el Altísimo ha puesto en nuestras manos!
Disfrutemos a diario comiendo estas delicias.
parte 4 #
Al comenzar esta reflexión quisiéramos detenernos en estas pocas y sencillas palabras de los dos primeros versículos de la porción:
“Habló YHWH a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile…”
Nos detenemos en ellas porque encierran dos grandes alternativas. La humildad o la altivez de espíritu.
¿Por qué escribimos esto?
Porque YHWH está dando una comisión que debe ser hecha por Aharón y consecuentemente con ella, sería hecha en el futuro por aquellos con la comisión de desempeñarse como Sumo Sacerdote. Pero esa comisión no está siendo dada a Aharón por YHWH directamente, sino a través de su hermano menor, Moisés.
Pensemos por un instante en los posibles pensamientos de Aharón frente a estas situaciones. ¿Por qué no me lo puede decir a mí directamente? ¿Por qué eligió a mi hermano en lugar mío? ¿Acaso no soy yo tan descendiente de Leví y mi padre como lo es él?
Muchas de estas preguntas pudieron dar vueltas en la mente de Aharón. Lo sabemos porque está dentro de las características negativas que muchos hombres y mujeres tienen. Lo cual correctamente llamamos ietzer hará o instinto del mal.
Y ello no queda sólo en ese servicio. La cuestión se plantea cientos de veces.
¿Por qué YHWH habla con aquel y no conmigo? ¿Acaso no soy tan creyente o tengo las mismas faltas que él? ¿Qué tiene de especial tal hermano que a él le muestra cosas en las escrituras y a mí no? ¿Por qué a través de las manos de este se operan milagros y a través de las mías no?
Podríamos llenar estas hojas con decenas de preguntas similares. Pero lo importante es entender que esta clase de preguntas responden a una realidad presente en el ser humano.
Pero esto no comienza de un día para el otro. Pues parte de ello es una sensación interior de rebeldía que algunas veces se va incubando en los siervos de YHWH. Al principio puede presentarse como un pequeño recelo por determinada situación, al modo de “por qué no me eligió a mí para….”, más luego con el tiempo si esa pequeña fisura interior no ha sido sellada, se transformará en una carga pesada difícil de soportar. La cual muchas veces origina que hermosos creyentes y ministerios en vías de desarrollarse, terminen perdiéndose por rencillas. Pues en cualquier momento aparecerá la excusa para provocar desorden y rupturas.
Aunque pareciese que son cuestiones que con la edad debieran superarse, ello no es así. Así como en una familia en la que hay varios hermanos se incuban recelos hasta por los lugares en la mesa. De igual forma entre siervos de Elohim pueden incubarse distanciamientos.
En la porción de esta semana sabemos que fue esto lo que aconteció con tres hermanos, Moisés, Aharón y Miryam. Y no es casualidad que la discusión haya seguido el patrón que describimos. Veamos Números 12: 1-2
“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado YHWH? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó YHWH…”
Como vemos la cuestión de la primera mujer tomada por Moisés es tan solo una excusa para dejar salir el recelo y la altivez de los corazones. Para dejar que fluya el rencor por el lugar que el hermano menor tiene.
Y en esto por supuesto tenemos también que reconocer cierta debilidad de carácter en Aharón quien fue arrastrado por su hermana.
Es aquí entonces cuando las cosas se resuelven precisamente por la palabra de la máxima autoridad, YHWH es quien llama a cada uno conforme a su poderosa ministración, tal cual podemos leer en el capítulo 12 de la 1ra carta a los corintios.
Es en este punto que deseamos desarrollar un concepto, el de la libertad personal. En el mundo sin YHWH ni leyes divinas, las personas creen que ejercer la máxima libertad es poder hacer lo que les plazca y cuando les plazca. O tener los recursos económicos y físicos para poder hacer lo que se desee. Sin embargo el concepto y la idea israelitas de libertad son muy distintos. Pues ser libre consiste en desarrollar al máximo el potencial que YHWH ha puesto dentro de la persona. Ser plenamente lo que Él ha deseado que seamos. Este es el secreto de la auténtica libertad. Cualquier otra cosa será luchar contra la imposibilidad física, material y lo que es peor, espiritual. Pues cuando alguien hace aquello para lo cual YHWH lo ha comisionado, todo el universo confluye, todo el universo se pone de acuerdo en concretar eso. Pero cuando una persona pretende llevar adelante un llamado que no es el suyo, hasta el propio ser impide realizar los mínimos actos.
Y es por ello que muchos andan frustrados en la vida. No han sido lo que YHWH quiso que fueran y han fallado al intentar lo que YHWH no quería.
¿Existe alguna forma de adquirir cierta certeza en el llamado?
Sí, lo que antes hemos dicho, YHWH va a hacer que la persona lleve adelante su llamado a través de las circunstancias y la Paz en nuestro interior.
Si hay rencillas y rencores, téngase la certeza lo que se está buscando no proviene de lo alto, sino que tiene olor a azufre.
Asimismo hay ciertos puntos que quedan en responsabilidad de las personas: El hablar a tiempo las cosas, lo que se siente, lo que se desea, lo que se busca hacer o llevar adelante. Y por supuesto poner con sencillez de espíritu y sencillez de corazón, todo pensamiento, todo deseo, ante Aquel que pone orden en todas las cosas. Lo cual debe hacerse en oración, diciéndole lo que se desea.
Superando de esa forma el caos inicial que pueden representar nuestros deseos y lo que nuestra propia vida y la realidad nos indican. Y obteniendo de esa forma el orden en nuestras expectativas, para que las mismas no se frustren y muy por el contrario, sean arcilla útil en las manos del alfarero.
parte 5 #
El episodio que quiero analizar comienza en el versículo de Números 11:4
“Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne!”
Siempre debemos tener presente que la Biblia contiene un relato histórico, pero también presenta una alegoría para nuestras vidas. En el versículo está presente la influencia que aquellos que no comparten nuestras mismas ideas, nuestros mismos fines, nuestras expectativas de un futuro de Gloria con el reinado del Mesías. Y por supuesto sus falsedades. Lo cual es parte de la mentira.
Alguien me preguntaré ¿Por qué falsedad? Porque la queja que nace con los extraños es la de no tener carne para comer. ¿Había carne? Claro que sí, veamos dos versículos:
Éxodo 12:38 “También subió con ellos grande multitud de toda clase de gentes, y ovejas, y muchísimo ganado.”
Números 32:1 “Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían una muy inmensa muchedumbre de ganado; y vieron la tierra de Jazer y de Galaad, y les pareció el país lugar de ganado.”
Esto es algo importante que debemos tomar en cuenta. La rebeldía, la murmuración, la queja, comienzan en general con una mentira o una falsa suposición. Quien se encuentra firme en los caminos del Señor debe tener presente esto para no caer. Un sencillo ejemplo basta para refrendar lo que escribo:
“… ¿Conque YHWH os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” Génesis 3: 1
Pero no contentos con la primera afirmación falsa, pusieron sobre la mesa de debate recuerdos en parte verdaderos para poder confundir a los israelitas, tales como verduras y productos que en la estepa en ese tiempo no tenían.
Esto aunque alguien pueda no darse cuenta es una táctica bastante efectiva. Se comienza con una mentira y una vez que se la ha dejado pasar se sigue argumentando con otra mezcla de verdades y falsedades; todo lo cual alimenta la primera falsedad que se ha aceptado. Y es entonces cuando la persona se encuentra embarcada aceptando los argumentos de aquellos que deseaban desviarlo del Camino:
11:5 “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto…” “…pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos…”
Hasta aquí se ha cimentado la mentira, ¿Qué más resta? Despreciar por supuesto lo que ahora se tiene, que es por supuesto lo que YHWH nos ha dado:
11:6 “y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos.”
Sé que nos puede resultar increíble este desprecio por el pan de los cielos. ¡Acaso no reemplazaríamos años de cenas majestuosas por comer maná un día de nuestras vidas! El mejor manjar de la tierra no se compara con la posibilidad de comer ese alimento sobrenatural. Sin embargo lo despreciaron, despreciando con ello al propio Salvador, Juan 6:41
“Yo soy el pan que descendió del cielo.”
El lector puede continuar por su cuenta hasta los versículos finales de este episodio, lo que haré en siguientes reflexiones. Pero hay unas preguntas que debemos hacernos ¿Por qué el Pueblo de Israel siguió estas murmuraciones? ¿Qué se escondía detrás de este aparente descontento acerca de tener maná y no carne?
parte 6 #
Nuevamente ¿cómo llegamos a que se recuerde con nostalgia el tiempo en Egipto y se desprecie este tiempo en el que se recibe la provisión especial directamente de los cielos?
La llave para comprender esto se encuentra al principio del evento, relea el versículo 5 por favor, siendo esta la parte pertinente:
“Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde…”
La frase “de balde” significa en forma gratuita. Y ese es el centro de la cuestión. Pero ¡Qué acaso no eran esclavos en Egipto! ¡Olvidaron lo que Éxodo 1: 13-14 nos relata!
“13 Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, 14 y amargaron su vida con dura servidumbre…”
Lo que ocurre es que en Egipto eran esclavizados, golpeados, humillados, sus hijos asesinados pero…no tenían que seguir la Voluntad de YHWH. Es algo obvio que tenían que seguir la voluntad del faraón y sus súbditos, no podían viajar a donde desean, tener tierras propias para sus trabajos, etcétera. Pero todo eso a muchos se les presentó como “gratuito”, pues no tenían que seguir la voluntad de YHWH expresada en los mandamientos.
Ahora tenían un catálogo de preceptos a observar que eran la base de agradar al Creador. Y que bien sabemos eran el contrato del compromiso matrimonial. Por este motivo es que el maligno (el diablo) infectó las mentes de algunos. Pues creando esa falsa queja y contienda, llevó a que las personas cuestionasen lo profundo de la relación con La Palabra.
Es como si se diese el siguiente diálogo:
– Cumple mi Voluntad y caminaremos juntos y producto de ello te cubriré, te alimentaré con lo mejor, te protegeré.
-¡Ah pero no me das lo que deseo, yo quiero lo que tenía antes que es mejor que esto! Y además no tenía ninguna obligación.
Sabemos que el resultado final fue la muerte para los provocadores.
El Egipto de tiempos de Moisés es una representación del mundo, con el faraón gobernando en la misma forma que el príncipe de las tinieblas (diablo y satanás) gobierna a muchos en la actualidad. Egipto de ese momento es una representación de los placeres que el mundo ofrece a cambio de la esclavitud del pecado. Muchos de aquellos que lo abandonan desean regresar a las antiguas prácticas. Es como si dijesen ¡Allá tenía placeres, mujeres, hombres, bebida, drogas, mentiras, fraudes, engaños! ¡Y además era gratis, nadie me exigía nada!
Pues bien, la muerte y tristeza que enlutaron Kivrot-HaTavah, nos enseña que a aquellos que desean volver a los antiguos senderos del pecado y abandonar el Camino que YHWH ha preparado para ellos, solamente pueden esperar un final similar.
Si está leyendo esto, está a tiempo. Paz.
*RICARDO*
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