Parte 6 #
Éxodo 4:13 “Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.”
Luego de huir de Egipto y llegar a la tierra de Madián, sabemos que Moisés trabó relación con Reuel, príncipe de Madián y llegó a casarse con su hija Séfora. 40 años pasaron desde su salida de Egipto, que sumados a los 40 que tenía al hacerlo nos dan a un conductor con alrededor de 80 años. En apariencia asentado en esa región y disfrutando de la vida familiar.
Ya conocemos la historia de la presencia divina en la zarza ardiente y la comisión que se le da.
Lo que en ocasiones omitimos es que cuando Moisés recibe la comisión, objeta o digamos pone distintas excusas para no hacerlo, en total 5. Si bien más adelante expondremos las excusas que él da, ahora queremos detenernos en la última, la cual puede resultar un tanto oscura o difícil de entender.
Básicamente Moisés da una alternativa a YHWH acerca de quién enviar. Y le dice que envíe al “…que debes enviar…”.
Si nos detenemos en el asunto corresponde que nos preguntemos, pero cómo ¿No lo está enviando a él, a Moisés? ¿A qué persona se refiere Moisés como que debía enviar? ¿Acaso hubo otro comisionado y por algún motivo ahora no se lo envía? ¿Es otro el que debía liberar a su Pueblo de las manos egipcias?
Mucho se ha escrito dentro del cristianismo, y por cierto páginas muy bellas y llenas de sabiduría, acerca de Moisés y cuando se quitó el calzado y la zarza ardiente. Pero es necesario que veamos algunos textos que pocas veces son explicados, de forma tal que el lector no acumule “más” de aquello que sabe, sino que nuevas chispas de sabiduría y conocimiento puedan alumbrar nuestro camino.
Comencemos por estos pasajes del evangelio:
Juan 1:45 “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas…”
En este primer texto, Felipe nos habla de un encuentro. El hallazgo de alguien mencionado por Moisés y los profetas. Entonces corresponde que nos preguntemos ¿Dónde escribió Moisés acerca de él?
Veamos otra cita, Mateo 11: 2-3:
“Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Yeshúa, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?…”
Aquí hay mucho más de lo que normalmente vemos. Pensemos por un instante en Juan, este que es el llamado “el bautista”. ¿No es acaso este un pariente de Yeshúa? ¿No es este Juan, hijo de Zacarías, el que saltó en el vientre de su madre cuando su madre recibió la visita de Miryam (María)? ¿Acaso no lo conocía, si casi podríamos decir que se criaron juntos? Sin embargo su pregunta supera toda relación familiar.
Veamos ahora este pasaje de Juan 6:14, el cual surge luego de la multiplicación de los panes y los peces:
“Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Yeshúa había hecho, dijeron: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.”
Ahora un pasaje fundamental pues en él se encierra el mensaje de la revelación del Mesías a nosotros, a aquellos que no éramos Pueblo y merced a su obra hemos vuelto a serlo, Juan 4:25:
“Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Mesías; cuando él venga nos declarará todas las cosas.”
Si bien podríamos aumentar las citas, el punto que queríamos destacar ya está. Y es aquello que tienen en común Felipe, Juan el bautista, aquellos que asistieron a la multiplicación milagrosa y la mujer samaritana. Todos esperaban a alguien. Pero no sólo ellos, sino que en la mente profética de Moisés también estaba el “…que debes enviar…”.
Entonces es importante ahora ver de dónde han sacado, todos los nombrados (excepto Moisés por supuesto) que Moisés profetizó la llegada del Ungido.
Saltemos al rollo de Deuteronomio 18:15 y 18-19:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará YHWH tu Elohim; a él oiréis;…”
y
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.
Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”
Esta era la expectativa que todos los nombrados tenían en sus corazones. Este es el sueño de redención que albergaban y el cual les era enseñado de niños. De este versículo tenían la certeza de la visita del Mashíaj de Israel.
Parte 7 #
Éxodo 3:14 “Y respondió YHWH a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”
En el mover cristiano, salvo pocas excepciones, a la pregunta de si “Jesús es Dios”, todos contestarán que sí.
Pero ocurre que a lo largo de la historia del cristianismo y de los seguidores de Yeshúa muchos se han levantado en contra de esa afirmación.
¿Qué discuten los que hacen esto?
Básicamente se discuten dos cosas, una por cierto tan ridícula que debiera avergonzar a quien la plantee, otra en cambio es un poco más seria.
En cuanto a la primera la objeción que se hace es que “Yeshúa no es Dios porque Dios es el Padre”. Con sinceridad creo que el infierno pudiera estar tapizado de personas que dicen tonterías. Esa objeción fácilmente se cae al aclarar que entonces la frase podría escribirse de otra manera, “Yeshúa es Dios Hijo”. Con ello toda la discusión es tan sólo una cuestión de términos empleados.
Entonces pasemos a la otra discusión la más seria. ¿Tiene Yeshúa la misma naturaleza divina que el Padre?
Esta alternativa escribo que es más seria por cuanto plantea otras cuestiones. Por ejemplo, si tiene la misma naturaleza, ¿La tuvo desde antes de ser concebido o surgió luego?
Esto nos lleva al interrogante de qué alcance tiene la frase “…y el Verbo se hizo carne…”. Por ejemplo podríamos preguntarnos si es que el verbo ingresó en el óvulo en la matriz de Miryam ya fecundado o a través de su ingreso se fecundó.
En cuanto a esto último debemos responder que el óvulo en la matriz de Miryam no estaba fecundado, pues según Mateo 1:25:
“Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Yeshúa.”
En términos bíblicos conocer importa un contacto íntimo, sexual, según aprendemos de Génesis 4:1:
“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de YHWH he adquirido varón.”
Recién después de la concepción sobrenatural y el nacimiento de Yeshúa, su madre Miryam y su padrastro Yosef tuvieron contacto sexual del cual surgieron los hermanastros de Yeshúa.
Por ello es claro que la vida se generó a partir del óvulo de Miryam y la acción milagrosa de Rúaj HaKodesh.
Tengamos en claro esto porque verdaderos ignorantes que se llaman a sí mismo seguidores de las raíces hebreas, aunque en realidad no lo son, están diciendo en estos días que Yeshúa fue concebido por una relación sexual entre José y María y que luego se le incorporó el aspecto sobrenatural divino. Quienes sostienen estas barbaridades sólo pueden esperar la afrenta y el destino de sufrir las consecuencias de la blasfemia, y que sean sus mentes y sus ministerios entregados a la ira del Altísimo, quien no perdona la ofensa infringida contra su Espíritu Santo.
Volviendo atrás en las preguntas pensemos entonces en el alcance de la frase “…y el Verbo se hizo carne…”. Esta corporización del Verbo ¿Qué significado tiene?
Bueno nos preguntábamos si Yeshúa tiene la misma naturaleza divina que el Padre.
Aun cuando todavía no se vea, este interrogante tiene su respuesta en el citado versículo de Éxodo 3:14:
“Y respondió YHWH a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”
Pero para poder adquirir la comprensión en su totalidad será bueno que citemos una fuente que es poco conocida en el cristianismo, los Targumim.
Un Targum es un comentario de las escrituras escrito en arameo. No es una traducción literal de la Biblia, sino un comentario ampliado que nos sirve para profundizar en las escrituras. Dos son los más conocidos, el Targum Onkelos y el Targum de Jerusalem.
Veamos cómo traduce el Targum de Jerusalem el versículo citado de Éxodo 3:14:
“Y la Palabra del Señor dijo a Moshé: Yo soy el que dijo al mundo ¡Sé!, y fue, y en el futuro le diré ¡Sé!, y será. Y él dijo: Así dirás a los hijos de Israel: “Yo Soy” me ha enviado a vosotros.”
Ahora bien, todos los textos bíblicos han caminado de un idioma a otro y a la vez que han visto disminuir su significado o empobrecerlo nos han alejado de su contenido. Por lo cual también debemos desandar ese camino. La “Palabra del Señor” en arameo se escribe Memra.
¿Cómo se traduce Memra (arameo) al griego?
La respuesta es Logos, o sea Éxodo 3:14 sería “Y el Logos dijo a Moshé…”
¿Y cómo se ha traducido al castellano la palabra griega Logos?
La respuesta es el Verbo, o sea Éxodo 3:14 sería “Y el Verbo dijo a Moshé…”
O sea que el versículo citado de Éxodo claramente podría leerse así:
“Y el Verbo dijo a Moshé: Yo soy el que dijo al mundo ¡Sé!, y fue, y en el futuro le diré ¡Sé!, y será. Y él dijo: Así dirás a los hijos de Israel: “Yo Soy” me ha enviado a vosotros.”
Lo cual claramente tiene relación con el principio del llamado Evangelio de Juan, 1:1 al 3:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con YHWH, y el Verbo era YHWH.
Este era en el principio con YHWH.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Unamos ahora Éxodo 3:14 y Juan 1: 1al 3
“Y el Verbo dijo a Moshé: Yo soy el que dijo al mundo ¡Sé!, y fue, y en el futuro le diré ¡Sé!, y será. Y él dijo: Así dirás a los hijos de Israel: “Yo Soy” me ha enviado a vosotros.”
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con YHWH, y el Verbo era YHWH.
Este era en el principio con YHWH.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”
Se ve que en el escrito del Evangelio de Juan estaban presentes con claridad las descripciones de la Creación. Pues estas frases tienen el mismo contenido:
“…Yo soy el que dijo al mundo ¡Sé!, y fue…”
“…Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…”
Ambas frases se encuentran respaldadas por el libro de Génesis 1 donde con 10 palabras (…Dijo Elohim…) es creado Todo.
Sabemos por supuesto que el Verbo encarnado es Yeshúa y de estos versículos tenemos las respuestas a los interrogantes de la naturaleza de Yeshúa.
Desandando este camino de citas y traducciones ¿Quién habló con Moisés? La respuesta es sencilla, habló con él la misma Palabra de YHWH, la cual fue conocida como Memra en arameo, la que fue conocida como Logos en griego, la que nos fue presentada como Verbo en castellano. Y a quien cuando se encarnó su madre le puso por nombre Yeshúa.
Parte 8 #
Si bien podríamos imaginar que, como el libro de Éxodo no tiene como protagonista principal a nuestro amado José, su rol como sombra profética del Mesías ha dejado de sernos notorio.
Pero no es así, pues en el primer versículo del libro que hemos comenzado tenemos una importante referencia, la cual no debe escapar a nuestra vista.
Trascribámoslo para tenerlo presente, Éxodo 1:1
“Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia…”
A esta altura de los estudios, el discípulo habrá internalizado que en ocasiones las palabras al ser traducidas, dejan de lado interpretaciones importantes. Esto no se hace en la mayoría de las ocasiones, por mala intención por parte del traductor, sino por decidir una opción en lugar de otra. O bien porque al ser interpretada espiritualmente una palabra tiene un contenido similar.
Tal es el caso de la última palabra del versículo en castellano en la versión Reina-Valera 1960, la cual en este caso es similar a la primera versión de Casiodoro de Reina del 1569.
Pero en la versión católica Nácar-Colunga del año 1944 encontramos el mismo versículo de la forma siguiente:
“Estos son, pues, los nombres de los hijos de Israel, que vinieron a Egipto con Jacob, cada uno con su casa.”
Como puede apreciarse la última palabra en el caso de una versión es familia y en el caso de la otra es casa.
Es evidente entonces que hay una cierta palabra que puede traducirse de ambas formas o entenderse de ambas formas.
En su original hebreo la palabra es בּיִת (beit Strong 1004) palabra que se usa para casa, originada en el verbo בָּנָה (banah Strong 1129 que significa construir). Pero esto no se limita solamente a la construcción de una vivienda, de un lugar físico. Pues en el propio idioma hebreo, es usada por ejemplo cuando YHWH construye a la mujer a partir de la costilla de Adán, o bien cuando Noé construye un altar, pero también en tono figurado cuando se habla de edificar la Casa de Israel en Rut 4:11.
Por ello es que bien han hecho los autores católicos al traducir indistintamente casa o familia. En el caso de Nácar y Colunga ajustándose al término hebreo literal (esto es como una casa) y en el caso de Valera adecuando su traducción a la idea figurada (esto es como una familia).
Ahora bien, sabemos que nuestros hermanos cristianos primitivos, al igual que el conjunto del judaísmo de la época, usaban la versión Septuaginta griega de las Escrituras. Por ello debemos ver en qué forma los sabios que escribieron la Septuaginta tradujeron del hebreo la palabra בּיִת (beit) al griego.
La palabra usada es οἶκος (óikos Strong 3624), lo cual por supuesto significa una construcción, pero también en forma figurada hace referencia a la familia.
¿Por qué se hace esto de usar una palabra para designar otra cosa?
Si bien por supuesto sabemos que esto es obra de YHWH, el recurso literario se llama metonimia. Es usado por el hombre en la literatura, designando a una cosa con el nombre de otra que se le encuentra cercana. En el caso que nos importa, la familia tiene su asiento, su lugar, en la casa. Por ello, es que no está mal, no es incorrecto que se designe a una familia determinada como “la casa” de una persona determinada.
Aclaradas estas cosas, cómo se relacionada en este pasaje de Éxodo 1:1, la sombra profética de Yeshúa en nuestro amado José.
Pues se relaciona con que gracias a José, las casas, las familias de sus hermanos se salvaron de la hambruna y con ella de la muerte que tendrían en Canaán.
Por ello es que ahora, haciendo un pequeño salto al Nuevo Testamento, particularmente al libro de los actos de los seguidores de Yeshúa (conocido como Hechos), podemos leer:
11: 14 “…él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú y toda tu casa.”
16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Yeshúa, y serás salvo tú y tu casa.”
De igual forma a través de creer y confiar en la acción de Yeshúa, todos tienen la posibilidad de salvarse, junto con sus casa, o debiéramos decir… junto con sus familias. Entendiendo por ello a todos los que se encuentren en la misma unidad familiar de creyentes.
Como puede ver el discípulo, aún de un pequeño versículo que quizás se nos presente con poca importancia, el mensaje de salvación está presente.
Ricardo.
Se permite la reproducción total o parcial mencionando al autor. Todos los derechos reservados.